Mil Cosas

26

Un amor bajo la luna

 

Bajé del auto después de Thiago y nos dirigíamos a la puerta de la casa mientras él sacaba las llaves de su bolsillo trasero del pantalón. Entramos y sonreí para después darle un beso en el cachete e irme a la cocina. Ayer habíamos venido un rato a regar las plantas y a limpiar el polvo que se había hecho y mientras él se encargaba del parque yo había preparado jugo de naranja, y valió la pena porque ahora había y estaba frío y delicioso.

Mañana era 31 de diciembre y estaba caminando por las paredes, nunca se había significado tanto para mí dar una noticia. Y yo era tan ansiosa que era capaz de decírselo ahora mismo pero me tenía que aguantar.

Pasamos el día mirando películas y compartiendo besos hasta que cayó la noche. Él se acercó hasta la ventana para ver el cielo y sonrió.

—¿Vamos afuera?—fruncí el ceño por aquel repentino comentario pero acepté su mano y salí del sillón.

Cuando crucé el umbral de la puerta principal después de él, pude ver el cielo estrellado y una luna llena hermosa, de película. Quedé enamorada.

—Precioso, ¿no?—asentí y lo besé—. Pero no tan precioso como vos. —mordí mi labio y reí.

Volvió a entrar y yo lo esperé ahí, no tardó más de dos minutos en volver a salir, pero esta vez con un parlante, fruncí el ceño y al notarlo él sonrió.

Una melodía empezó a sonar y él me extendió la mano.

—¿Me permite esta pieza, princesa?—sonreí y la acepté, apenas mi mano hizo contacto con la suya me pegó a él llevando mis manos hacia su nuca y él puso las suyas en mi cintura, y así, abrazados, empezamos a bailar una balada.

«Solo para ti» de Camila.

Empezamos a bailar bajo la luna, siendo ella nuestra única testigo de nuestro amor. Porque otra vez volvíamos a sellar nuestros corazones y almas el uno al otro. Volviéndolo así, un solo corazón.

Eres todo lo que pedía
Lo que mi alma vacía
Quería sentir
Eres lo que tanto esperaba
Lo que en sueños buscaba
Y que en ti descubrí

La letra, él, todo era perfecto. Pero todo fue aun mejor cuando lo escuché susurrarme la canción al oído.
Ya no tengo corazón, ni ojos para nadie solo para ti—la forma en que me cantaba al oído era preciosa y tan significativa, quería quedarme ahí para siempre—. Eres el amor de mi vida, el destino lo sabia, y hoy te puso ante mí. Y cada vez que miro al pasado, es que entiendo que a tu lado siempre pertenecí...
Me aferré más a su cuello y nos quedamos ahí hasta que terminó la canción. Durante una hora más nos quedamos allá afuera, acostados en el pasto viendo las estrellas y la luna, simplemente... amándonos.

***

Al día siguiente nos levantamos temprano, y desde que recibió una llamada estaba raro, inquieto, después de desayunar nos fuimos para la casa de mi tío, todo el camino estuvo callado. Estaba empezando a preocuparme.

Cuando estacionó, lo primero que vi fue al frente y estaban mis padres con una sonrisa, sonreí pero en ese momento no pensaba en otra cosa que en saber qué le pasaba a Thiago.

Cuando quiso bajar, trabé ambas puertas, me miró confundido.

—No vamos a bajar hasta que no me digas qué te pasa.—suspira y apoya la frente en el volante—. Desde temprano estás así, ¿pasó algo? ¿Yo... Yo te hice algo y no me di cuenta?—vuelve a suspirar y me mira con suavidad, ya no parecía tenso, ni enojado, me acaricia la barbilla.

—Perdón, no es con vos. Perdoname.—besa mi frente.

—¿Entonces?

—La llamada que recibí hoy fue la de mi hermano.—levanté las cejas sorprendida—. Resulta que anoche llegaron mis tíos de Mendoza, hace mil años que no los veía, y querían que vaya a almorzar hoy, así brindábamos por año nuevo. Fue así porque le dije que hoy sí o sí a la noche la pasaba con vos. Entonces él me propuso eso, pero no estoy seguro. No sé si deba ir.

—¿Lo decís por tus padres?—asiente.

El hecho de que quiera quedarse aun sin saber que le tenía que dar una noticia me emocionaba y asustaba todavía más.

—Yo creo que tenés que ir a almorzar con ellos. Digo, tenés que romper esa barrera con tus padres, empezar el año bien, al menos hacelo por tu hermano y tu abuela, y bueno, tus tíos. —me sonríe mientras me acaricia el pómulo con ternura.

—Bueno, entonces nos vemos en un rato. Te juro que en cuanto haya algo que no me guste, vuelvo. —sonreí y negué—. Y si es así, no vamos a llegar ni al almuerzo.—dice más para él mismo.

—No seas así, dale una oportunidad.

—Vos sos mi fuerza, ¿no querés venir conmigo?—llevo la vista al frente.

—No puedo, acaban de llegar mis padres y no los veo hace un par de meses. A ellos les va a gustar que esté acá.



#6698 en Novela romántica

En el texto hay: amorodio, desamor

Editado: 24.03.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.