Midnight Promises

Capítulo 9 - EL GRAN DUQUE

Luego de conversar un buen rato con mi tío Alan, me sumergí en mis recuerdos mientras permanecía en el estudio, aparté algunas cartas y documentos y con un gesto serio, peiné mi cabello hacia atrás y me levanté para dirigir mi mirada hacia la ventana, donde el paisaje exterior del bosque se perdía en la penumbra de la noche.

Un día como ese hace dos años cuando tenía 17 llegue a la Nación de Klenottw junto con mi tío Alan con el objetivo de pasar desapercibidos bajo el manto de la oscuridad. Era una noche tranquila y estrellada, en la que el resplandor de la luna apenas iluminaba el camino. Juntos, cabalgamos a través de los senderos ocultos y poco transitados manteniendo un perfil bajo para evitar ser detectados por miradas indiscretas. La sensación del viento frío en mi rostro y el sonido rítmico de los cascos de los caballos golpeando el suelo me mantenían en guardia ante mi decisión de venir aquí cuanto antes. A medida que avanzamos por el bosque, emergieron dos figuras montadas a caballo entre la penumbra. Uno de ellos era Cloude, mi fiel mayordomo y el otro era un sirviente que sostenía una linterna, iluminando el camino con una luz tenue y cálida.

El reencuentro fue silencioso pero significativo. Los sirvientes, demostrando su lealtad y respeto, nos saludaron con reverencia indicando que estaban listos para acompañarnos en nuestro trayecto hacia la mansión escondida en una parte del bosque. Los caballos avanzaron con paso decidido, guiados por la linterna que cortaba la oscuridad de la noche. El camino se volvió más intrincado a medida que nos adentrábamos en el denso bosque, pero mis sirvientes conocían cada sendero como si fuera su propia piel. Después de unos minutos de cabalgata, emergió ante nosotros una mansión pequeña y majestuosa, casi camuflada entre los árboles centenarios. La arquitectura era elegante pero discreta. Una vez dentro, el ambiente cambiaba por completo. La mansión, a pesar de su modesto tamaño, emanaba una sensación de historia y tradición de mi familia. Las paredes y los muebles de madera tallada conferían un aire de antigüedad.

Después de una breve cena, mi tío Alan y yo nos acomodamos en unos cómodos sillones frente a la chimenea crepitante.

—Dime sobrino… —entrelazó los dedos de la mano y arqueo un poco su espalda— completarás solo el servicio militar o…

—Todo. Completaré los tres años. —aseguré— Soy un Woolner, ninguno que hubiese llevado este apellido haría solo un simple servicio militar y tampoco seré el primero en realizar algo menos que eso. Honrar a mi sangre y el legado que mi padre dejó es lo menos que puedo hacer para que se sienta orgulloso.

—Sé que eres un Woolner, — comenzó a hablarme con voz serena— pero también eres un Ashford. Llevas mi apellido y el de mi hermana mayor, tu madre... que en paz descanse.

—Y mi padre también lo está.

Con esas palabras hubo un silencio en la habitación.

—Tu misión no es solo mantener viva una memoria o dos, —rompió el silencio que provoqué— sino también forjar tu propio camino. Así lo hubieran querido tus padres.

—Lo sé, tío. Nunca olvidaré de dónde vengo ni quiénes son los pilares de mi existencia, —respondo con seriedad y me pongo de pie. —Pero también tengo una misión que cumplir. —encaro— No pararé hasta encontrar a Derek Brown. Al fin estoy aquí y una vez que lo tenga frente a mis ojos…

—¿Qué harás? —se pone de pie y me enfrenta— ¿Piensas que él te dará las pistas que buscas?

—Lo hará. —aprieto el puño y le doy la espalda— Él es el único que en muchos años de búsqueda puede darme las respuestas que necesito.

Mi tío me da unas palmadas en el hombro.

—Que así sea, sobrino. Sí esa es tu decisión, sabes muy bien que te apoyaré en todo.

Asentí. Sabía que mi camino aquí sería difícil por ser hijo de mi padre, pero estaba decidido a seguir adelante.

Mi tío volvió a sentarse y cruzando las piernas me dijo:

—Dile que salga. Tengo algo que pedirle.

—XuYu. —ordené.

De entre las sombras emergió una figura imponente y misteriosa, una bestia de proporciones intimidantes. La criatura se alzaba majestuosamente a una altura de 1.53 metros y una longitud hasta la cola de 2.39 metros. Su pelaje era una amalgama de tonos azules y blancos, como si estuviera tejido con la esencia del hielo. Sin embargo, lo que más llamaba la atención eran las partes de su pelaje que parecían arder con una luz, como si pequeñas llamas danzaran sobre su manto. Estas luces no eran fuego real, sino una manifestación de su naturaleza mágica. Los ojos de la bestia eran profundamente oscuros, reflejando una inteligencia y una determinación feroz. Miraban con intensidad, transmitiendo un aura de sabiduría ancestral y poder. Su hocico alargado y puntiagudo, coronado por una nariz sensible y prominente, se destacaba entre su denso pelaje. Las orejas erguidas y triangulares se movían con atención, captando los sonidos del entorno. Cuando abría la boca, dejaba entrever filas de dientes afilados y blancos, listos para la acción. Cada una de sus extremidades terminaba en enormes garras afiladas, como cuchillas curvadas que prometían fuerza y destreza en igual medida eran armas naturales capaces de desgarrar y sujetar con precisión letal. Sus músculos se tensaban bajo el pelaje, mostrando una forma física impresionante y una agilidad digna de su linaje sobrenatural. La cola era larga y peluda, una extensión de su cuerpo que se movía con gracia y agilidad. Estaba cubierta de pelo denso y se balanceaba con elegancia aportando equilibrio y control a sus movimientos. La punta de la cola, oculta bajo el pelaje azulado y blanco, mostraba una ligera curvatura, típica de los depredadores ágiles y sigilosos.




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