Tiempo de Fundación – 1573 – Fundación para mucho Tiempo - parte 2 de 8
Parte 2 de 8 Jacinto
(nota, en este capitulo se utilizan muchos modismos o terminos locales que se aclaran al final del mismo)
- Palabra ma, palabra meno esa e la hitoria – concluyo el relato en su enrevesada jerigonza— No e pa arma tanto kilombo(1) che, el gaiego(2) solo anda algo demorado, se habrá aquerenciado con alguna chichisona(3) o estará de caravana (4), les dije a los del ministerio, cuando me preguntaro, que no hacía falta manda una patrulla— dijo el Jacinto y mirando a Amelia agrego con vos de galán de teleteatro— no sabía que la iba a manda a uste mamaza(5)—
- Eso no lo decidimos nosotros— aclaro Pacino algo molesto por el lance para con la compañera
- ¿Gallego?¿no es andaluz?— inquirió Alonso
- De este lado del rio de la Plata los españoles son todos Gallegos , del otro son Canarios— indico Amelia, siempre informada— tiene que ver con las corrientes migratorias del siglo XIX y XX.—
- Como sea— tercio Pacino— ¿quiere decir que don Jerónimo venia “bajando” desde Charcas, siguiendo órdenes del Virrey Toledo, paso por Santiago del Estero y, en vez de seguir al sur para llegar a las márgenes del Suquia a fines de Junio de 1573 y fundar Córdoba a principios de Julio, como cuenta la historia, siguió viaje a no sabemos dónde e ignoramos donde está ahora?—
- Ta por ahí— indico el llamado Jacinto, haciendo una seña circular con el brazo— dando vuelta buscando la ciudad de los Cesares, pero ia se va a cansa de anda al cuete y va volve, no e para preocupase che—
- ¿buscando la ciudad de los Cesares?— pregunto Alonso que recordaba haber escuchado hablar de la famosa ciudad de calles de oro, casas de plata con techos de amatista y fabulosas riquezas cuya leyenda corrió por toda América durante la conquista y bastante tiempo después.
- Ese berso— asintió Jacinto
- ¿Cómo?—
- Cosas que inventaron lo indio pa sacase de encima a lo conquistadore—
- Una vieja treta— hablo Amelia— Uno de los motores de la colonización de América fue la búsqueda de tesoros fabulosos. Muchos españoles y otros europeos que los acompañaron en su paso a las Indias eran desheredados, hidalgos sin fortuna, segundones sin herencia, o simples villanos sin una pulgada donde caerse muertos, que soñaban con hacerse ricos aquí conquistando las fabulosas riquezas de las que escuchaban hablar en las tabernas de los puertos. Los indios pronto aprendieron esto y que, ante la imposibilidad de vencerlos en batalla, encenderles la codicia fabulando sobre riquezas inmensas que siempre estaban a pocos días de marcha desde el lugar donde estaban, era una buena manera de hacerlos seguir viaje dejándolos tranquilos. o sea, de pasarle a otros el problema.—
- Ma clarín(6) échale agua— sentencio el Jacinto.
- Bien – medito Pacino— ¿usted dice entonces que don Jerónimo se cansara de buscar la ciudad de los Cesares, regresara y fundara la ciudad sin problemas?—
- Aja—
- Entonces ¿Cuál es el problema?—
- Que puede que no lo haga la fecha debida, el 6 de Julio—
- Sigo sin entender, a lo que veo lo peor que puede pasar es que los cordobeses del futuro festejen su día en otra fecha. ¡hasta capaz que les sea mejor! Supongo que en Agosto o Septiembre hará menos frio que en Julio—
- Bueno, si fuera solo eso…— comenzó a aclarar Amelia. Siempre bien informada. Era la única que respetaba meticulosamente el protocolo de trabajo y leía los informes antes de cada misión— más importante que la fecha de fundación de la ciudad es que, después de fundada volvió a partir, pero esta vez rumbo al este, en busca de un puerto para esta ciudad. Eso lo llevo a cruzarse con don Juan de Garay, justo cuando este estaba siendo atacado por los indios Timbues, que lo hubiesen acuchillado si, proverbialmente, no aparecía Cabrera con sus hombres— concluyo
- ¿Y?—
- Si don Jerónimo no llega a tiempo puede que no encuentre a Juan de Garay y este sea muerto—
- ¿y?—
- Pues, que Buenos Aires no volvería a ser fundada, por lo menos no por los Paraguayos de Asunción y toda la historia de la región podría verse alterada— término de aclarar, ya al borde de la desesperación.
- Ahhh— se escucho el coro de voces masculinas.
- Pues, entonces habrá que salir a buscarlo y hacerlo llegar a tiempo— sentencio pragmáticamente Alonso, al tiempo que dejaba la taza de té en la mesa y enfilaba para la puerta.
- No, no, espera che— lo detuvo Jacinto con perentorio ademan al tiempo que lo apartaba y abriendo la puerta, asomaba la nariz del otro lado.
No espió ni diez segundos que volvió a meterse en el cuarto, serrando la puerta con cuidado de no hacer ruido.
—No podemos salir por ahí— dijo— vamos por otro lado, e indicando la ventana salto por ella.
—¿Qué pasa?— pregunto Pacino algo impaciente tomándolo por el codo
—La María esta en el pasillo— fue la escueta respuesta.
—¿en el pasillo del ministerio?— pregunto incrédulo Alonso
—¡y ¿Quién es la María esa?!— consulto Pacino.