Ballet en verano se resume a levantarse a las 6:00 am y volver a casa a las 14:00. Si, casi todo el día ensayando, practicando; para no quedarnos oxidadas ni perder el ritmo. La academia de Danza “Pleine Lune” se destaca por ser una de las mejores del pueblo de Roderwood, su costo en cuota lo vale.
Siempre que llego de entrenar hago lo mismo, me ducho, como algo y me acuesto a dormir una siesta, de esas reparadoras que todos necesitan. Y duraría más de lo normal de no ser porque mamá y papá están discutiendo a los gritos, cosa de todos los días.
Por desgracia llega un punto en el que te acostumbras a eso. Nunca termino de entender porque discuten, o cual es la razón. Siempre que les pregunto me cambian de tema o me dicen que son cosas de grandes. Esta misma situación la viví a hace diez años atrás cuando mamá y papá decidieron mudarse de ciudad de forma repentina sin dar explicaciones.
~7 años atrás~
Los gritos de mamá y papá me despertaron, no sé por qué discuten, es la primera vez que los oigo pelearse. Todos los padres tienen peleas, es algo normal, pero esta se nota diferente, una fea y de las que pueden no volver a tener retorno.
-No entiendo cómo pudiste hacerlo Renata- gritaba papá.
-Ya te dije que fue hace años- respondió mamá. Trato de seguir escuchando pero no puedo. O bajaron la voz o dejaron de discutir.
Cuando trato de escuchar de qué hablan mamá y papá siempre me escondo entre una mesa y la barandilla de la escalera; nunca me vieron, es mi escondite. Justo cuando estoy por irme escucho un “nos iremos a otro pueblo. No importa dónde”.
Dos semanas después de esa discusión estaba empacando todas mis cosas en cajas y valijas. Mamá me había dado la charla de “mami y papi fueron cambiados de trabajo y debemos despedirnos de nuestros amigos”. No importa cuento llore, o cuanto llamadas de súplica hagan mis amigas; nos íbamos a ir. La casa estaba en venta desde el momento que tomaron la discusión aquella mañana. No sé a dónde nos vamos, el pueblo queda a miles de kilómetros de donde estamos. Nunca más volveré a ver mis amigas o mi profe de ballet.
Mis papás no se hablan entre ellos mientras cargan las cosas en el auto, solo les hablan a los chicos que suben las cosas en el camión, que va en cada auto y que va en el camión.
Sentada sobre una pila de cajas, desde mi cuarto, veía como todos cargaban cosas. Papá le dijo a uno de los chicos del camión, de mala manera, que esas cajas las llevaban ellos. Y las guardo todas en el auto. Nunca vi esas cajas, parecen ser empacadas de hace mucho tiempo atrás; estabn viejas, se notaban manchas de que fueron mojadas. ¿Qué habrá ahí?
Tenso. Todo el viaje junto con mamá fue tenso. No hablaba ni decía nada, yo solo estaba triste mirando por la ventana viendo como nos íbamos.
No recuerdo mucho el viaje, dormí la mayor parte del tempo, solo recuero el olor a pasto mojado, como recién regado. De lo único que recuerdo, una pesadilla.
No estaba en el auto, estaba en un bosque. Sola. No había nadie; solo árboles, flores de colores y el cielo es celeste, como un día de primavera hermoso. Pero para cuando me levanto se vuelve de noche. Todo está oscuro. El pasto está seco, como si nunca lo hubieran regado; los arboles no tiene hojas, todas amarillas en el suelo; y las flores están todas muertas, como si alguien hubiera rociado veneno en vez de agua. La luna está llena, tan llena que parece que va a estallar. No sé dónde estoy, ni que hago acá. El frio congela mi cuerpo.
-¿mami?- grito con la esperanza de que ella aparezca.
-¿papi?- nada. Estaba sola.
Una brisa me congela el cuerpo y recién me doy cuenta que estoy con un vestido blanco. Es el mismo que use en mi bautismo, no sé cómo recuerdo eso.
También me percato de que tengo algo en la cabeza. Es una corona de flores, pero las flores están todas muertas; excepto una. Es de color lila, pero no es una flore normal. Es una tallito el cual le crecen flores a los costados.
Camino a ver si encuentro algo, una ruta, una persona, o algo que me oriente, pero a medida que camino todo sigue igual; los mismos árboles, las mismas montañas de hojas secas. Nada. Nadie.
Creí estar cien por ciento sola cuando a lo lejos veo a alguien, una sombra, parece un perro grande, y viene hacia a mí.
Corro lo más rápido que puedo, pero siento que no me muevo. Luego de correr lo que para mí es una eternidad empiezo a sentir como todo se mueve a mi arredro, como si el paisaje huyera conmigo. Logro esconderme, una mini cueva formada por una montaña de tierra. No hay nadie, de nuevo; otra vez estoy sola. Salgo y cuando vuelvo a correr el perro aparece frente a mí, tan cerca que siento su aliento. Lo analizo; lo que fue para mí un siglo, en tiempo real fue un segundo. No es un perro, es un lobo. Negro como el cielo de esta noche, Con ojos rojos brillantes. Grito. Tan fuerte que siento que me desgarro la garganta.
Y ahí abrí los ojos. El vidrio del auto está roto. Mamá frenó de golpe el auto. Sudaba, mi respiración era agitada y cortada.
Editado: 07.08.2020