Mil Cosas

28

 

Te veo cuando despierto,
te sueño en las noches antes de dormir
La vida se volvió la misma rutina sin tenerte acá,
el dolor forma parte de mi cuerpo,
y tu sonrisa se vuelve un recuerdo.

 

 

Nadie muere de amor

 

 

Te amo.

Y aunque ya no estás, te voy a seguir amando.

Si me hubieran dicho que se iba a derrumbar cada pedazo de mi vida, de mi mundo con tu partida, igual te seguiría amando.

La vida no me importa sin vos.

Me miré en el espejo, mis ojos manchados con rímel por tanto llorar, estaba con un short deportivo y ajustado, y un top negro, descalza y mi pelo suelto.

Acaricié mi vientre mientras seguía llorando y viéndome en el espejo. Sequé los restos de lágrimas que quedaban debajo de mis ojos y me di la vuelta para no seguir viendo una imagen rota y destrozada en mí. Porque me veía en el reflejo de un espejo roto.

Thiago... tu nombre resonando en mi memoria una y otra vez, repitiéndose incontables veces por miedo a que dejes de existir hasta en mis recuerdos, porque sos aquello que no se olvida, porque me llegaste a tocar tan profundo el corazón que ni siquiera puedo odiarte por haberme dejado.

La pasión y la ternura. Eso fuiste.

Llegaste a tocar mi alma de una manera tan bella que cuando te fuiste sentí como mi mundo se derrumbó por completo, mi corazón ya no siente, ya no late. No rompiste mi corazón, cumpliste con tu promesa de amarme hasta que tu corazón dejó de latir, eso es lo que más me destrozó. Y mi corazón es prisionero del dolor que me dejaste cuando te marchaste.

Salí al balcón fijándome de que mis padres no estén cerca y miré el cielo, pensando en vos, miré la luna llena, esa misma que brilló para nosotros mientras bailábamos la balada. Eso también duele. Todas las estrellas se desvanecen y es tu sonrisa la que deslumbra más que cualquier brillante lucero.

En mi corazón ya nada queda más que tu ausencia haciéndome compañía. Tus besos y “te amo” son lejanos. Casi invisibles.

Thiago...

Aprendí a quererte demasiado rápido, no esperes que acepte tu ausencia de la misma manera.

Siento que seguís junto a mí, que me abrazás por las noches y tu huella sigue plasmada en mi almohada. Tu nombre está en cada palabra, cada foto, cada recuerdo...

Mi cuerpo, mis labios y mis brazos te extrañan. Veo tu sombra en la luna que antes brillaba para nosotros, me aferro a tu recuerdo y a tu reflejo que hacen presencia en el espejo.

Lo que vos y yo teníamos, tenemos, no le alcanza al corazón, y todas las palabras, las mil cosas que te dije, que me quedaron por decirte, son desgastadas.

Entre nosotros solo quedan ecos de amor.

Me apoyé en el balcón para mirar hacia abajo, son cinco pisos, más lágrimas se evaporaban al caer de mi rostro, le dediqué una última mirada al cielo y con lentitud me paré en la baranda de cemento con mis sollozos escuchándose en el silencio de la noche.

Lo que estaba a punto de hacer quizás no era lo mejor, pero no podía pensar con claridad y solamente quería estar con él.

Me quedé ahí parada, llorando, siento unos brazos alrededor de mi cintura y me ayuda a bajar, era él, sus brazos, su contacto, nos quedamos en el suelo mientras yo lloraba.

Pero él ya no estaba.

Me salvó de cometer una locura, no quiso que hiciera tal cosa, pero no estaba segura de soportar lo que estaba a punto de venir, no podría soportar su ausencia.

Nadie muere de amor, al principio pensé que era verdad.

Nadie nunca murió de amor, pero cuando él se fue, ahí lo entendí.
Entendí que sí es posible morir de amor, que morir de amor duele tanto como intentar comer vidrio roto.
No aguanto un segundo más si él no está acá, soy como la nada misma.

Estoy muerta en vida, vacía sin vos porque ya no estás.

No me arrepiento de nada de lo que pasó entre vos y yo, si no te hubiera conocido ahora no estaría pasando este dolor que quema como si tratase de caminar descalza sobre las brasas hirviendo de un amor que quedó en llamas.
Pero si no te hubiese conocido, no hubiera conocido el amor verdadero y el más puro y real de todos, no hubiera sabido nunca de qué se trataba realmente el amor. Porque vos me enseñaste a amar.
Pero mi corazón se encuentra en un desierto desde que ya no estás, el dolor que siento me quema por dentro y me pincho con las espinas de las rosas caídas, como si me clavaran una alambre de púa en la piel.

Nadie muere de amor, eso dicen, pero ahora siento que realmente me estoy muriendo y ahogando en tu ausencia.
Volvé, volvé aunque sea para decirte que te amo más que a nada y que vos, fuiste quién me hizo morir de amor.
Volvé para que vuelva a sentirme viva. Volvé porque la vida es una tortura sin vos.

Él... lo sentí, fue él. Él me bajó de balcón, y ahora estaba sola ahí en el suelo.

Sé que en dos días no voy a simplemente olvidarlo y olvidar esos meses juntos. Pero tenía que intentar parar mi dolor de alguna manera.

Estaba sentada en el suelo frío del balcón, mis manos en el suelo y simplemente podía liberar gritos desgarradores y lágrimas calientes.



#6866 en Novela romántica

En el texto hay: amorodio, desamor

Editado: 24.03.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.