Mil Cosas

19

Te amo

 

—¿Cómo dijiste que se llamaba esa?— pregunta apagando la radio para poder escuchar mejor.

Sonreí lista para contarle sobre uno de los tantos libros que leí.

—Es una trilogía, y la trilogía se llama Dímelo. Es una historia que de verdad te atrapa.

—¿Y los libros por separados?—pregunta curioso y yo reí por su encantador entusiasmo.

Dímelo bajito, dímelo en secreto y dímelo con besos. —le respondí nerviosa sin saber por qué. Y mi cara ardía.

Cuando terminé de hablar justo llegamos a la casa de las afueras de la ciudad, se acomoda para quedar frente a mí y yo hice lo mismo.

Se acercó un poco, y solo eso bastó, para que mis sentidos perdieran la razón—. Te quiero. —me dice bajito, cerca de mi boca, yo me mordí el labio inconscientemente, puso un mechón de pelo detrás de mi oreja.

Creo que eso contaba por dos: bajito y en secreto, porque lo siguiente que hizo fue poner una de sus manos en mi cara y acercar mi boca hacia la suya. Y con un beso, me hizo saber que de verdad me quería, y que lo que sentíamos, era algo completamente mutuo, y estaba segura que aquello que sentí con él, no lo iba a sentir con nadie más.

El beso era pausado e intenso, la mano que sostenía en mi cara la llevó hasta mi nuca por debajo de mi pelo.

Dicen que todo lo bueno llega a su fin, porque nos separamos y nos miramos directo a los ojos, sin nada para decir, pero mil cosas por sentir.

Nos bajamos del auto y entramos a nuestro boulevard.

—¿De qué más trataba el libro?

Había pasado media hora de que habíamos llegado y ahora estaba yo sentada en el sillón, y Thiago con su cabeza en mis piernas. La chimenea estaba prendida y se escuchaba el sonido de las brasas, era un sonido suave, y le agregaba un toque de romanticismo al lugar.

—Kami parecía tener su vida en orden, pero todo eso solamente era una careta: ya sabés, la careta de chica perfecta. Y todo se desordenó cuando los hermanos Di Bianco volvieron al pueblo de Carsville. Los tres eran amigos de chiquitos, pero cuando la madre de ellos descubrió la infidelidad de su padre, (se había acostado con la mamá de ella), y justo ese mismo día, (la cereza del pastel), perdieron a la hermana menor de los chicos. —le conté resumiendo detalles—. Entonces se fueron a vivir a Nueva York;—era admirable la atención que me prestaba mientras yo acariciaba su frente—. Siete años después los hermanos volvieron y ella los descolocó, y viceversa. Resulta que los dos hermanos siempre estuvieron enamorados de la misma chica.

—¿Nombres? ¿Tienen?—pregunta divertido al ver que no le mencioné sus nombres todavía, reí.

—Thiago era el mayor, tenía tres años más que ellos, y después estaba Taylor; Thiago siempre fue el que la molestaba, la insultaba, y a la vez solamente lo hacía para llamar su atención, simplemente que... sentía que de la única manera que podía lograrlo era molestándola. Y Taylor, tenía su misma edad. Él siempre la cuidaba de las bromas y molestias que su hermano mayor le hacía a ella. —lo vi sonreír atento, sus ojos tenían un brillo demasiado hermosos—. Pero Kami siempre estuvo enamorada de Thiago, desde los diez años, es más, fue su primer beso. Pero cuando son más grandes, Kami empieza a salir con su hermano, y el mayor volvía a tratarla mal, solamente que de una manera menos inocente que a sus trece años, pensando que era de la única manera que podía olvidarse de ella. Pero no.

—¿Y al final de la historia? ¿Con quién se queda?

—¿De verdad querés que te diga? ¿Y si en el futuro lo querés leer? Ya vas a saber el final de la historia.

—No importa. Pero si querés después podemos leerlo juntos. —si no moría por esto, estaba segura que era inmortal.

—¿Querés que lo leamos juntos?—pregunté con sorpresa y emoción a la vez.

—No, vos me lo leés a mí. Viste que a los nenes chiquitos hay que leerle cuentos antes de dormir—asentí—. Vos me leés esa historia. Y todas las que quieras.

—Dale. —dije con aquella sonrisa que se me era imposible de borrar cuando estaba con él.

—¿Y? ¿Comen perdices o no?

—Sí, ella se queda con Thiago.

Asiente—. Esta es nuestra historia, y va a ser la más inolvidable que haya existido, quizás no sea el último, pero sí el que te ame con todo el alma—dice acercándose a mi boca. Todavía seguía acostado en mis piernas, voy agachando la cabeza y vuelve a recostar la suya.

Tenía una de mis manos en su pecho y la otra en la coronilla de su cabeza, y podía sentir como su corazón latía desbocado, y a punto de salirse de su lugar, y estaba segura que el mío estaba igual.

Separamos nuestros labios y nos miramos aun estando a esa distancia.

—¿Nos vamos?—pregunta cuando nos separamos del todo. Yo me quedé sorprendida. Él ya estaba sentado a mi lado y viéndome como si nada.

—Pero llegamos apenas hace una hora. —dije desilusionada.

—Me encantaría que nos quedemos más tiempo pero quedé en verme con mi hermano. Él insiste, ya que no voy a mi casa por obvias razones, me citó a una cafetería, perdoname princesa. —dice poniéndome pelo detrás de la oreja.
El resto del camino la pasamos en silencio, con la música de fondo.

Llegamos a la casa y él subió a su cuarto a cambiarse de ropa para irse al lugar de encuentro con el hermano. Una vez listo, volvió a bajar las escaleras y antes de salir me dio un beso en los labios. Acto que me sorprendió ya que muy pocas veces me ha besado en la casa, y más en plena sala sabiendo que nos podían ver. Pero supongo que él ya se lo habrá dicho a mi tío. La vez que hablé con él me dijo que le ponía contento que con Thiago estemos en algo, porque lo veía de mejor ánimo, con un brillo especial en los ojos, y que eso le ponía muy feliz porque desde que lo conocía no lo había visto de esa manera. Y al mirar a Mau, me daba cuenta que se ilusionaba como padre al ver a Thiago así, aunque el verdadero no lo registre, tiene al postizo, que vale por mil.



#6866 en Novela romántica

En el texto hay: amorodio, desamor

Editado: 24.03.2024

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