MIEDOS o la indecisión del ser
José Guadalajara
No es el chirrido siniestro de una puerta que se abre ni la mano a punto de posarse sobre el hombro en la oscuridad de un sótano; tampoco el grito desmesurado ni la estaca del vampiro clavada en el corazón. Miedos, además de un título sugerente, es una descarga de emociones que Alejandro Romera nos inyecta en una serie de veintisiete relatos que van despertando nuestra conciencia y desperezando nuestros aletargados impulsos. Miedos es una potente medicina contra la incomprensión, la intolerancia, la crueldad, el egoísmo, la enemistad, la carencia de escrúpulos, los remordimientos, la indecisión o la cobardía. En cada historia de este libro hay un mundo, un mundo dentro y otro fuera, porque el escritor se interna en los espacios íntimos del cerebro humano y los proyecta sobre unos personajes que respiran cotidianidad. Y en esa cotidianidad nos encontramos nosotros con una pistola en la mano, escribiendo la carta al padre que se nos fue, viajando a la ciudad sin esquinas o añorando plantar un huerto en los Pirineos. A veces, los miedos nos arrastran y nos hablan tan alto que no somos capaces de advertir siquiera el sonido del agua que, como un camino, pasa a nuestro lado. Alejandro Romera, empeñado en su compromiso con la vida y la sociedad, nos descubre en sus relatos el universo secreto de esos miedos, los instintos y las intenciones, y nos permite reflexionar sobre nuestras carencias más evidentes. Y lo hace con un estilo diáfano, en una narración que fluye con un pausado transitar por las misteriosas galerías de la imaginación, con un sigiloso rastreo de pasos por las estancias y los habitáculos de la racionalidad, pero también con un golpe de efecto que nos aguarda al final de cada historia. Esa parsimonia del narrador discurre, sin embargo, con una selectiva claridad de palabras y en una estructura muy bien diseñada, dispuesta para crear suspense. El autor sabe perfectamente cómo conseguirlo: somete a sus lectores a la tensión de las situaciones y las envuelve con papel de artificio, pero se trata, sin duda, de un artificio verosímil que conmueve por su patético realismo. Esto, por otra parte, no significa que Alejandro Romera deje de emplear elementos simbólicos y metafóricos al servicio de una intensa teatralidad, ya que Miedos nos ofrece siempre una lectura paralela y profunda que se mueve por debajo de la línea del argumento. El lector se encuentra así ante unos relatos —a veces, microrrelatos— en los que va descubriendo poco a poco las motivaciones de un personaje o los mecanismos psicológicos y sociales de una situación conflictiva. Desde ese mismo instante, surge la extrañeza y se suscita el deseo por conocer cuál será el desenlace. A veces le basta al autor con un simple esbozo para crear, ya desde el comienzo, una atmósfera de intriga que enmarcará todo el relato.
Abro los ojos y no veo nada. Todo está oscuro. Estoy tumbada, boca arriba, inmóvil, desconcertada. Siento un peso que oprime mi pecho, no me deja respirar.
«Mi cueva»
Miedos es un libro que, en cierto modo, complementa a Kichay, la anterior colección de relatos publicada por el autor, pero que, a diferencia de éste, profundiza más en el aspecto psicológico y en la raíz íntima de los deseos durmientes. Miedos es el miedo en estado de letargo. En cualquier momento puede despertarse.