Mil Cosas

8

¿Simple preocupación o algo más?

 

Nunca pensé que conocer a alguien como Dani iba a ser tan divertido, las últimas tres semanas las pasábamos juntos, por ejemplo, ahora estábamos en una plaza abajo de un árbol, riendo y teniendo un especie de picnic, era agradable estar con él. Me gustaba mucho y por lo que veía él también tenía interés en mí.

—¡Te lo juro!—dice y ambos reímos—. De chiquito vivía más en el suelo que de pie.

Yo también siempre fui muy torpe y creo que en su relato de la niñez me veía reflejada. El sonido de mi teléfono indicando que tenía un mensaje me hace parar nuestro momento de risas.

«Vir, necesito que vengas a la casa, Thiago está en el hospital, por favor, te cuento cuando te vea».

Su mensaje indicando que vaya porque a Thiago le había pasado algo hizo que mi corazón se sienta oprimido.

—¿Pasa algo? —la voz de mi acompañante me hizo darme cuenta que no había dejado de mirar el teléfono con una expresión de preocupación.

Negué —. ¿Me llevás a mi casa? Surgió algo y mi tío me necesita.

Subimos al auto y emprendimos el viaje de regreso;

Llegamos y no lo invité a pasar ni tampoco se bajó del auto, me dio un beso corto y lo despedí para entrar con rapidez a la casa.

Estaba mi prima esperándome para ir juntas a la clínica. Me contó lo que pasó, Thiago intentó... arrebatarse la vida, también me dijo que no es la primera vez que lo intenta. Llegamos y Mau nos tranquilizó diciéndonos que ya había logrado estabilizarlo, un alivio me recorrió todo el cuerpo, en ese momento sentí... miedo, mucho miedo.
Y es raro porque... tuve esa sensación como si... Como si alguien me estuviera dejando, alguien que de verdad quiero mucho, y Thiago... Thiago es insoportable, pero admito que un poco de cariño le tengo.

Aunque nuestro comportamiento diga lo contrario, lo quiero, y me puso muy mal esa situación. Mientras Mar se quedó a cuidarlo, mi tío me apartó para hablar a solas.

—Thiago está peor de lo que pensé, mucho peor. —no dije nada, no quería interrumpirlo, y aunque la interrupción no fuera un problema, no sabía qué decir, así que dejé que continúe —. ¿Sabés por qué no están sus padres acá? —negué. No me había percatado de eso, pero es verdad, ellos no habían mostrado ni el pelo —. Los llamé —dice con un suspiro pesado —. Les dije que estaba internado y la razón. Hija, no vinieron. —me respondió en un susurro decepcionado. Negué de igual manera —. ¿Te das cuenta de que no lo invité a vivir conmigo porque se me haya venido en gana? Sino porque él lo necesitaba.

—¿Y sabés si... un encuentro con ellos o algo por el estilo hizo que él haya...? —no pude terminar por un nudo en la garganta que me dificultaba hasta la respiración. Niega.

—Hace mucho no los ve. No quiere saber nada con ellos, y está en todo su derecho. —asentía mientras él hablaba. Hizo una pausa, bajó su mirada pero nunca la cabeza, yo no sacaba la mía de su persona, intentando descifrar aquello que no quería decirme, porque sé que había algo más, hasta que decidió volver a hablar como si escuchara mis pensamientos —. Escucha su voz todo el tiempo. —soltó casi en un susurro. No entendía qué quería decir, pero esperé a que siga —. Tiene la voz de su hermana todo el tiempo en su cabeza, repitiendo lo mismo ciento de veces: «Acabá con tu dolor y vení conmigo, vas a estar mejor» —me quedé estática, él sentía que ella lo incitaba a que cometa semejante locura.

Mis ojos se cristalizaron —. Tío, esto es grave. —ahora entiendo por lo que él de verdad estaba pasando, son sus demonios, lucha contra ellos desde que su hermana no está. Y lo peor y más doloroso de la historia, es que sus propios padres no hagan nada para que Thiago se sienta mejor.

Se está ahogando y en vez de tirarle un salvavidas lo hunden más, no son conscientes de lo mal que él la está pasando, yo tampoco era tan consciente de eso, hasta que Mau me dijo aquello, fue como un vaso de agua fría que me tiraban de golpe, me sentí muy mal, mal por todas esas veces en que peleamos y me hacía la indiferente, por eso él siempre tiene las defensas tan alta, siempre está a la defensiva, yo un poco también, pero tendría que ayudarlo y estoy haciendo todo lo contrario.

Cuando mi tío fue a la habitación a chequearlo y a avisarle a Mar que ya podía salir así lo revisaba, mi mente viajó a todos los momentos en que peleamos, a los sueños que tuve sobre él... Fue raro, pero me gustaba acordarme de él, quería entrar a visitarlo pero no me animaba, soy muy cobarde. ¡Vamos! Dormimos juntos y ¿tengo vergüenza de verle? Soy una boluda con letras mayúsculas. No, no, patética, esa sería la palabra que me definía en ese momento.

Hace mucho que viene escuchando esa vocesita en su cabeza comiéndole las ideas, tiene que parar de torturarse a él mismo, los recuerdos lo torturan y él no ayuda en nada.

Pasamos toda la noche ahí esperando más noticias pero Mau no quiso dar muchos detalles, es más, nos mandó a la casa, llamamos a sus amigos, Erik e Iván y ellos nos llevaron para que no volvamos solas a las diez de la noche. Estuvieron un rato con nosotras, hablamos sobre lo que estaba pasando y que todos deseábamos que Thiago se recupere, mis amigos criticaron a sus padres, menos yo que no podía opinar si no los conocía, aunque no necesitaba conocerlos para saber que era una forrada lo que le hacían a su propio hijo. Estaba con tres millones de sensaciones: confundida, enojada y sobre todo... asustada. Nunca había sentido tanto miedo, y no necesitaba decirlo, se me notaba a leguas. Cuando estuvimos Mar y yo solas, fuimos a la cocina y me sirvió un vaso de jugo de naranja.



#6698 en Novela romántica

En el texto hay: amorodio, desamor

Editado: 24.03.2024

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