Mil Cosas

20

Nuestra historia

 

—¡¿Y qué pasó?!—preguntan ellas al unísono.

—Nada, fuimos a un lugar especial, una cabaña para ser más especifica, y la sala estaba llena de rosas azules.—Mar hace cara rara.

—¿Rosas azules?—preguntó con una mueca—. Que poco romántico.

Asentí irónica ya que estaba claro que ella no sabía el significado de aquellas flores—. Las rosas azules simbolizan al amor eterno.—comenté y a Leo se le iluminaron los ojos.

—Retiro lo dicho.—responde mi prima.

—¿Qué más?—pregunta Leo impaciente.

—¿Para cuándo el casorio?—bromea la rubia.

Rodé los ojos—.Mar, primero se camina, y después, se corre.

Ahora fue su turno de blanquear los ojos con una sonrisa.

—No importa hasta donde lleguen, lo importante es que se amen hasta el final. De eso se trata. —responde mi amiga con aquellas sabias palabras sacadas de una telenovela romántica.

—Yo lo voy a amar sin medidas.—seguí yo con la ilusión plasmada en mi mirada sin importarme las muecas de desagrado de Mar, pero sabía que solamente eran en broma porque ella era igual de cursi que nosotras, más estando en una relación de año y pico como lo estaba.

Mi prima era puro diablillos morados con nosotras pero cuando estaba con Iván era puro unicornios y arcoíris. Eso si la describíamos con emoticones por mensaje de WhatsApp.

Poniendo una sonrisa, ella nos siguió, dejando que la cursilería sea parte de su vocabulario—. Es que de eso se trata, prima: las medidas del amor es amar sin medidas.

—Como se nota que las tres estamos hasta las manos. —dije poniéndome roja al igual que mi amiga, Mar simplemente nos guiñó el ojo.

Nos callamos cuando los culpables de nuestro viaje a las nubes aparecieron en la escena.

—¿Qué esconden que se callan apenas llegamos nosotros?—pregunta Iván besando a su novia a modo de saludo.

—Cosa de chicas.—decimos las tres al mismo tiempo.

—Ajá.—ahora ellos tres se ponen de acuerdo para hablar al unísono.

—Seguramente nos están sacando el cuero.—bromea Erick—. A que sí.—mira a Leo esperando una respuesta.

—No son el centro del mundo—me adelanté a ella—. Estábamos opinando sobre los pibes buenorros de la escuela, son uno más lindo que otro. —dije viendo a Thiago divertida. Él me mira incrédulo.

—No vas a encontrar a nadie mejor que yo ni en tus historias de chicos perfectos que leés a diario.—salta él con su egocentrismo y todos ríen por su comentario.

—Ya quisiera yo tu autoestima.—le pega Mar en el hombro.

Hablamos un rato más con ellos y después con Thiago desaparecimos escaleras arribas, entramos en su cuarto y él enrolla sus brazos en mi cintura una vez que cierra la puerta a sus espaldas. Yo reí y puse mis manos en sus hombros para después besarlo.

—Es increíble como cada segundo que pasa, me enamoro un poco más de vos.—sus ojos encuentran los míos y en ellos puedo ver el brillo de nuestro amor—. Veo tus ojos, y en ellos puedo ver reflejado el futuro que quiero. Y te amo, princesa. Te amo como nunca pensé amar en mi vida, te amo con cada minúscula parte de mí. Y creéme, te voy a amar hasta que mi corazón deje de latir, incluso puedo decir que te voy a amar con el alma, porque el alma nunca muere. Y si algún día dejás de amarme, voy a hacer todo lo imposible para que te vuelvas a enamorar de mí, y si tengo que volver a nacer, lo haría una y mil veces más. Nada es en vano cuando se trata de vos.

Mis lágrimas estaban empezando a salirse de mis ojos, pero no eran lágrimas de dolor, sino de felicidad, era imposible que esté triste con esto que acababa de decir. Y sabía que cada una de sus palabras eran reales porque me lo decían sus ojos, en ellos siempre encontré la verdad de sus palabras. Dicen que los ojos revelan más que mil palabras, y era verdad. Todo lo que acababa de confesarme, yo ya lo había leído en sus ojos.

Mis manos habían estado instaladas en sus hombros, las saqué de ahí y enredé mis brazos en su cuello para besarlo.

Lo besé con pasión, con locura, con amor y con miedo.

Y sí, pese a todo lo que me había dicho, y todo lo que vivimos ayer, seguía sintiendo miedo. Sentía miedo por pensar en que esto no era real, en que algún momento iba a despertar y que todo lo que estábamos viviendo se convertiría en un sueño.

Sentía miedo porque lo bueno y lindo dura poco, sin embargo yo no quería pensar en eso. Es más, él ya hablaba del futuro, y yo como patética seguía sintiendo miedo.

En cada beso que me daba, en cada movimiento de sus labios con los míos, el miedo desaparecía y la seguridad volvía a mí. Y sabía que estaba pisando tierra. Que todo lo que vivimos hasta la fecha, todo había sido real.

Corté el beso y y lo abracé enredando mis brazos en su espalda y pegué mi sien a su pecho, sentí su pecho subir y bajar, el latir de su corazón. Había perdido la cabeza por él, estaba irremediablemente enamorada y ya no había vuelta atrás.

***

Desperté por los finos rayos de sol que entraban por las rendijas de la ventana del cuarto de Thiago.

Lo sentí abrazarme por detrás, su mano pasaba por encima de mi cuerpo y mis piernas estaban enredadas en las suyas. Lo único que tenía puesto era una remera suya que me quedaba debajo de los muslos, y la ropa interior, por supuesto.

Los últimos tres días dormimos juntos, claro que mi tío no era estúpido y lo sabía. Así como estaba al tanto de lo que pasaba entre nosotros. Cada vez que nos veía bajar juntos las escaleras nos miraba con una sonrisa que intentaba reprimir, y muchas veces lo pillé en el desayuno guiñándole el ojo a Thiago, como si nada se escapara de sus ojos.

Apenas me senté en la cama, Thiago dio un quejido y abrió los ojos.

—Feliz cumpleaños a la más hermosa del castillo.—tiró de mí y quedé recostada en su pecho. Besó mi frente.



#6667 en Novela romántica

En el texto hay: amorodio, desamor

Editado: 24.03.2024

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