Mitad mentira. Mitad verdad

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CAPÍTULO 7

 

"Yo no pensaba en el amor, ni lo creía y mucho menos lo buscaba, y de pronto apareciste tú"

Sebastián


Salí de la cafetería, regrese al estacionamiento donde deje aparcada mi motocicleta. Subí a ella y me dirigí a mi casa

Después de un viaje corto de quince minutos, ya que iba despacio disfrutando del viaje y reflexionando sobre mi día y sobre todo sobre los errores del ensayo; llegué a la puerta de mi hogar y al abrirla me encontré con mi madre sentada en uno de los sofás que estan en la sala de estar

–Hola cachorro ¿cómo te fue en el ensayo?–me sonrió y palmeo el lado desocupado del sofá donde estaba ella. Recosté mi cabeza en sus piernas, pidiendo silenciosamente que me acariciarla el cabello

–Bien má. Fue cansado, pero estuvo bien– ella me miró insegura

Mmm... ¿Seguro? Suenas apagado y cuando te dejas consentir es mala señal

–Estoy bien madre... Solo es cansancio–vuelve a mirarme y suspira.

Lo sabía, las madres siempre saben cuando algo nos ocurre

–¡Bueno! –dije dandome por vencido y contándole todo–Creo... Creo que el personaje de "David" me queda un poco grande. Hoy me equivoque tanto que hice enojar a Fernando–

Mi madre conoce al profesor de actuación porque el en algunas ovaciones también ha sido maestro de mi padre

No digas eso Sebastián. Solo te está costando más de lo normal–me palmeo la frente en señal de que levantará mi cuerpo y lo pusiera a su altura–Tienes que trabajar más duro. Eres muy capaz, después de todo eres un Orconí Moran y aquí el éxito sobra. Y se que con la guia de Omar lograrás grandes cosas–

Mis padres y los de Biga se conocen, de hecho, nuestros padres han trabajado juntos varias veces y se podría decir que son amigos, no muy cercanos como Abi y yo, pero se llevan bien

–Gracias mamá. Te prometo que daré todo por hacerlo bien. ¡Lo lograré! –sonreí recordando las palabras de Alexander el primer día de ensayo, cuando los nervios me dominaban "¡tranquilo, todo saldrá bien!"Todo saldrá bien, lo juro–

–¡Eso es mi hombresote! –sé alejo un poco de mi para recargarse en el respaldo del sofá–Cambiando de tema ¿Cómo vas con Hanna? ¿Ya cayó la niña, por tus encantos?– levantó las cejas de forma sugerente– ¿O se hace la difícil?

Le tenía mucha confianza a mi madre, éramos grandes amigos, tanto ella como mi hermano e incluso mi padre, que ante él solía guardarme ciertos sentimientos por miedo a ser juzgado ya que no quería parecer débil ante el. Pero sabian sobre Hanna, incluso mi madre me ayudó a escoger el arreglo floral que le di en nuestra segunda cita

No, aún no. Hanna es increíble y al parecer también gusta de mi... El problema soy yo, aun no le pido formalizar nada–

Hace unos meses rogaba porque aceptará salir contigo ¿Y ahora que la niña está por caer ante tus encantos, no aprovechas? Es ahora o nunca Sebastián–

–Es que má, ahora tengo mucho trabajo y entre eso y el fútbol no tengo tiempo–

Sebas. Tienes 16, a esta edad se puede todo. Arreglaste, es momento de que Hanna por fin sea tuya– a este punto ella se veía más emocionada que yo–Déjame todo a mi–

OK, iré a ducharme

Subí las escaleras directo a mi habitación para poder darme un baño y arreglarme. Pero antes de todo le envié un whatsapp a Hannie para preguntarle sobre salir y otro a Biga contandole el plan para que supiera que hoy no nos veríamos y también para que me deseara suerte

Esperando respuesta me dedique a buscar algo de ropa que me gustara para la ocasión y entre tanto elegí unos jeans negros, un poco deslavados de las piernas, una playera roja junto a una chamarra de mezclilla del mismo color que el pantalón y mis botines cafés. Algo sencillo pero definitivamente de mi estilo

Ya está todo listo bebé. Tu cita será increíble, nos hemos encargado de todo—mi madre entró a mi cuarto para contarme como marchaban las cosas–Con ese atuendo la vas a amarrar–

Gracias, me daré prisa

El teléfono sonó, marcando una respuesta de los whats enviados. Era Hanna, aceptando mi invitación. Sin más y con una sonrisa en el rostro me metí al baño y me duche. Poco después de media hora baje las escaleras

–¡Suerte campeón!– dijo mi padre con una sonrisa pequeña

Julián Orconí no era un hombre de grandes demostraciones afectivas, sin embargo de algún modo te transmitía su amor, su confianza y sobre todo su valentía. Pará mí, mi padre era un ejemplo de lo que debe ser un hombre. Audaz, inteligente, trabajador, disciplinado y sobre todo es siempre estar siempre bien puesto para ser un pilar de familia

–Gracias Pá–

Me explicaron todo lo que habían hecho para que la cita fuera en un lugar especial para mi y aunque ellos no lo supieran, lo seria aún más para Hanna.
 

"-¿Cómo sabes que es amor? 
-Fácil. Mi cuerpo vibra ante su presencia. 
-¿Y si después de un tiempo ya no lo hace? 
-Entonces, ya no habrá amor." 
 




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