Moonlight Dance (pausada)

8- ¿A dónde vamos?

Derek y Stefano aún no se habían comunicado con nosotras. Ni una llamada, ni un mensaje. Nada. No podía creer que mi mejor amigo fuera así de cobarde, de no ser capaz de decir algo.

El día después del baile Gwen y Franco vinieron a almorzar a lo de Brenda. Como estábamos en un bucle de no tener respuestas por parte de nadie, decidimos contarle a Franco todas las cosas que nos estaban pasando. No nos creía, pero tampoco nos trataba de locas. A nosotras también nos costaba creer lo que nos pasaba.

Gwen y yo nos quedamos a dormir en lo de Brenda un día más. Gwen nos dijo que nos tenía que decir algo importante, presentíamos que era.

-¿Qué nos tenías que decir? No más misterio.- Dije para romper el silencio.

-Franco y yo lo hicimos.- Dijo tan rápido que Brenda escupió lo que estaba tomando.

-¿Cómo?- Dijo Brenda atónita. Yo me quede con la boca abierta.

-Sí. Después del baile, cuando las dejamos. En su casa no había nadie, porque sus papás están de viaje. Así que me dijo de quedarme. Entonces una cosa va, otra viene y lo hicimos.- Estaba radiante como Tinkerbell.

-Gracias por no darnos detalles de lo que paso.- Agradecí. No quería esa imagen en mi memoria.

Nos la pasamos riendo y viendo películas de acción, donde no había nada de amor ni esas cosas. No quería ver parejas felices, solo a Franco y Gwen.

-Pero entonces son novios algo, ¿o solo lo hicieron?- Pregunte ni bien termino la película.

-Nunca me pare a pensar eso. No nos dijimos nada en ese sentido.- Dijo en forma pensativa.

 

El domingo nos fuimos a nuestras casas. Teníamos tarea que hacer y mucho que estudiar. Le dije a Gwen que iría caminando, que necesitaba pensar. Vivo a pocas cuadras de la casa de Brenda.

En todo el camino de regreso a casa solo pensé en Derek, en cómo me había dejado plantada como una idiota. Había decidió borrar todo lo que tenga que ver con él, no pensaba perdonarlo. Jamás. Borré su número, llamadas, mensajes, todo. No quería saber nada de él.

-Llegue.- Grite mientras atravesaba la puerta. Mi respuesta fue una discusión de mamá y papá que provenían de la cocina.

No sé si estaba harta de sus discusiones, lo cual era así, o si la suma de cosas de estos días me estaba afectando más de lo que pensaba. Estaba harta. Me quede parada en la puerta de la cocina escuchándolos discutir, no se gritaban nada nuevo. Que ella era una idiota, él un inútil, etc. Lo de siempre. Me cansé.

-Ya basta.- Grite tan fuerte que temblaron las copas. Se me quedaron mirando asombrados, no esperaban que estuviera ahí.- Si tanto se odian, ¿Por qué no se divorcian? ¿Quieren aparentar la familia feliz? Son dos idiotas. Tanto se gritan que el otro lo es pero los dos lo son. Quedándose al lado de alguien que los detesta. Nos patéticos y lamentables.- Nunca creí que diría todo lo que pensaba, siempre hice oídos sordos. No deje que me respondieran nada. Solo me fui a mi cuarto. Estaba cansada.

Me puse música y empecé a trabajar. Vi la pila de tarea y de cosas para estudiar y me puse a trabajar. No baje a comer ni nada, no quería ni ver ni hablar con nadie. No soportaba a nadie. Física termino por quemar mi última neurona, no me daba más la cabeza.

Decidí acostarme a leer un rato, necesitaba poner mi cabeza en otro lado. Nada. No podía dejar de pensar. Stefano tampoco me había hablado. Entendía que Derek no lo hiciera, ¿Pero Stef? Mi mejor amigo. De un momento a otro Me quede dormida.

Estaba en el bosque. Era de noche y hacia frio. El lobo negro de ojos rojos estaba acostado al lado mío; hasta que escuchamos un ruido. Los dos nos paramos sumamente rápido. A la distancia no había nadie, por ningún lado; pero el lobo empezó a correr y yo lo seguí.

Siempre que corría era por algo, todas las veces que el lobo entraba a correr era por algo. Corrí tanto que me faltaba el aire; si le hablaba me entendía a la perfección. Pero antes de que le dijera algo freno en seco, en una carretera. Nunca la había visto, siempre eran kilómetros y kilómetros de bosque.

El lobo se perdió entre árboles. Mientras lo buscaba vi a lo lejos una casa, estaba abandonada. Trate de acercarme a ella pero no podía, la casa se alejaba. De la nada el lobo aprecio del otro lado de la carretera, como si no pudiera cruzar. Cuando me quise acercar más a la casa sonó una alarma, muy fuerte. Era mi teléfono.

Me había dormido, y la alarma de mi teléfono empezó a sonar. ¿Tan cansada estaba? Puse a cargar mi teléfono en lo que yo me arreglaba para ir a la escuela. Guarde todo en la mochila; cuando vi en mi escritorio la carta y la flor, tire todo a la basura. El Olaf aun lo conservo, no me iba a deshacer de ese peluche hermoso por culpa de un imbécil.

El vestido quedo en lo de Brenda. Ella ama la costura y todas esas cosa, asique le dije que haga lo que quiera con él.

Baje a desayunar, y mis papás estaban callados, ninguno me dijo nada. No los culpaba, capaz estaban ofendidos. Agarre mi comida para el almuerzo y me despedí.

Pase a buscar a las chicas como siempre y nos fuimos a la escuela. De seguro ahí iba a encontrar respuesta de Stefano. Si es que nos la piensa dar, si va o si lo queremos escuchar.



#8033 en Joven Adulto
#8840 en Thriller
#5080 en Misterio

En el texto hay: fantasia, juvenil, romance

Editado: 07.08.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.