Mónica El Legado Prohibido

CAPÍTULO 01

 

 

Actualidad.

En las instalaciones del Área 51, el ejército de los Estados Unidos de América detectó una anomalía, un extraño fenómeno que teletransportó a dos sujetos en el radar. Entre sus archivos secretos estaba encerrado en una gran capsula un enorme ser lleno de plumas y espantosos ojos a su alrededor. El coronel del ejército se comunicó con un grupo secreto —aquí Área 51, me copia, detectamos presencia de intrusos de otra dimensión. Ya saben que hacer—. Informó el capitán.

Una voz misteriosa respondió :—hemos detectado el lugar del portal, Cancún, México. Enviaré un grupo de espías secretos para estar informados—. Colgó.

Una chica rodeada de guaruras caminó hasta un jet privado con dirección a México. El aire de las aspas soltó su cabellera, se quitó sus gafas de sol, descubriendo sus hermosos ojos marrones.

Un soldado le entregó una información acerca de las personas que debe encontrar, información dadas por un chivo expiatorio —Diana, un contacto anónimo nos ha mandado esto. Nadie sabe de quien se trate, pero parece encajar con el caso—. Entregó los papeles a la joven en su mano.

Diana asentó con la cabeza, subió al helicóptero para hacer su misión. En la puerta del helicóptero estaban las siglas de una organización secreta de los Estados Unidos SOJ, una élite muy poderosa que ha exterminado en su historia a los hijos de los ángeles.     

 

 

Cancún, Quintana Roo

El tono del cielo era gris, la mañana se pintó de nubarrones, impidiendo la luz del sol. Los pájaros no cantaron su hermosa melodía de todas las mañanas, anunciaron un terrible acontecimiento. Dos personas salieron de un portal cerca del manglar a un costado del mar. Un tipo de mediana edad, con una máscara de lobo, de ropa negra. Una joven casi de la misma estatura a su lado, con máscara de halcón y vestimento de colegiala.

La chica miró el lugar donde estaba parada —hemos llegado a nuestro destino. Pensé que no lograríamos llegar con vida. Es hora de buscar a Mónica, la elegida, la chica que mencionó el profeta Enoc—. Se calzó su máscara. 

Su compañero, de una apariencia delgada, sostuvo un arma que llevaba en su espalda, la tiró en la arena —algo raro pasó ahí, una luz blanca me segó. Parece ser que borraron parte de mis recuerdos—, dedujo el viajero del tiempo —yo iré a buscarla, sé dónde podré verla. Tú encárgate de recolectar información, debemos ser lo más discretos posibles. Por favor, no hagas nada que llame la atención—. Ambos tomaron distintos caminos.

El tipo de la máscara de lobo puso sus manos en su gabardina, la cual, llegaba hasta sus tobillos y era tambaleada por el viento. La chica de máscara de halcón caminó entre la orilla de la playa, dejando un rastro con su katana.

Las olas del mar, caudalosas, el sol y la luna pronto se unirían, anunciaban un terrible presagio.

 

 

Mónica, una joven muy hermosa de veintitrés años de edad, cada vez que se ponía sus anteojos, su mirada era cautivadora. Una chica inteligente, con las mejores notas de la universidad y gran retención. Su meta era poder ayudar a su familia, su gran motor que la hacía levantarse a estudiar todas las mañanas.

Tomó su cuello de tortuga color rosado, salió de su casa y caminó para tomar el camión que la dejaba cerca de la universidad. El autobús era largo, un poco viejo, tenía un letrero que decía: «Feliz Cumpleaños, te deseo lo mejor, eres una persona muy especial en mi vida, gracias por existir». Con letras grandes decía las abreviaturas: TQM.

Ella subió al camión y se sentó al lado de la ventana, resaltando su tez morena clara, revisó su celular para ver sus mensajes. Después de veinticuatro minutos, pidió su parada —¡Bajan!—. Gritó al chofer.

El conductor frenó y se detuvo justo en la parada escolar. Mónica guardó su celular y caminó hasta la universidad, en el camino, una gitana se acercó a Mónica: una anciana encorvada, con una energía oscura, tocó la muñeca de Mónica con sus manos heladas, la miró directo a los ojos.

Con una mirada fría le pronunció unas palabras profetizando su futuro —jovencita, tú nunca serás feliz. Nunca serás feliz—, señaló a Mónica con su mano arrugada y esquelética, sus ojos se clavaron en ella y le dijo sus últimas palabras :—todo lo que amas lo perderás, el don que te fue dado será tu perdición. Hija de Semyazza, el fin se acerca—. Sonrió la vieja mostrando su poca dentadura, soltando un aliento fétido. 

Mónica sintió un escalofrío por su cuerpo, las piernas le temblaban, volteó a todos lados, la calle estaba vacía, buscó la manera de huir de la gitana. Corrió lo más rápido que pudo para evadir a la anciana.

La gitana le siguió detrás, de repente, Mónica chocó con su compañera, la chica más popular de la universidad. Rosa María lució su cabello rubio y teñido de negro por los mejores estilistas. Sus ojos azules voltearon a verla con desagrado. Se untó sobre su rostro maquillaje, los más caros de Ultrafeme. Parada frente a Mónica, ella lució chaparra pero con ropa de moda.

Ash... la intelectual de la escuela, arruinaste mi día, cuatrojos.

—¿Algún problema? —jadeó Mónica tras huir de la gitana.




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