No sé cuánto alcohol hay en mí sistema, ni tampoco sé dónde se metieron Andrea y Luciano, desde que llegamos se desaparecieron. Llegamos justo en el apogeo de la fiesta.
Ahora estoy buscando a mí mejor amiga o a mí hermano, cualquiera de los dos. Voy abriendo cada puerta que me encuentro, pero todas están vacías, es raro dado el hecho de que los borrachos buscan lugares solos para tener sexo. Abro la última puerta y me encuentro con un grupo de chicos en círculo, entre los cuáles distingo a Alfredo, Melany, la novia de Eros, el cuál también esta; Angélica, la mejor amiga de la susodicha, y más personas de las cuáles no me se el nombre.
Alfredo me mira.
—¡Lu, ven a jugar con nosotros! —.Me hace señas con la mano para que vaya a su lado—. ¡Siéntate!
Me siento al lado de él y me inclino para hablarle.
—Al, ¿Has visto a mí hermano o a Andrea? —. Me mira y niega—. Los estuve buscando por toda la casa y no los encontré.
Alfredo iba a decir algo pero es interrumpido por Melany.
—Bueno, chicos, vamos a jugar —. Ella nos mira a todos y sonríe con malicia—. ¡Siete minutos en el paraíso! —. Algunos aplauden y entonces me puse a verlos a todos y me di cuenta que en total habíamos doce personas en el círculo—. ¿Quién empieza?.
Una chica de cabello morado coge la botella y la gira, ésta cae en Eris, la hermana de Eros, y en Alfredo. Eris sonríe y se lleva a mí amigo de la mano al baño que hay ahí en la habitación.
Eris Andrade, hermana melliza de Eros, es la chica más deseada en el colegio. Su cabello negro hace que junto con sus ojos verdes su piel se vea completamente perfecta. Es igual o peor que su hermano, rompecorazones. Es capitana del equipo de fútbol del colegio, y no niego que es buena, también es parte del grupo de teatro del colegio, lo cuál la hace aún más interesante, sin contar que es una de las mejores alumnas después de Carla Gutiérrez, su peor enemiga.
Sé dice que ellas dos eran como el día y el sol, completamente diferentes, pero que eso las hacía tener una química increíble, por lo cuál eran mejores amigas. Sé llevaban bien, hacían todo juntas, hasta que al regresar al segundo año de colegio, ya se odiaban sin una razón. Los chismosos dicen que es por que Eris no dejo que Carla saliera con su hermano mayor, Elías. Pero la verdad no sé y no me importa.
Vuelvo a la realidad en cuanto veo que Alfredo viene con el cabello revuelto y junto a él, Eris viene con sus labios hinchados sonriendo.
Alfredo se sienta sonriente.
—¿Y? ¿Qué tal te fue con Eris? —. Le pregunto apenas se sienta.
—Esa chica besa como no tienes idea.
—Wow, ¿Entonces...? —. Ni creo que hayan hecho eso en el baño.
Él suspira con nostalgia.
—No, se nos acabó el tiempo. Estábamos a punto de comenzar y golpearon y dijeron que se había acabado el tiempo, y pues, nos tocó salir.
Me doy cuenta que ya giraron la botella nuevamente y que esta cayó en Angélica y un chico pelirrojo. Estos se levantan y van al baño. Y así siguen las demás parejas sin que me toque a mí, lo cuál es bueno, por que nunca he jugado esté juego, y me da miedo la persona con la que me toque.
La chica de cabello morado que empezó sale del baño junto a un chico moreno, muy sonrientes los dos. Creo que todos han tenido un buen polvo está noche.
Está vez le toca girar la botella a Melany, y está cae en Eros y ¿En mí?
¡Espera...¿Qué?!
¡Esto no puede ser, no!
La vida está obrando en mí contra por haber hecho cosas malas. Yo no quise hacerlas, lo juro.
Y es que, de todos los chicos de éste círculo, ¿Por qué me tocó con él?.
¿Por qué?.
Todos me miran y esperan que yo me levanté y lo hago y salgo disparada al baño, encerrándome. Luego de unos segundos escuchó que golpean la puerta y el pánico se apodera de mí.
No puedo estar en el mismo lugar que Eros, al menos, no estando los dos solos, sería poner agua y aceite, seguramente, yo sería el aceite caliente y él sería el agua intentando acercarse a mí.
Con mí valentía al mil, me levantó de la tasa y abro la puerta, encontrándome con un par de ojos verdes mirándome aburridos.
—Pensé que te habías desmayado de la emoción —. Todo lo que sale de su boca es pura patraña.
—¿Qué? ¡No! —. Obvio casi me desmayo, pero no de la emoción—. No éstas tan bueno, como para que suceda eso.
Una sonrisa socarrona adorna sus labios.
—Claro, es obvio que te gusto —. Llevo escuchándolo aproximadamente dos minutos y ya quiero matarlo—. Seguro viniste primero para poder arreglarte.
No niego que Eros es guapo pero toda esa guapura se va al caño con su personalidad. Es un asco.
Estoy de espaldas a él, así que rápidamente me giro, perdiendo la estabilidad un poco, no tanto como para caer, y mareandome.
—Escúchame, Eros...—. Hasta decir su nombre me da asco—. No me atraes, ni me atraerás nunca, ¿Ok?. Sacate de la cabeza ese pensamiento que tienes sobre que todas las mujeres se mueren por ti o por un beso tuyo, habemos algunas con dignidad todavía.
No sé si fue sorpresa, tristeza o rabia lo que vi en sus ojos al terminar decir eso. Creo que fue rabia.
Se aclara la garganta.
—Seguramente, eres de esas que dicen que no les atraigo, que me odian y no sé cuántas ofensas más. Pero ¿Sabes qué? Me vale, me vale lo que pienses de mí. Así qué, cielo, mantente alejada de mí si tanto me odias.
Dicho esto, se inclina a darme un beso en la mejilla y sale del baño.
Cínico.
Eso fue... sorprendente. Es decir, me dijo que me alejará de él cuando nunca me he acercado.
Salgo de mí trance, y también del baño. Al salir me encuentro con todos mirándome curiosos, yo solo camino hacía la puerta de la habitación, me giró para mirar a Alfredo y articular con la boca "Luego hablamos", él asiente, y antes de irme paso una mirada al círculo y me doy cuenta que Eros no está.
Ahora me siento mal por decirle todo eso.