Natalie
Muerdo mi lápiz y no, no es por hambre, la razón se llama Shawn Price.
Soy el tipo de chica a la que le gusta dibujar corazones en la parte trasera del cuaderno, la que luego hace dibujos de palitos y bolitas tomados de la mano, adoro fingir que somos nosotros. Ya te estarás imaginando que soy una demente a la que le gusta espiarlo por debajo del flequillo. Adivina… ¡Acertaste, listillo!
La verdad es que mi pasatiempo favorito es mirar su trasero.
¿Qué? ¿Una chica no puede disfrutar de esos placeres terrenales? ¿Solo los chicos pueden? ¡Bah! Mírenme a mí, mordiendo el borrador del lápiz verde estoy muy distraída, más bien atraída hacia ese punto en particular.
Aunque también me gustan sus ojos café, ni hablar de sus labios gruesos y de su cabello revuelto. Creo que sus gestos son adorables y su forma de caminar muy comestible. Si bien no es el más musculoso y atractivo, tiene su propio encanto. Yep.
Shawn camina hacia el escritorio del profesor Golden y entrega su examen, seguro va a sacar otra de sus notas altas. ¡Maldito caliente sabelotodo!
Sale del salón sin mirar atrás. Muy en el fondo le doy las gracias al cielo, sería muy incómodo que me viera babeando por él.
¡Genial! Ahora tendré que responder la endemoniada cosa llena de operaciones matemáticas que más bien parecen jeroglíficos egipcios. Hasta creo que vi una casita, ¿o era una división? Da igual.
El timbre suena, yo dejo que mi cabeza se estampe en el banco sin importarme si me hago un chichón. Voy a reprobar otra vez, solamente contesté una pregunta: mi nombre.
Así de patética soy.
—Rápido, quien no me entregue su examen ahora tendrá un lindo cero de calificación —dice el profesor. Al menos son lindos porque de esos tengo muchos.
Mis compañeros se levantan para entregar la prueba, solo entonces hago lo mismo. Voy y pongo la hoja en el montón de papeles e intento pasar desapercibida, pero hoy mi suerte decidió quedarse acostadita en mi cama.
—Espero que haya estudiado, señorita Drop. —La voz del maestro me detiene en seco. Me giro sobre mis talones y le doy una sonrisita.
—Lo voy a sorprender.
Claro que lo hará, le dará un infarto al ver mi examen. El profesor Golden está más calvo que un hisopo, su bigote está lleno de canas, es largo y delgado como una pluma. No es una mala persona, me caería bastante bien si no fuera un grano en el culo que sabe sumar.
Me mira con escepticismo, salgo del aula antes de que pueda decir algo. No estoy escapando, se le llama supervivencia, selección natural.
El pasillo está lleno de alumnos que se dirigen hacia la cafetería. Justo en ese instante mi estómago comienza a rugir tal como lo haría una bestia indomable, estoy hambrienta. Sigo la corriente, no quiero ser aplastada por la estampida de estudiantes con apetitos alocados.
Busco a Jasmine, la encuentro a unos pasos de distancia, su espalda está apoyada en un casillero, Greg la arrincona y le come la boca, creo que va a succionarle el alma si sigue así. Giro los ojos.
—¿Es que no pueden estar separados por un minuto? —pregunto con fingida indignación.
Ellos se despegan y me miran divertidos. No me molesta que estén juntos, incluso creo que son la pareja perfecta… Algo así. Jas es una morena con caderas pronunciadas, su cabello oscuro es como el carbón, ella asegura que tiene descendencia hindú, me hace recordar a la princesa de Aladdín. Además de su gran atractivo, es uno de los mejores promedios de la generación. No me sorprende que Greg la adore, él es miembro del equipo de fútbol, apuesto, corpulento y con unos lindos ojos azules.
Un día mientras entrenaba con el equipo pateó tan fuerte la pelota que salió volando como un proyectil y sí, se estampó en mi cara, lo normal, soy imán para ese tipo de cosas, ya estoy acostumbrada. Si no hay desastres es que Natalie Drop no está ahí.
Se armó un circo: yo chillé, Jasmine se puso como un león furioso y el entrenador les dijo palabrotas a los jugadores cuando mi nariz comenzó a sangrar. Jas y Greg me llevaron a la enfermería y no pudieron separarse más. Tuvieron una cita, a los dos meses lo hicieron oficial.
Al menos mi nariz sirvió para algo, podría quitarle el trono a Cupido.
De todas formas, me las cobré muy caro, gracias a él puedo ir a las mejores fiestas, ya que es invitado porque pertenece a la realeza en la pirámide social, así que si voy detrás suyo me dan la entrada. Beneficios de que el novio de tu mejor amiga sea una estrella popular, ya saben.
—Tranquila, Natalie, dejaremos de besarnos el día que te atrevas a hablarle a Shawn. —Olvidé mencionar que Jas puede ser insufrible si se lo propone, como un mosquito deambulando a mi alrededor. Lanzan una risita al ver mi rostro.
—Venga, chica hamburguesa, quita esa cara. —Greg se está divirtiendo a mi costa, le gusta molestarme con mi empleo de medio tiempo, no para de hacerlo desde que me vio usando mi uniforme, ugh. Los señores Hest, mis jefes, dicen que es parte de la mercadotecnia, yo pienso que no tienen gusto para la moda o que han vivido todos estos años aislados en una caverna.
—Ja-ja-ja —remarco cada sílaba con dureza. A pesar de todo, me estoy divirtiendo—. Muy gracioso.
El pasillo se despeja, por lo que caminamos hacia el comedor, es mejor así, nos ahorramos la avalancha de cuerpos desesperados por entrar por una diminuta puertilla. Tomamos una charola y un lugar en la fila.
Analizo el menú, selecciono pastel de carne, una cubetita con caldo de dudosa procedencia, una ración de ensalada y un jugo de manzana. Busco nuestra mesa que ya está siendo ocupada por los amigos de Greg, ellos me saludan y siguen con su plática. No es como si los miembros del equipo de fútbol me dirigieran la palabra, creo que solo me saludan por cortesía, ni siquiera sé sus nombres.
Mis acompañantes se unen a mí minutos después, se sumergen en una conversación que solo ellos pueden seguir, ese es el único problema de que Jasmine tenga novio, los recesos son aburridos; antes éramos ella y yo, ahora somos tres, a veces no sé cómo lidiar con eso.