Una cabellera castaña se hacía presente en la entrada del instituto, dirigiéndose a su aula para poder comenzar sus clases y vivir su clásica rutina de siempre.
Las sonrisas de aquella chica habían desaparecido desde hace mucho tiempo, algo que nadie nota o simplemente a nadie le interesa. Por qué así es el mundo, egoísta, piensan en ellos mismos y no en lo que los otros sienten, al diablo el pensamiento de los demás, al diablo todo. Ese era un simple pensamiento de la castaña hecho y confirmado por todo lo que pasó estos últimos años.
Sus pasos continuaron hasta entrar a su clase. Aún no venía el profesor, cualquier persona aprovecharía ese momento para hacer las tareas que les faltan, algo que pudieron haber hecho cualquier otro día pero su pereza no les permitió; también se puede aprovechar ese tiempo para socializar.
Algo que aquella chica ya no lo hacía con esa misma alegría de antes.
¿Qué diablos le ocurrió? Te preguntarás, pero la verdadera pregunta aquí es ¿Podrá tiroalblanco cruzar el gran cañón?.
—Buenos días Zanh.—y ese era su nombre, Zanh. Una chica de 17 años sin ganas de seguir viviendo, una descripción corta, pero realmente... ¿A alguien le interesaría?
Aquel persona que le saludo, o también podría ser llamada la única persona que notó su llegada y existencia. Él se llama Tegh, unos de sus amigos. Si, Zanh tiene amigos, su mente puede estar llena de muchas cosas negativas pero esas cosas solo eran para ella, se las guardaba ella misma. Así que todos sus amigos piensan que ella es una persona alegre y positiva. Ja, se la creyeron we.
En fin y al cabo, ¿a quién le importaría su triste vida?
—Buenos días Tegh.—sonrío, y como siempre, falsamente. Rayos, sí que le cansaba sonreír, ¿cómo hacia el resto de gente para ocultar su dolor con tanta facilidad? A Zanh le cansaba, le cansaba todo. Le cansaba la mochila que cargaba detrás suyo, le cansaba escuchar al aburrido profesor hablar, le cansaba estar sentado horas y horas en su asiento, le cansaba tener que oír, le cansaba tener que hablar, le cansaba tener que ir todos los días al maldito hospital solo para ver al ser que ama pudrirse a diario.
Observó mejor a su compañero, el pelirrojo traía una sonrisa pintada en sus labios y era tan bonita que al verla recordaba porque era modelo.
Sus ojos relajados como siempre, con la mirada cansada, así como las de ella mismo o tal vez no.
Zanh nunca pudo entender porque tenía esa mirada, su vida parecía fácil, sencilla, normal, de muchos lujos, podía tener lo que quisiese...
Él si tenía dinero.
La chica de ojos cafés envidiaba al de ojos avellana como ya habrán podido notar.
Los mismos pensamientos los tuvo ese día en el que se realizó el Evento de Música, algo que lo desconcentró justo en el instante en donde era el turno de su grupo y competían contra "Black"
Sus puntos bajaron ya que la chica se confundió en una nota por tanto pensar en la lujosa vida que lleva Tegh comparándola con la propia.
Si no fuera por culpa de Zanh, los chicos estarían en primer lugar y no en el tercero. Incluso fueron derrotados por "Nand" también, quienes quedaron en segundo lugar.
Después de tanto pensar -otra vez- fue a su carpeta. La que estaba adelante del pelirrojo, quien desde que la castaña llegó, no dejaba de pensar en por qué estaba así, de hecho, siempre se le veía de esa forma.
Por eso Zanh odiaba a Tegh.
¿Por qué?
—¿Por qué estás así?—soltó sin pensarlo haciendo que la castaña volteara, viendo al que preguntó encontrándolo preocupado.
—¿Eh?—Zanh estaba confundida ¿a caso Tegh le estaba preguntando el por qué de su actitud?—¿A qué te refieres?
—Siempre te veo triste, decaída y sin ganas de hacer nada.
La castaña se sorprendió al oír esas palabras salir de la boca del chico pelirrojo. ¿En serio alguien se estaba preocupando por ella? ¿En serio alguien había notado todo eso? Lo que más le sorprendió fue que el rojizo fue la persona quien notó todo eso. Ahora se sentía mal por haberlo odiado durante mucho tiempo. Tegh no puede ser tan malo... ¿Verdad? Zanh lo quiere conocer un poco más.
En este punto no sabía si lo que decía era verdad o no.
—Estoy bien...—sonrío un poco para calmar al pelirrojo, pero no lo había logrado, desde kilómetros se podía notar que su sonrisa es forzada.—Solo son... problemas familiares.
...
Las horas pasaron y pasaron, realmente a Zanh no le interesaba mucho lo que el profesor hablaba, y al parecer a otros tampoco, las primeras horas de clase les tocaba con el profesor más aburrido del mundo.
Que se le iba a hacer, tampoco se podía salir de clase, solo hay que pretender que prestas atención y pensar en cosas bonitas que no sean matemáticas, a menos que te gusten las matemáticas... pero ese no era el punto. Zanh odiaba las matemáticas, los números no eran su cosa favorita en el mundo, intentaba pensar en otra cosa, en algo más agradable... ¿Pero qué era agradable aquí?.
Diablos.
Qué rápido pasa el tiempo tan solo pensando esas cosas.
El timbre suena, indicando que terminaron las clases, el receso duró poco, la castaña no sale al patio ni a caminar en los pasillos, ella se queda en el aula sin hacer nada.
Así era su vida, aburrida.
Rich se acercó a su mesa, alegre como siempre, con el resto de la banda atrás de él.
—¡Hey Zanh!—colocó las manos en el escritorio ocasionando un leve ruido que asustó a la pobre chica sobresaltandose un poco. Rich se arrepintió al instante y quito sus manos de allí.—Eh... íbamos a comer helado ¿Vienes?
—Yo...—tenía que inventarse una excusa, rápido—no puedo ir, tengo que hacer algo en casa.—se excusó, en realidad no quería gastar dinero en tonterías, además no tenía ánimos para eso.
—Ok, lo entendemos.—sonrío Rich un poco triste por ella, pero tampoco iba a mostrar su pena, él no era así.
—Suerte con la cosa que hagas.—dijo Fernando con su típica voz apagada de siempre.