Mil Cosas

14

Sentimientos y confesiones salen a la luz

 

Subí las escaleras con intenciones de reparar el dolor que le produje, olvidándome de mi prima, de todo lo que había pasado, y decidí ir con la verdad.

Golpeé a su puerta dos veces, y no contestó, supe que no iba a responderme en ese momento, o quizás nunca, por lo que mi siguiente idea fue hablarle desde ahí, me apoyé en la madera y suspiré.

—Perdoname Thiago, te pido perdón por lo que dije, o por lo que no dije. Sé que vos no tenés la culpa de nada de lo que está pasando, ni de mis sentimientos encontrados. Si te soy sincera..., la verdad es que no paro de pensar en el beso, está grabado como tatuaje y no hay manera de sacarlo, ni de decirle que deje de confundirme. Thiago, te mentí cuando te dije que ya me había olvidado, porque está claro que no.

Cuando me besaste todo mi mundo lo sentí temblar bajo tu tacto, sentí que me desarmaba ahí mismo, y no quería sentir lo que siento, porque me asusta pensar que algo pasa, porque nunca me sentí así, y quizás sí, le tengo miedo al amor, tanto que yo esperé por encontrarlo, ahora me asusta sentirlo. Y que seas vos el que me genere esos sentimientos me descoloca mas.

Dejé de hablar y volví a insistir para que abra la puerta, lo hice dos veces más y nada, como si nadie estuviera ahí adentro, abrí lentamente y asomé mi cabeza: mi mundo se vino abajo cuando lo vi, estaba él en el suelo con la espalda apoyada en el ropero y al lado suyo había un charco de sangre que no paraba de salir de su muñeca. Se había cortado.

Llegué hasta él y me arrodillé a su lado, no me importó que mis rodillas estuvieran sobre la sangre, aunque no la soportaba, en ese momento solamente estaba él, y no podía pensar en nada más.

Con mis manos apreté la herida para que deje de perder sangre y con desespero llamé a mi prima.

—¡Martina! —le grité con todas mis fuerzas tres veces, en segundos ella estaba en la habitación presenciando lo mismo que yo.

—Voy a buscar algo que nos ayude a parar la sangre y después llamo a mi papá. —desaparece del cuarto, mientras aprieto su muñeca con una mano para que no siga perdiendo sangre y con la otra le acaricié la cara.

—Perdón—dije llorando, acerqué mi cara a la suya y puse mi frente sobre su sien—. No me podés dejar sola, te necesito conmigo, aunque lo niegue, te necesito.

Sin pensarlo apoyé despacio mi boca sobre la suya y le dejé un beso en ella. Está claro que Thiago me importa más de lo que debería, y más de lo quisiera admitir. Pero no podía perderlo, no iba a permitirlo.

Cuando Mar llegó, le puso una tela en la muñeca y detuvo la sangre, me ayudó y lo llevamos hasta el auto, Mau nos iba a estar esperando con emergencias para atenderlo de inmediato. Cuando subimos al auto, vi mi vestido blanco todo manchado de sangre, al igual que mis manos, siempre me descompuse al ver sangre, pero preferí aguantarme y no darle importancia, Thiago era lo importante en ese momento.

Llegamos y lo subieron a una camilla para entrarlo de urgencias, yo estaba alterada, hiperventilando y apretaba mis manos con fuerza para sacar esos nervios de encima. Subimos por el ascensor y entramos a la sala donde había un matrimonio, creo, un chico más joven y una señora de unos sesenta y pocos.

—¿Qué hacen ustedes acá?— pregunta mi prima con la voz quebrada y un poco temblorosa.

—Soy su madre y tengo derecho.

—Vos no tenés derecho de nada. De lo único que tenías derecho es de querer a tu hijo, no a tratarlo como la peor escoria del mundo.

Ahora entendía, ellos son la familia de Thiago, el chico que estaba ahí era el mismo que yo vi en el porta-retrato, debe ser su hermano.

—Basta, Mar.—le dije con mi voz quebrada.

—Hola. —interviene el chico—. Soy Gabriel, el hermano de Thiago, hace tres horas volví de España con mi abuela Martha y queremos saber qué está pasando.

—Yo te voy a decir qué está pasando.—dice mi prima dando un paso al frente enojada.

—Mar, voy a lavarme las manos.—dije porque no quería ver eso, estaba harta de las peleas.

Entré en el baño y prendí la canilla, mientras me sacaba todo rastro de sangre, no paraba de reproducirse la escena todo el tiempo en mi cabeza, las lágrimas empezaron a salir. Apagué la canilla y miré al techo, rogando para que Thiago mejore, sé que es fuerte, pero necesito saber que él está bien, que vamos a poder volver a nuestras peleas habituales, de esas donde no nos matábamos enserio, sino que era como un juego.

Salí del baño sintiéndome mal, todo me daba vueltas, me acerqué a donde estaban todos y pude divisar a mi prima peleando con la familia del castaño, la agarré del brazo y sus «¿Estás bien?» dirigidos a mí se escuchaban lejanos, lo último que me acuerdo es que caí al suelo y todo se me volvió negro.

***

Desperté sintiendo los ojos pesados, no entendía bien qué estaba pasando, por lo que empecé a mirar para todos lados y al lado mío noté que estaba mi prima esperando a que despierte.
—¿Cómo te sentís?—pregunta acariciando el dorso de mi mano que descansaba sobre mi abdomen.

—Bien, ¿qué pasó?—pregunté con la voz apagada —. ¿Cómo está Thiago?

Ella asiente con una sonrisa nostálgica—. Está estable, ya lo estabilizaron y está fuera de peligro, pero muy débil ya que perdió mucha sangre.

Un suspiro de alivio salió de mis labios.

—Vir...—me dice ella y yo vuelvo a verla —. En casa te escuché mientras le hablabas a su puerta y escuché cuando confesaste que se besaron, ¿me querés contar?—por unos segundos me quedé estática pensando en si volver a escaparme de esa situación, o afrontarla, decidí la segunda opción.

—Tenías razón—empecé con la voz quebrada, estaba acostada mirando el techo, parecía que estaba en una cita con la psicóloga—. Algo pasa, y creo que me está empezando a gustar, no sé, hay cosas que todavía no entiendo, pero creo que no hay otra explicación lógica. Sí, hace unas semanas nos besamos, eso es algo que todavía no puedo explicar bien cómo pasó, pero pasó, nos besamos y desde ese día no paro de pensar en eso, y cada vez que lo veo se me explota el alma, me pongo nerviosa, no sé cómo actuar, me siento una nena indefensa que tiene miedo a lo que está por venir. —mientras le explicaba mis sentimientos arrugué la frente, la veo y me la encuentro sonriendo con dulzura.



#6811 en Novela romántica

En el texto hay: amorodio, desamor

Editado: 24.03.2024

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