—¿Eres tú realmente? —le pregunta Emely.
En ese momento, Justin, que aún no sabía quién era la persona que se había sentado a su lado, volteó la cabeza.
Cuando vio a Emely, su corazón se aceleró como solía ocurrir en el pasado. Más ahora no era un simple joven. Era un ministro del Señor y sabía que sus intereses personales nunca podían ir por encima de la voluntad de Dios. Entonces recordó el versículo bíblico que decía:
"No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?"
2 Corintios 6:14
Pensó en responder negativamente, pero sabía que era una mentira y las mentiras no forman parte de la vida de un fiel creyente como él.
—Sí —respondió sin dudas.
Emely se sonrojó y se emocionó como nunca antes. Su corazón, el cual estaba a oscuras, se volvió a iluminar. Al fin había vuelto a encontrar al amor de su vida. Aunque su emoción se vio frenada cuando él añadió:
—Pero no soy el mismo de antes y es mejor que todo lo que pasó entre nosotros se quede en el pasado.
—¿Cómo que no eres el mismo de antes? ¿La promesa que me hiciste de esperarme una década era mentira? —Emely, llena de dudas y frustración, confronta a Justin con esas dos preguntas; sin embargo, no entendía lo que él le quería decir, así que no se detuvo ahí y añadió:
—Pasé estos 10 años pensando en ti. Renuncié a personas buenas que me querían por ti. Pensando en ti. Pensando que tú también me estabas esperando. Y ahora, después de tanto tiempo que te encontré, me dices que es mejor que todo quede en el pasado. Déjame hacerte una pregunta: ¿Me amas todavía?...
—"Claro que te amo. No dejo de pensar ni un solo día en ti. Eres la única persona que me ha hecho sentir lo que siento cuando te veo. Eres mi media naranja, la razón que hace latir mi corazón. Eres..." —respondió Justin en su mente mientras miraba a Emely recordando los viejos momentos que vivieron juntos. Entonces, sabiendo que estaba mal, le respondió de la forma más sincera posible:
—Yo tengo un nuevo amor...
Cuando Emely escuchó esto, sintió cómo su corazón se rompía en dos. Una lágrima corrió por sus mejillas y se fue sin decir una sola palabra.
Justin quedó solo, mirando el atardecer, destrozado por una parte y feliz por otra. Feliz porque había escogido a Dios antes que a ella y destrozado porque la seguía amando tanto como antes.
—Señor, si es preciso renunciar a todo, lo haré. Aunque me sienta tan mal como ahora, sé que todo esto me ayudará para bien. Tus promesas son fieles y verdaderas, así que esperaré y confiaré en ti. En el nombre de Jesús. Amén...
Aunque destrozado, su corazón sabía que era lo mejor. No podía estar con alguien que no amara a Dios. No podía traicionar al único que siempre lo ha amado y que dio su vida por él.
Pero Emely no entendía nada de lo que él pensaba. Al marcharse de allí, intentó convertir todo lo que sentía en odio hacia Justin. Ella pensaba que el nuevo amor que él tenía era otra persona y no sabía que él se estaba refiriendo a Dios.
Pasaron algunos días y, aunque intentaba odiarlo, no podía. Lo que sentía era más grande y no lo podía controlar.
Pasó un mes entero yendo atardecer tras atardecer al barranco, pero nunca lo encontró. Entonces fue a la iglesia, pensando que era el único lugar donde lo podía hallar.
Fue al culto del domingo por la noche, pero no se encontró con él. Luego fue el miércoles, viernes y sábado; la semana siguiente también fue a todos los cultos, pero él no aparecía.
—"Tan cerca y a la vez tan lejos" —pensó para sí cuando no lo encontró en la iglesia.
En esas dos semanas tampoco se había encontrado con Kevin, quien había estado enfermo.
Un día, sentada en el parque, alguien llegó a saludarla y le dijo:
—Señorita Emely, ¿cuánto tiempo sin verte?
—Oh, Kevin, lo mismo digo. ¿Dónde has estado estas dos semanas? —pregunta Emely, esperando que Kevin le responda con una respuesta que le dé señales de dónde pueda estar Justin.
—Estuve enfermo. Me dijeron que has estado visitando la iglesia— le dice Kevin sonriendo.
—Sí, me ha gustado y la estoy visitando por esa razón—. Viendo su oportunidad, lanzó una carnada para saber el paradero de Justin, añadiendo— No he entendido algunas cosas y no estabas tú ni el pastor para que me explicaran...
—Bueno, ya sabe que yo estaba enfermo, pero el pastor de seguro sí lo vio en la iglesia. Estas dos semanas ha estado predicando los dos miércoles y los dos sábados. Para conocer a su nueva iglesia...
—¿Su nueva iglesia?...
—Sí. Déjame explicarte. El pastor que te presenté la otra vez...
—Justin— lo interrumpe Emely.
—Sí, al pastor Justin lo mandaron a llamar a otra iglesia muy lejos de aquí y en su lugar trajeron al nuevo pastor Julián Méndez...
Cuando Emely escuchó esto, su corazón volvió a apagarse. Ahora sintió lo que él había sentido cuando ella se marchó. Sabía que él tenía un nuevo amor; sin embargo, ella quería verlo para pedirle perdón por su reacción y al menos obtener su amistad. Pensando que aún había una última esperanza, preguntó el lugar de su paradero:
—¿A dónde lo llevaron?
—El pastor se fue y no quiso decirle a nadie. Le pidió a todos los que lo sabían que no lo revelaran. Hasta dentro de uno o dos años.
Emely traía gafas de color oscuro; por esa razón, Kevin no notó la frustración en sus ojos al despedirse de ella.
—Bueno, señorita Emely, nos vemos este miércoles en la iglesia. La esperaré...
Ella le dijo adiós con la mano mientras en su interior lloraba de amargura. ¿Qué razón habría para ir a la iglesia ahora?
El miércoles sintió la gran necesidad de ir a la iglesia. Caminó por inercia hasta el templo, entró y, sin ánimos, se sentó en uno de los últimos bancos.
El nuevo pastor esa noche citó el versículo que se encuentra en 2 Corintios 5:17:
"De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas".
A Emely le llamó la atención el versículo, pues declaraba lo que había sucedido en Justin, quien se había comportado como otra persona. El pastor dio un claro ejemplo de cómo las personas son transformadas al ir a los pies de Jesús; de cómo las cosas del pasado ya no tenían nada más que ver con los que conocían a Cristo.
En un momento del sermón dijo las palabras:
—Los que conocen a Cristo tienen un nuevo amor...
Emely entendió a lo que Justin se refería y comprendió su forma de actuar, pero eso no quedó solo ahí. Emely se interesó por conocer de ese nuevo amor que había cautivado a Justin.
Con el paso de los días, Emely experimentó un cambio en su vida y comenzó a ser transformada por el poder de Dios. Ya no sentía nada en contra de Justin, pues ya lo entendía. A los siete meses de ese sermón, Emely decidió bautizarse y entregar su vida por completo a Cristo.
Dejó su trabajo y volvió a la capital para hablarle a sus familiares de Jesús y de su pronto regreso.
Habían pasado dos años desde su conversión y había llevado a los pies de Jesús a unas doce personas, incluyendo familiares y amigos.
Una de sus oraciones a Dios era encontrarse con Justin y pedirle perdón por su forma de actuar aquella vez. Sin saber si Dios le daría respuesta positiva a esa oración, clamaba todas las noches.
Es impresionante la capacidad de Jesús para cambiar la vida de las personas. Cambió por completo a Justin, luego a Emely y, de la misma manera, también te puede transformar a ti que lees. Abre la puerta de tu corazón hoy a Jesús y experimenta un nuevo amor...