Mitades imperfectas

CAPÍTULO 16. Incertidumbre

Había pasado una semana exactamente desde que Peter y Annabelle habían vuelto de Hawái. Su hermano aún seguía en coma y cada día que pasaba era un auténtico calvario para ella. Le habían dicho que las personas en coma podían tardar semanas, meses e incluso años en despertarse; algunas no lo hacían nunca. El panorama no le gustaba en absoluto.

Como su madre se lo pidió, en esos últimos días había vuelto a vivir en su casa —después de bastantes ruegos por parte de Alejandra—. Peter se entristeció, pero no puso ninguna objeción. Él también permitió que Ann faltara al trabajo últimamente, mas la joven sabía que tenía que regresar pronto, aunque Peter literalmente le había prohibido la entrada al trabajo —y le pagaba como si ella fuera—. Estaba muy preocupado por ella.

Por otro lado, su madre tenía la suerte de ser doctora y trabajar en el mismo hospital donde estaba Jeremy internado, y se estaba encargando de todos los gastos, aunque Peter también quiso ayudar con una parte. Podía ser un largo tiempo que Jeremy estuviera ahí y los gastos no se detenían.

Annabelle estaba infinitamente agradecida con él, sorprendida por el cuidado que le estaba poniendo y cómo la estaba apoyando. Cada vez se sentía más segura de los sentimientos de él hacia ella, ya no solo los intuía, ahora podía sentirlos.

Peter solo iba por las tardes al hospital, ya que no podía dejar de lado su empresa, pero aun así se la pasaba mandándole mensajes al celular. Eso la distraía un poco de pensar que su hermano estaba inmóvil en una camilla.

Andrea Powell, una muchacha con la que salía Jeremy hacía como dos meses antes del accidente, no había faltado ni un día desde que Jeremy estaba en el hospital. Ella iba a verlo desde la mañana y se iba por la tarde, pues trabajaba en las noches. Era la única de las muchas amiguitas de Jeremy que se había preocupado por él.

Annabelle podía ver en sus ojos cafés que también sufría, la notaba nerviosa cada vez que preguntaba por algún avance de Jeremy. Indudablemente, esa muchacha estaba enamorada de su hermano, la castaña lo sabía. Hablaba de Jeremy con ternura, con amor. Y cada vez que entraba a ver a su hermano se le llenaban los ojos de lágrimas. ¿Así se veía una persona enamorada? Se preguntaba Annabelle. De pronto se preguntó cómo reaccionaría si Peter llegara a estar en una situación similar. Sacudió la cabeza sin ser capaz de evocar eso, era inconcebible.

Las dos se encontraban sentadas en un pequeño sillón haciéndole compañía a Jeremy. Él simplemente parecía estar en un sueño profundo, tranquilo y en paz.

—¿Cómo lo conociste? —le preguntó Annabelle.

Andrea la miró con los ojos brillantes mientras recordaba. Una sonrisa se curvó en sus labios.

—Como ya te había dicho... yo trabajo en una discoteca. —se pasó la mano por el cabello—. Una noche se acercó a la barra y me pidió una bebida. —sonrió.

Ya se imaginaba a su hermano tratando de ligarse a esa chica.

—Me dijo su nombre y yo a él, el mío, parecía interesado en mí. Hasta me pidió mi número y me aseguró que regresaría al día siguiente —sus ojos estaban clavados en un punto fijo como si no estuviera ahí. Había adoptado un gesto ausente—. Por una extraña razón estaba ansiosa por verlo de nuevo. Cuando ocurrió, hablamos abiertamente y poco a poco lo fui conociendo más. Iba todos los días a la misma hora solo para encontrarse conmigo.

Hablaba con melancolía, como si Jeremy hubiese muerto. Ann sintió un escalofrío ante esa idea.

—Entonces me di cuenta de que él no solo era un amigo para mí, yo lo veía como algo más. Jeremy me cortejaba, pero podía percibir su miedo a sentir por mí... algo más que una simple atracción —suspiró.

Ann permanecía callada, imaginándose todo lo que le contaba. Su hermano nunca le había hablado sobre ella.

—Después empezamos a salir; ya no solo nos veíamos en la discoteca —prosiguió Andrea con amargura, bajando la mirada un poco—. Un día me invitó a salir, pero... —una lágrima corrió por su mejilla, perdiéndose en la barbilla.

Ann estaba a punto de interrumpirla, pero ella siguió hablando.

—Otra chica, de las muchas con las que él salía, nos encontró y le gritó a él todo tipo de barbaridades y a mí me ofendió diciéndome que era una zorra por meterme con su novio. —Se podía ver el esfuerzo en su rostro por no demostrar demasiado.

A la castaña se le formó un nudo en la garganta al comprender cómo se habría sentido. Su hermano había jugado con sus sentimientos y ahí estaba ella, a su lado.

—Entonces comprendí que él era de esos hombres que nunca andaría solamente con una persona, me entristeció mucho y le dije que no quería volver a verlo —hizo una pausa para tomar aire y prosiguió—. Pero cuando le dije que lo dejaba, pude ver un enorme dolor en su rostro. Me aseguró que no sabía lo que sentía por mí y que se sentía muy confundido. Me dijo que nunca le había pasado con nadie —sorbió por la nariz—. Cuando pasaron unos pocos días, al ver todos los esfuerzos que hacía porque yo lo perdonara y volviera con él, supe que estaba enamorado de mí y no se había dado cuenta. Cuando quise ir a verlo me informaron que... —esbozó una mueca y después apretó los labios para controlarse. Ann ya sabía el resto de la historia.

La abrazó cariñosamente mientras se unía a su dolor —igual de grande y diferente al mismo tiempo—. Esa chica de verdad que estaba enamorada de su hermano y algo dentro de ella le decía que Jeremy sentía lo mismo por Andrea.

Cuando su hermano había encontrado finalmente el amor —después de tantas cosas estúpidas que había hecho—, le había tenido que pasar eso. Qué injusto era para él.

Andrea se apartó de ella secando sus lágrimas con el dorso de su mano. Ann la contempló a ella y después a su hermano, y se dio cuenta de que hacían una hermosa pareja. Tan hermosa como ella y...

No continuó, últimamente su cerebro se empeñaba en reproducirlos a Peter y a ella. Y aunque no lo admitiera, comenzaba a sentir miedo. No sabía exactamente a qué le tenía miedo. ¿A que él le hiciera daño? ¿A que él no le correspondiera? Dudas de temor no le dejaban ver lo que estaba claro.



#437 en Joven Adulto
#5281 en Novela romántica

En el texto hay: deseo, romance, amor

Editado: 16.04.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.