A mi hijo se le han comenzado a caer por primera vez sus dientes de leche. Mi esposa feliz de que nuestro pequeño estaba creciendo, en cabio yo estaba aterrado. No deseaba que lo que me ocurrió a mi le ocurriera a mi hijo. Puesto que mis más profundos miedos de la niñez aun no me abandonan del todo y es que no desee dejarlos atrás, sino más bien, me cuesta poder olvidar aquella terrible noche en la que por primera y única vez me entere de la verdad acerca del ratón de los dientes.
Esto irónicamente esto dio lugar cuando contaba casi con la misma edad que ahora tiene mi hijo, y como niño ingenuo que era creía en los cuentos de hadas existían en la vida real, incluyendo el famoso cuento del ratón de los dientes. Pero no tenía idea de que tan real podía ser aquel ser.
Desde el momento de que mi diente abandono mi boca hice todo lo que mis padres me recomendaron antes de la llegada del ratoncito por mi diente. Lo limpie cuidadosamente antes de colocarlo bajo mi almohada, lo único que quedaba era dormir y esperar hasta la mañana siguiente para obtener mis veinticinco centavos. Sin embargo, no podía conciliar el sueño debido a lo emocionado que me encontraba así que me quede esperando viendo el techo de mi habitación.
El tiempo trascurría sumergido en la oscuridad de la habitación, y de la nada algo comenzó a moverse de entre las sombras. Era pequeño y veloz, no producía sonido alguno. Me quede lo más quieto posible para no asustarle y saliera huyendo, esperando el tiempo suficiente hasta sentirlo bajo mi almohada. No cabe mencionar lo que paso a continuación, porque lo que vi esa noche no fue a un adorable ratoncito con sombrero y saquito detrás de su espalda sino a un ser deformé casi en los huesos de piel grisácea que visita la piel de una rata, el cual devoraba ansiosamente mi diente. Para cuando aquella criatura se percató de mi presencia, solo se quedó mirándome con aquellas cuencas oscuras que poseía su rostro. O mejor dicho lo que miraba con tanto afán eran mi boca.
Al día siguiente en cuanto mis padres entraron a mi habitación se llevaron el horror de su vida, encontrando a su hijo moribundo con el rostro ensangrentado y sin ningún diente dentro de su boca. No tardaron en auxiliarme y llamar a la policía la cual no pudo dar con pistas del culpable de tal crimen. Por los siguientes años estuve bajo tratamiento psicológico debido al hecho. Pero pude continuar con mi vida, hacer amigos y formar una familia. Y ahora que a mi pequeño se la ha caído su primer diente es mi responsabilidad mantenerlo a salvo.
Tome mi nueve milímetros y una silla, y me instale en la habitación de mi pequeño. Le dije que durmiera tan quitamente, que su padre esperaría al ratón de los dientes por él, esta noche.