Mil Cosas

9

Nadie discute más que dos personas que no se van a dejar nunca...

 

Al otro día me tocaba ir de nuevo a la escuela, no tenía ganas pero era mi obligación, estaba desayunando, tenía a Mar enfrente, ambas desayunando calladas, no quería que vuelva a insinuar algo como lo de anoche, por eso preferí callarme.

El tío Mau se fue a buscar a Thiago a la clínica, se quedó toda la noche allá haciéndole estudios, vino solamente hace una hora a bañarse y hace veinte minutos se fue a buscarlo. Cuando supe que iba a volver una rara sensación se produjo en mi pecho.

Ayer a la mañana fue la última vez que lo vi pero se sintió como una eternidad. Estábamos por salir para la escuela cuando vimos que ambos cruzaban la puerta, Thiago se iba apoyando en su doctor, ambas nos acercamos dejando nuestras mochilas en el sillón.

—Vir, ¿lo podés acompañar a su cuarto? —asentí, me puse al lado del castaño y pasé mi brazo por su torso y su mano por mi cuello para que se apoye en mí.

Subimos las escaleras y abrí la puerta de su cuarto, prendí la luz y ayudé a que se siente en la cama. Estaba muy débil y pálido, sus ojos no se iban de los míos mientras intentaba ayudarlo.

—Descansá un poco, te va a hacer bien. —dije acomodando la almohada.

Cuando iba a incorporarme me agarra fuerte de la muñeca y me acercó dejándonos a muy pocos milímetros, tanto que podía sentir su respiración, nos muramos a los ojos y juro que no fue por voluntad propia, vi su boca, fueron muy cortos segundos, pero pasó. Carraspeé mi garganta para aliviar el momento y que no sea muy tenso, pero él habló:

—¿Por qué hacés esto por mí? No me creo que sea porque tu tío te lo pide.

Tragué con fuerza —. Porque...—volví a carraspear—. Porque me preocupo.

—Me tenés lástima.—declara.

—No. —dije cortante. Y es que no era verdad, nunca sentí lástima por nadie y él no sería el primero.

—¿Segura? —pregunta sarcástico —. Por favor, princesa.—suelta una risita débil pero no pierde su toque sarcástico—. Ambos sabemos que lo único que sienten todos es lástima. Hasta mis amigos.

Me separé un poco de él y me senté en la orilla de la cama a la altura de su cintura.

—Me molestás cuando decís tonterías. Nadie te tiene lástima, simplemente queremos ayudarte.—puse mi mano en su pierna por inercia. La saqué rápido al notar mi reacción, él levantó una ceja y volvió a mirarme.

—¿Te preocupaste? —pregunta curioso. Seguíamos sin romper el contacto visual. ¿Qué me estaba preguntando? Me quedé callada sin despegar mis ojos de los suyos.

—Por supuesto, no soy tan insensible como vos pensás. —le respondí al cabo de unos minutos.

Después de decirle aquello me acordé que teníamos que parar con nuestras peleas, tenía que cooperar, por su bien y para que la convivencia no sea una mierda. Carraspeé mi garganta y puse pelo atrás de mi oreja. Suspiré.

—Thiago, ¿por qué no hacemos una tregua? —solté exasperada.

Me sonríe de una manera que no pude entender, pero sí estaba segura de que no era una sonrisa soberbia, ni ególatra, hasta puedo asegurar de que me sonrió con dulzura. Supongo que esa fue mi respuesta.

Le di un beso en el cachete y salí del cuarto porque me acordé que tenía que ir a la escuela, bueno, él me hizo acordar de eso.

Bajé las escaleras y subimos al auto, como siempre, de piloto Mar ya que aprecio la vida y estoy segura de que mi prima también y jamás de los jamases permitiríamos de que yo esté detrás del volante.

***

Nuestro horario escolar terminó, con Mar volvimos a subir al auto y antes del motor, prendió la radio, me sonrió y emprendimos nuestro camino a casa, en silencio disfrutando de la música que, no me desagradaba, para ser honesta. Cuando llegamos estaba Mau con Thiago y sus amigos, advirtiéndole a estos últimos que no hagan que el castaño se esfuerce mucho. Sigue débil, perdió mucha sangre y es muy normal los mareos y la debilidad que estaba pasando.

Cuando vi que no tenía de qué preocuparme, subí a mi cuarto y me acosté en la cama, en ese momento una llamada entrante de mi mamá hizo que saliera de mis pensamientos.

—Hola. —saludé y ella me lo devolvió.

—¿Dormías? —pregunta, negué como si pudiera verme.

—No, no... Recién llegué de la escuela. —mi voz sí estaba agotada y necesitaba dormir.

—¿Cómo te está yendo? —sonreí como si pudiera verme y rasqué mi frente.

—Bien. La escuela es muy linda, las personas también y tengo amigos, aparte de Mar. —aunque ella sea mi prima al tener mi misma edad somos más amigas que otra cosa.

—¿Estás triste hija? —su voz se notaba preocupada.

—No ma, simplemente que... ayer fue un día malísimo y hoy por suerte ya todo está solucionado, o eso creo.

—¿Pasó algo de lo que deba preocuparme?

—No mamá, a mí no me pasó nada, Thiago...—se lo mencioné como si lo conociera, me quedé callada y en vez de palabras, de mi boca salió un suspiro.

—¿Quién es Thiago? —pregunta pícara. Sonreí porque me imaginé su expresión.



#6774 en Novela romántica

En el texto hay: amorodio, desamor

Editado: 24.03.2024

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