Mis vecinos Guapos

Baltimore

-Mamá. ¿Cuánto falta parta llegar a nuestro nuevo hogar? – Mi hermana pequeña le pregunto a mi madre por centésima vez en menos de dos horas.

-Cariño. Sólo nos quedan 5 minutos. ¿Vez? – Mi madre le enseño su Celular con el GPS encendido. En el se mostraba el tiempo que había transcurrido desde que iniciamos el viaje y el tiempo que faltaba para llegar a nuestra nueva casa. Había transcurrido una hora y 29 minutos y mi hermana, desde el primer día que supo que tendríamos una nueva casa, no paraba de contar las semanas, los días y las horas, incluso los minutos para conocer nuestra nueva casa en Baltimore. Una hermosa ciudad que sólo había visto por medio de imágenes en Internet. No habíamos mudado ahí porque mi madre había conseguido un trabajo como mezcladora de vinos en un bar muy famoso de aquella ciudad. 

Lily, aparto el libro de historia que tenía en su regazo, cruzo sus piernas y miro por debajo de sus anteojos atentamente el teléfono de mi madre. A pesar de que aún contaba con 8 años, a su corta edad había vivido mucho más de lo que cualquier niño a su edad lo hacía. Todo eso gracias a que mi padre nos había dejado cuando ella tan sólo tenia 4 meses de nacida. (Aunque también es importante aclarar que tenía un coeficiente intelectual de 156 puntos) Mi madre se había enfermado gravemente y yo a mis 9 años tuve que aprender a cuidar de Lily y el inútil ese de mí padre, se dio a la fuga para dejarnos, con deudas, pleitos y sumidas en la miseria.

Poco a poco habíamos rehecho nuestra vida, gracias a que mi madre era una excelente cocinera, sobretodo cuando juntas descubrimos su asombrosa habilidad para mezclar los sabores del vino y poder acompañarlos con comidas realmente sencillas pero que se vendían a un muy alto precio.  

Ahora nos encontrábamos las tres metidas en el auto de mi madre mudándonos por... ¿Cuarta? ¿Sexta? ¿Décima vez? ¡Joder! de las muchas veces que nos hemos cambiados ya he perdido la cuenta.

"Has llegado a tu destino"

El GPS sonó.

-Bienvenidas a su nuevo hogar- Mi madre digo con una enorme sonrisa apagando el auto.

Baje del auto y mire con detenimiento como lo hacía Lily. Por fuera era bastante decente comparada con las casas que anteriormente habíamos tenido. Se trataba de una casa de dos pisos color amarilla, con grandes ventanas y un pequeño patio por enfrente.

-¡Realmente es bonita!- Dije sonriendo

-¿Verdad que es bonita?- Lily dijo.

- Y aún no han visto el interior. – Mi madre sonrío extendiendo las llaves a Lily, quien las agarro con mucho entusiasmo y se apresuro a abrir la puerta principal.

-¡Vamos Kiara, Vamos!- Dijo abriendo la puerta e invitándome a entrar. La seguí. Por dentro la casa era demasiado sencilla. Sus paredes eran blancas y no era demasiado grande. En los espacios que correspondían a la sala y el comedor estaban puestos los muebles que dos días atrás había traído la mudanza.

-Kiara, Ya he elegido la habitación más linda – Lily dijo desde el segundo piso. Subí para encontrarme con ella. Estaba tumbada sobre una de las camas con las manos y brazos extendidos. – Me gusta esta, puedo ver toda la ciudad desde aquí. – Dijo levantándose y acercándose a la ventana.

-Tienes razón. Y debe ser mucho más linda por la noche. – Le dije despeinando el chongo que siempre se hacía para recoger su cabello.

-¿Oye? No puedes hacer eso. Vas a estropearme el peinado. - Se quejo.

-Ja. Cómo si realmente te peinaras. – Me burle.

-Tienes razón. No me peino porque es una perdida de tiempo... ¿Sabes cuanto tiempo tarda en promedio peinarse una mujer? Leí que puede tardarse alrededor de 30 minutos, para ser exactos 28 minutos, 17 segundos y 2 milésimas de segundo, eso sin contar la cantidad de veces al día que tienen que retocarlo porque ...-

- ¿Entonces podrías usar ese tiempo en ayudarme a bajar las maletas del auto? – La interrumpí sabiendo que su discurso tardaría más de 30 minutos.

- ¿Sabes cuál es tu problema Kiara? – Me pregunto mientras salíamos.

-Huh- Abrí la cajuela.

-Qué no tienes novio. Y eres alguien que no ha vivido sus dulces 17, tal vez en esa nueva escuela tuya, podrás conseguir un novio y así yo tendré un cuñado con quien hablar cosas de adultos.

-¿Eso que tiene que ver con el Cabello?- Pregunte bajando una maleta.

-He pensado que, si quiero tener un cuñado, inteligente, guapo, amable, con una linda sonrisa y por supuesto, sexy. Tendremos que empezar a manejar esa gran melena pelirroja que tienes.

-¡Oye! ¿Qué tiene de malo mi cabello? – Baje otra maleta.

-Digamos que no es muy sofisticado. – Con la otra rasco su barbilla.

-¿Y sabes cual es tu problema?- Dije. Ella me miro entrecerrando los ojos. – Que hablas demasiado y no ayudas. – Le extendí su maleta.

-¡De acuerdo de acuerdo!- Dijo mirándome pero después desvío su mirada por detrás de mí. Me giré sobre mis talones para ver lo que ella veía y justo en la casa de enfrente había un tripié de madera, con un cartel con letras grandes donde se podía leer. "Bienvenidos a su nuevo hogar" Pero antes de que pudiera decir o pensar algo. Lily ya estaba cruzando la angosta calle que nos separaba de los vecinos.

-¡Lily! ¡¿Qué demonios estas haciendo?!- La agarre por el brazo.

-Déjame conocer a nuestros vecinos amables. Sería descortés de nuestra parte no darles las gracias por ser tan atentos con nosotras ¿No crees?

-No sabes si ese cartel es para nosotras.

-Osea ¡Hello! Somos las únicas que se han mudado ¿No? – Dijo zafándose de mi mano y acercándose más a la casa del vecino. -Además, tengo curiosidad de quién podrían ser nuestros vecinos. Tal vez una chica divertida con quien jugar. También podría ser una bruja que usa gatos para alimentarse o un chico lindo que se enamore de mi a primera vista- Coloco sus manos sobre su pecho y miro al cielo pestañeando varias veces.




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