Mil Cosas

27

Cuando te fuiste, aprendí que no se puede tener todo en esta vida,
y fue una manera cruel de aprender, pero lo entendí.

 

No me dejes sola

 

Llegamos al hospital y al bajar del auto corrí hasta adentrarme al edificio y después seguí corriendo hasta la sala de espera. Mis lágrimas no pararon de caer desde que mi tío me llamó diciéndome que Thiago había tenido un accidente. Mi maquillaje era un desastre y mi corazón estaba loco, desesperado. Cuando apenas entramos a la sala de espera vi a Gabo, el hermano, junto a sus padres, su abuela y una pareja que de inmediato supe que eran sus tíos. Todos me miraron apenas me vieron llegar.

—Perdón por no avisarte, fue todo muy rápido. Nosotros llegamos hace diez minutos.—se excusa él. Negué.

—No te preocupes, te entiendo.

Seguramente parecía una loca, pero en ese momento no me importó, solamente quería saber como estaba el amor de mi vida.

Me senté pero en menos de dos minutos volví a levantarme al ver a mi tío salir de la habitación.

Se acercó a mí y puso sus manos en mis hombros, le sonreí con una sonrisa rota.

—Con la familia ya hablé.—nos dice a nosotros que acabábamos de llegar, saluda de forma rápida con la cabeza a mis padres y vuelve a mí, sus ojos llorosos—. Vir... Llegó en un estado muy grave, y... solamente un milagro lo puede salvar esta vez.—al escuchar esas palabras sentí el crujir de mi corazón.

No...

No, por favor no...

Un milagro... Solamente eso necesita.

Me abraza al ver que estaba a punto de derrumbarme. Lo abracé con fuerza, llorando antes de tiempo, pero no lo podía evitar. Me separé y él limpia mis lágrimas dejando su dedo pulgar manchado con rímel.

—¿Puedo ir a verlo?—pregunté limpiándome la nariz.

Mi tío suspira—. No, Vir, está en un estado muy delicado...

—Tío... Por favor...—le supliqué con mis manos entrelazadas frente a mi  cara y a punto de llorar de nuevo—. Necesito verlo, tengo que decirle algo y sé que me escucha. Quiero... Necesito verlo y estar con él un rato.

Mau suspira sin más remedio y asiente lentamente.

Entré a pasos lentos al cuarto y cerré la puerta tras de mí. Al mirarlo mi corazón dolió. Todo lastimado, con un respirador en su nariz, no respira por sí solo, y eso me puso peor. Me acerqué y acaricié su frente sacando los mechones de pelo que ya empezaba a caerse por su frente.

—Mi amor...—empecé y mi voz tembló. Besé su frente—. Sé que podés escucharme, y no tenés una idea de lo que me duele verte así....—volví a quebrarme y mis ojos se cristalizaron—. Tengo mil cosas para decirte. Que te amo es una de ellas, pero eso ya lo sabías. Yo... Me niego a aceptar que tengo que aprender a vivir sin vos, ¿me escuchaste? Así que no lo hagas, no te vayas. Yo sé que ese milagro que necesitás para curarte va a ocurrir... Yo... Yo necesito decirte algo, y planeaba decírtelo después de brindar pero... el destino tenía otros planes para nosotros. Falta poco para año nuevo y no podés dejarme sola en este comienzo de año. No podés dejarme así... embarazada. Porque sí, vamos a tener un bebé, esa es otra de las razones por la cual no podés irte. Tu hijo te necesita, y yo también; si tan solo supieras lo que había esperado para vivir un amor así... como el nuestro, y te juro que volvería a esperar por mil años, porque vos me enseñaste a amar, y no podés irte y dejarme en la nada.—dije llorando—. Thiago... volvé, si tenés que hacer algún tratamiento por los traumatismos que tuviste, vamos a hacer todo lo que haga falta, pero lo vamos a hacer juntos, mi amor. —me acerqué y lo besé. Me gravé el tacto de sus labios una última vez antes de despedirme y que puedan seguir revisándolo, me separé y acuné su cara entre mis manos—. Te amo, ¿me escuchaste? Más que a nada yo te amo...—el pitido de una maquina me calló.

Esto no era nada bueno, era de esas maquinas donde controlaban los latidos del corazón, no respondía bien al oxígeno. Salí corriendo en busca de mi tío.

—¡Tío!—dije entre llantos.

—¿Qué pasó?

—La maquina—dije con la respiración entrecortada mientras señalaba mi pecho.

Él pareció captar lo que le quise decir enseguida porque salió corriendo mientras llamaba a otros de sus compañeros.

Erick me abrazó y los demás que me acompañaban me hacían compañía también. Todos estábamos mal, frustrados, asustados, yo abrazaba con fuerza a Erick mientras mis amigas me daban fuerzas con una mano en la espalda. Me separé de mi amigo  y abracé a mis papás. Con ellos me permití llorar desconsoladamente hasta que no me quedaron más lágrimas por derramar.

Después de unos eternos minutos mi tío volvió a la sala con su barbijo puesto. Lo miré y sus ojos estaban llorosos, se sacó el barbijo y agachó la cabeza y lo vi derramar una lágrima. Ahí supe que algo no andaba bien. Me acerqué a él a pasos lentos y sus ojos encuentran los míos, extiende su mano cerrada y en la palma de la mía pone el anillo de Thiago y ahí lo entendí. Entendí lo que estaba pasando, todo tipo de ruido a mi alrededor se volvía cada vez más lejano, no me movía, no pestañeaba, nada. Solamente sabía que estaba respirando porque me sentía hacerlo. Sentí dos manos en mis hombros pero también el tacto de ellas lo sentía lejano. Había caído en un estado de shock. Lo último que recuerdo es como me desvanecí.



#6791 en Novela romántica

En el texto hay: amorodio, desamor

Editado: 24.03.2024

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