Miss. Perfect & Mr. Tricheur

3. HARMONY

CAPÍTULO 3| Harmony

──❀•❀──

Me encontraba frente a la puerta del instituto, observándolo con la misma emoción con la que se observa un atasco en hora punta: ninguna.

Detrás de mí, Alfie seguía apoyado despreocupadamente en el Rolls-Royce negro impoluto que, para mi desgracia, ahora era nuestro medio de transporte a todas partes. Un coche ridículamente ostentoso que llamaba demasiado la atención, justo lo que no quería en mi primer día.

—Me quedaré aquí hasta que estés lista, señorita Renoir —musitó Alfie con su eterna calma británica.

Y, aunque jamás lo admitiría, me alivió escucharlo. Pasaron unos minutos y aún sentía su mirada fija en mi espalda, como si temiera que saliera corriendo en cualquier momento. Cuando finalmente reuní las fuerzas suficientes, me giré y le hice una seña con la mano. Alfie asintió con una leve sonrisa antes de subir al coche y desaparecer por la calle.

Aparentar que tenía todo bajo control se había convertido en mi especialidad. Un escudo pulido a base de años, de golpes y, sobre todo, de aquel accidente que puso mi vida en pausa y me dio un ultimátum: "Si no quieres vivir, está bien. Pero si aún hay una parte de ti que duda, vive."

Así que aquí estaba. Vivant.

Solté un suspiro, me pasé una mano por el pelo para acomodarlo y sacudí la falda gris del uniforme. Los colores de este instituto me parecían tristes, apagados, casi tan insulsos como la idea de estar aquí todo un año. Pero no había opción.

Con paso firme, crucé la entrada y me adentré en territorio desconocido. Caminé por el hall, observando a los que serían mis compañeros durante un año, hasta que lograra entrar en la compañía de ballet de la Ópera de París, donde Étienne, mi hermano, ya se encontraba.

──────────

Al llegar frente a la puerta de la secretaría, me quedé esperando al director y a mi supuesta "guide scolaire". No tenía el más mínimo interés en socializar el primer día. Prefería observer, analyser et trouver la manera de sobrellevar este año sin demasiadas complicaciones.

Mientras observaba a mi alrededor, analizando los nuevos rostros y la arquitectura del lugar que, por obligación, tendría que llamar "institut" durante un año, una voz masculina me sacó de mis pensamientos.

—¡Señorita Renoir! ¡Señorita Renoir, aquí!

Parpadeé un par de veces antes de localizar al hombre que me llamaba. Un señor de aspecto distinguido, probablemente en sus cincuenta, con el cabello completamente canoso y una presencia que, a pesar de ser imponente, resultaba extrañamente acogedora.

Intenté responder, pero la voz se me atascó en la garganta.

—Ho...o...la... soy... H...— Me estaba trabando. ¿Yo? No podía ser.

Respiré hondo, cerré los ojos por un breve instante y me puse la máscara que nunca fallaba. La chica perfecta, pulida, segura.

—Lamento la espera, señorita Renoir. Soy el director Lawrence, un placer conocerla —dijo el hombre con una amabilidad que parecía genuina.

—Hola, soy Harmony Renoir. Un placer conocerle —respondí con la voz firme, sin una sola fisura en la compostura.

El director asintió con aprobación y, tras él, apareció una chica que llamaba la atención al instante. Morena, de rizos castaño oscuro, con unos ojos que parecían llenos de luz propia. Su mera presencia me hizo sonreír, un gesto que, hasta ese momento, no había salido de manera natural en toda la mañana.

—Señorita Renoir, ella es Isla Bennet, una de nuestras mejores estudiantes y presidenta del comité de bienvenida. Será su guía estudiantil durante el próximo mes —explicó el director, señalándola con un leve movimiento de la mano.

Odié el sonido de "señorita Renoir". Siempre iba seguido de una sombra, de una expectativa, de una historia que no era mía, sino de mi apellido.

—Señor, llámeme Harmony. No es necesaria tanta formalidad, soy una alumna más —mencioné con cortesía, aunque con firmeza.

Sabía que no era verdad. Jamás sería una alumna más, no con mi apellido, no con lo que representaba. Pero, al menos, podía fingirlo.

Me giré hacia Isla, dispuesta a ser cordial.

—Por otro lado, encantada de conocerte, Isla. Soy Harmony.

—Hey, ¿qué tal? Un placer, novata —contestó ella con un tono desenfadado y una sonrisa contagiosa.

Por alguna razón, su actitud relajada me hizo sentir menos atrapada. Menos enfadada con el mundo.

—Señorita Ren... digo, Harmony —se corrigió el director con una sonrisa—, espero que tenga un día maravilloso. Y si necesita cualquier cosa, puede acudir a Isla o a mí.

"Un día maravilloso". No pude evitar soltar un suspiro interno. Pero al menos Isla parecía una compañía soportable. Tal vez, solo tal vez, este lugar no sería un completo desastre.

──────────

No sabría decir en qué momento ocurrió, pero cuando me di cuenta, caminaba por los pasillos del instituto con Isla aferrada a mi brazo, como si fuéramos amigas de toda la vida. Hablaba sin parar, explicándome cada detalle con una emoción contagiosa: quién era quién, cómo eran sus familias, e incluso me confiaba algunos cotilleos que circulaban entre los alumnos.

—Oye, novata, ¿y tú? ¿Qué te cuentas? Háblame un poco de ti —indagó de repente, girando su rostro hacia mí con una sonrisa pícara.

La pregunta me pilló por sorpresa.

—Yo... no suelo hablar mucho de mí —respondí con naturalidad—. No hay demasiado que contar, ¿sabes? Soy una chica cualquiera.

Isla me lanzó una mirada escéptica y dejó escapar una risa suave.

—Ya... ¿y por qué será que no te creo? El director te ha tratado como si fueras una princesa, y los rumores sobre ti no se quedan atrás —comentó con esa chispa de curiosidad en los ojos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.