Microhistorias

Como Insectos

Para ella éramos como insectos.

Aun así, la gente le rezaba suplicando una mejor vida o al menos una vida justa. Yo no le tenía miedo como otros, lo grité en la calle y me miraron con odio, escupí su estatua y oriné su retrato, destrocé su altar y lancé al río su patética representación en porcelana. Grité con todo el fuego acumulado en mis pulmones las injusticias que vivíamos y que nadie se atrevía a señalar. Me metieron preso poco después. Malditos cobardes, a ninguno le duele ver a sus hijos muriendo de hambre y enfermedad. Mientras pensaba esto, para mi enorme sorpresa ella vino a rescatarme. Me subió a su mano y me llevó a su palacio, pensé que me iba a matar, pero no hizo nada excepto mirarme con sus ojos color sangre. De repente señaló a su alrededor y dijo: “Todo esto va a ser tuyo” luego señaló nuestra tierra “Tendrás control sobre todos ellos” por último apuntó a su pecho “Yo seré tuya, si me aceptas”. Acercándose tomó forma humana y tocó mi frente regalándome todo su poder. Pude ver el universo en mis manos, su destino bajo mi control, el poder de crear y destruir a mi antojo. Lo sentí y entendí todo. Y me gustó, y lo deseé, la miré a ella y la deseé también. Sostuve su divino rostro entre mis manos, cerré los ojos, entonces la reduje al tamaño de una hormiga y con la suela de mi zapato la aplasté.




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