Mil Cosas

10

A amarte me niego

 

Maldigo el momento en que acepté aprender a manejar y mucho más dejar que Thiago me enseñe. Digo, no lo hace mal, pero no quiero pasar vergüenza frente suyo, eso es todo.

—¿Estás lista, princesa?—negué asustada tras el volante. El que me diga «Princesa» aumenta mis nervios y no me deja prestar atención a lo que estaba haciendo.

Estábamos en una colectora donde no pasaba nadie, era el mejor lugar donde ningún inocente corría peligro.

—Relajá tus músculos, no podés conducir tensa y segundo: tranquila. Estando conmigo es imposible que te pase algo. —me indicó qué hacer y qué no, como se ponían los cambios y demás.

Me estuvo enseñando por una hora, fue horrible, pero por lo menos aprendí a frenar. Y Thiago sigue vivo, eso es lo bueno. —ni él confiaba en mí—.

—¿Puedo intentarlo de regreso a la casa?—ríe sarcástico.

—Ni loco. Ya arriesgué mucho mi vida por hoy, y no voy a arriesgar la de los inocentes. Ellos no te hicieron nada. —lo fulminé con la mirada y me crucé de brazos, pero antes le pegué en el hombro haciendo su carcajada más fuerte.

—Tenés una sonrisa muy linda, ¿te lo dijeron? —le solté de repente y su sonrisa se fue, pero no se lo veía enojado, sino incómodo.

Lo veo morderse el labio mientras prende la radio. Dios, creo que fallecí. Y si no lo hice fue por una fuerza divina que me sostuvo.

La canción que empezó a sonar era
«Darte un Beso» de Prince Royce.

Amarte como te amo es complicado
Pensar como te pienso es un pecado
Mirar como te miro está prohibido
Tocarte como quiero es un delito, oh

Dios... No sé qué me ponía más nerviosa, si la canción que se estaba reproduciendo o su sonrisa tan perfecta.
El camino a casa la pasamos así: en silencio, de vez en cuando lo veía sonreír y me generaba una sonrisa a mí también, y cada tanto lo veía de reojo y mordía mi labio inferior inconscientemente. Se lo veía bien, hace una semana salió de la clínica y no volví a verlo mal, yo intentaba poner de mi parte y así llevarnos bien.

Osea... No nos llevábamos mal, sino que era una especie de jueguito;

Llegamos y antes de bajarme, él me agarra de la muñeca para que me quede en donde estaba, lo miro, su mano todavía en la mía.

—Gracias.—me dice acariciando el dorso de mi mano.

—¿Gracias por qué? Vos intentás enseñarme a mí a manejar, y me tenés paciencia, un poco. —eso último lo dije con una sonrisa de ironía.

—Por no dejarme solo.—responde. Apreté mis labios en una sonrisa nerviosa, sé a qué se refería —. Sé que a veces soy un poco malhumorado, pero aún así ponés de tu parte para que yo esté bien. —pensé que no se había dado cuenta de mis intenciones, pero ya veo que me equivoqué.

Él sabía desde el inicio por qué de repente quería acercarme a él únicamente no solo para pelear. O hacerme la superada. Bueno, él tiene sus mambos y yo los mío. Ambos somos orgullosos y quizás chocan nuestras personalidades.

Nos acercamos lentamente al otro, sin saber por qué pero en vez de alejarme me acerqué, ambos lo hicimos, cuando nuestras narices estuvieron a punto de rozarse, mi teléfono sonando hizo que nos separemos de golpe. Lo agarré entre mis manos y un nudo en mi garganta se produjo al leer el nombre de Dani en la pantalla.

Bajé atendiendo el móvil.

«Eso estuvo cerca»

***

La noche llegó y yo estaba dando vueltas en la cama pensando en lo que casi pasaba hoy, ¡casi me beso a Thiago! Estoy perdiendo la cabeza. Quería, mejor dicho, necesitaba contarle a mi prima, pero después lo repensé y no me va a dejar tranquila una vez que abra mi boca con ella. Tengo que pensar mejor las cosas, pero sí o sí necesitaba sacarlo para no volverme loca.

Pensé en Leo, mi amiga, la última vez que hablamos fue el viernes en la escuela, y ella es menos intensa que Martina, en ella puedo confiar. Sí, eso, tengo que desahogarme con mi nueva amiga.

«¡Hola amiga! Necesito contarte algo para no caminar por las paredes, te juro que me estoy volviendo loca»

Le escribí.

Dejé el teléfono en la cama nerviosa esperando que me responda mientras tenía la uña del dedo pulgar en mi boca para calmar un poco mi ansiedad. Apenas sentí el ruido de la notificación de mensajes, me tiré a la cama y abrí el chat como si mi vida dependiese de ello.

«Hola amiga, decime, ¿te pasó algo grave?»

No, algo grave no, digo, tampoco es el fin del mundo, pero sí me estoy volviendo loca, ¿cómo voy a hacer para mirarlo a los ojos después de lo que pasó, no salí del cuarto desde que llegamos. Tuve que decir que me dolía la cabeza para no bajar, pero tampoco preocupar a todos.

«No... Nada amiga, simplemente que necesitaba hablar con vos para no enloquecer, necesito que me des tu opinión como la amiga del alma que sos...»

Le envié y saltó su «escribiendo» que para mí fue una eternidad, quizás no pasó ni un minuto pero para mí fue demasiado.



#6866 en Novela romántica

En el texto hay: amorodio, desamor

Editado: 24.03.2024

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