Mil Cosas

24

Solamente quiero que seas vos...

 

El 25 de diciembre despertamos con Thiago cerca de las once de la mañana. Bueno, él se despertó por mi culpa, salté de la cama directo al baño porque las náuseas eran terribles.

Cuando volví después de diez minutos al cuarto, él estaba sentado en la cama, somnoliento pero aun así se le notaba la cara de preocupación.

—¿Estás bien, princesa?—asentí y me acosté a su lado, él me da un beso en la sien—. ¿Segura?—vuelve a preguntar después de acomodarnos en la cama.

—Habrá sido algo que comí anoche. Quizás porque me comí como cinco platos de ensalada rusa y tenía mucha mayonesa.—era una exageración porque solamente me serví dos veces y comí muy poco. En las fiestas solía comer demasiado, sin pensar en las calorías que tenía o cosas así, simplemente disfrutaba de la deliciosa comida que hacía mi mamá en las fiestas.

Pero esta vez..., tenía mis dudas. Dudo que las náuseas sean por haber comido de más. No era ni la mitad de lo que solía comer en las fiestas y me descompuse, así, de la nada.

Después de estar un rato mirando la nada, vuelve a besar mi sien.

—Feliz Navidad, princesa.—lo escucho decir. Sonreí y le besé los labios.

—Feliz Navidad, mi amor.

Nos levantamos unos veinte minutos después. Me puse unos short de jean color negro y me despojé de la remera de Thiago para ponerme una pupera rosa con los bordes color negro. Volví a darle un beso y salí de la pieza después de que él me avisara que se iba a bañar.

Los chicos se fueron tarde después de ayudarnos con la limpieza. Entré en la cocina y vi al tío tomando un café mientras revisaba su celular.

Mar era una marmota, y si yo me levanté a las once, a ella hasta las una o dos de la tarde no le veía ni el pelo.

—Feliz Navidad, Vir.—le sonreí y le devolví el feliz Navidad mientras me servía un poco de café. Cuando estaba por llevármelo a los labios, me dio una arcada y no quise saber nada con la infusión que tenía servida.

—Tío, voy... Voy a dar una vuelta, si Thiago pregunta por mí decile que no me tardo.

—Pero no tomaste el café...

—No pero me compro uno por ahí. Necesito tomar aire, y parece que el viento de esta mañana es increíble.—asiente un poco confuso y le di un beso en el pómulo.

Quería descartar cualquier posibilidad... cualquiera.

Salí de la cocina con mi cara de confusión, agarré mi bolso que estaba en el perchero de la entrada y salí de la casa. Empecé a caminar hasta una farmacia, la más cercana, cuando entré, no tardé mucho en ser atendida. Le pedí a la farmacéutica lo que buscaba y después de pagar salí de ahí. No iba a ir a casa para hacerme la prueba, corría riesgo de que alguien me vea y no quería generar ni falsas alarmas ni que piensen algo que no es, en caso de que dé negativo. Por supuesto.

Me decidí por preguntar en una heladería si me dejaban usar el baño, apenas entré, me encerré en el cubículo y empecé a leer las indicaciones. Según eso, si obtenía dos rayitas era positivo, si había una, era negativo. Okey. Seguí leyendo y tenía que esperar cinco minutos para saber la respuesta. Bueno, reconozco que estaba nerviosa y las manos me temblaban. Estaba muy, demasiado, extremadamente nerviosa. ¿Y quién no lo estaría en mi situación?

No es que sea un error en caso de que dé positivo, es más, me encantaría ser mamá. Pero yo quería empezar a tener hijos cuando termine la facultad, también sabía que Thiago estaría conmigo en todo momento y lo haría muy feliz...

Negué para alejar todos mis pensamientos. No sabía por qué me llenaba la cabeza si todavía no había conocido el resultado. Según mi cronómetro me decía que faltaban dos minutos, y mis piernas estaban cada vez más temblorosas. Mientras esperaba ese minuto y medio que me resultó tortuosamente eterno, iba repiqueteando mis piernas.

La hora llegó, la parte del resultado estaba boca abajo, suspiré hondo para que no me agarre una crisis nerviosa y cerré los ojos. Yo siendo dramática.

Vamos, solamente es una prueba, no es el fin del mundo. Me repetía a mí misma.

Di vuelta el test muy lentamente con manos temblorosas y el resultado estaba ahí.

Dos rayitas.

Pese a que no lo demostraba antes, no pude evitar sentir alegría. Sonreí mientras suspiraba para calmarme. Guardé la prueba en el bolso y salí del baño.

Una vez fuera del local, fui a sentarme a un banco de cemento que había enfrente, a pensar. Quería que el primero en enterarse sea Thiago, eso era más que obvio. Y pensaba decírselo a las doce de la noche en año nuevo, después de brindar. Sin embargo, estos seis días no puedo estar sola así, alguien tiene que saberlo, pero a las chicas y a mi tío quería decirles el primero de enero, mientras almorzamos, seguramente mis padres ya estén, dijeron que iban a estar acá el 31 a la mañana o mas tardar a la tarde. Pero no quería decirles. No ahora. Pero...

Agarré mi teléfono al darme cuenta de que había una persona en la que podía confiar y marqué su número.

—¿Hola?—atendió después del segundo tono.

—Erick, ¿te parece si podemos hablar? ¿Estás ocupado?—pregunté mientras veía a una mamá hamacando a un nene que no pasaba los cinco años.

—Eh... Sí... Sí.—parecía confuso.

—Te espero en la plaza catedral, ¿venís?

—Sí, sí. Esperame que llego en diez minutos. ¿No es nada grave? ¿Y Thiago?

—No—le corté rápidamente—, no le digas a nadie de que estás conmigo. Mucho menos a Thiago. Y sí, estoy bien, no es nada grave. Quedate tranquilo.

Después de que me repitiera que en diez llegaba, cortamos y empecé a caminar hasta el punto de encuentro.

Necesitaba una ayuda para poder llevar esto mejor hasta que se lo diga a todos, y la primera persona que se me venía a la mente era él, en este tiempo que nos conocemos nos hicimos muy amigos, y sabía que en él podía confiar. No le quise decir a Mar ni a Leo porque también quería que sea una sorpresa, y aunque ellas son mis mejores amigas, preferí esta vez no contarles. Quería que se enterasen en el almuerzo de año nuevo.



#6856 en Novela romántica

En el texto hay: amorodio, desamor

Editado: 24.03.2024

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