Morgan.

Capítulo 2| Pequeñas dosis de verdad

Morgan.

Ha pasado un mes desde su ausencia, los pasadizos de la preparatoria ya no son lo mismo sin ella, su casillero está con fotografías de ella y mensajes de parte de cada uno de mis compañeros.

Como si estuviera muerta...

Apresuro el paso cuando sé que estoy cerca de su casillero, mientras me trago la impotencia de no poder llorar, la impotencia de no poder ir donde aquellos policías y gritarles aquella injusticia, la injusticia qué hacen al desviar la mirada cuando alguien les pregunta sobre el caso, el desinterés que muestran cuando los padres de Cat preguntan si ya saben algo sobre su hija.

Catherine se ha esfumado así como si nada, sin dejar un rastro detrás de ella, como si de pronto se hubiera vuelto vapor, invisible ante todos, no hay pistas, no hay nada.

Pero yo sé que está en algún lugar, lo puedo sentir, ella sigue viva a pesar de que todos la hayan dado por muerta, un mes no es suficiente para que yo la de por muerta también.

—¿Ya saben algo? —la voz de Melannie se deja escuchar a través de la multitud de estudiantes.

—Todavía no.

—Muy pronto la encontrarán —habla con ánimos—. Ya verás.

Le dedico una sonrisa entre fingida y natural, sé que ella es mi amiga también pero me han dicho eso tantas veces que ya no las puedo contar, la mayoría por compromiso, no porque son mis amigos.

Seguimos caminando mientras escucho unos que otros murmullos asegurando que Cat no va a volver debido al tiempo que a transcurrido.

Una vez que llego a la cafetería la atravieso con la cabeza en alto y una sonrisa que sé que roza el límite entre fingida y no fingida, tragando mis ganas de llorar junto a las ganas de decirle a todos que se vallan al carajo porque sé que va a volver.

Me siento en la mesa de siempre, y observo a mis amigos, todos están metidos en sus asuntos, mientras que yo me quedo estática al ver que no les afecta ni un poco que ella no esté con nosotros.

Entonces ahí me doy cuenta que cada uno se preocupa por uno mismo más que nada, de lo egoístas que somos al pasar por alto tantas desapariciones que hay en la actualidad, incluyendo la de mi compañera de risas.

Desvío la mirada al sentir una mirada clavada en mi, con el ceño fruncido observo toda la cafetería y me topo con la mirada de Tyler, mi ceño fruncido cambia a una expresión que prefiero no descifrar.

Le observo un rato cuando desvía la mirada, Tyler es más de los que van sólos y no hablan con nadie, hay algo en él que te llama la atención, una aura misteriosa lo caracteriza, no es el chico problemático ni tampoco el mejor de la clase, de hecho no sé que tipo de chico es exactamente, ya que, nunca me he acercado a hablarle por intenciones mías, no niego que hemos chocado e intercambiado unas que otras palabras pero solo por casualidad, la aura que lo caracteriza no es la misma que las novelas clichés describen, debido a que no le veo nada de peligroso, pero mi instinto me dice que guarda algo.

El receso termina al momento que escucho la campana sonar estruendosamente, sacándome de mis pensamientos.

Niego con la cabeza en un vano intento de sacar aquellos pensamientos de mi cabeza, entonces caigo en cuenta que no he comido nada, frunzo la nariz en un gesto de disgusto cuando siento un mano en mi hombro y me volteo rápidamente golpeando algo con mi cabeza.

—¡Au! —se queja tal persona frotando su mejilla donde seguramente le acabo de golpear con mi cabezota, al momento que creo varios escenarios de mi escapando de ahí cobardemente.

—Jason —sonrío inocente, ya que, golpear a uno de los chicos más lindos de la preparatoria no es algo de todos los días—. Perdón, no me di cuenta.

—No te preocupes —habla este y con voz serena continua—. Solo quería decirte que siento mucho lo de tu amiga.

Apreto la mandíbula, sintiendo las ganas de llorar una vez más, pero las retengo.

—Gracias —murmuro en un hilo de voz, trago en seco—. Ya... ya me tengo que ir.

Me voy de la cafetería en un abrir y cerrar de ojos, y llego a el baño sintiéndome la persona mas débil del mundo por no seguir fingiendo como si esto no me afectara nada, porque me afecta no saber dónde está mi amiga, la cuál, conozco hace años.

Me muerdo la lengua porque no quiero llorar, tomo una larga respiración y boto el aire contenido lentamente. Hago esto varias veces hasta estar más tranquila.

Una vez menos melancólica salgo del baño y agradezco que no haya nadie en los pasillos, llego a mi casillero e inmediatamente pongo la clave.

3967

La puertita metálica se abre, saco lo que necesito para mi clase y frunzo el ceño al ver un papel rojo.

Lo tomo entre las manos y lo analizo para recordar si es que tal vez  lo utilicé en la clase de arte la semana pasada.

Es un papel como de unos siete centímetros y tiene la textura rasposa, no encuentro ningún indicio de que sea algo que haya usado así me me dirijo al tacho de basura, entonces lo volteo para botarlo cuando lo veo.

El corazón se me detiene por un milisegundo al leer lo que dice en letra pequeña, el aire se ha quedado en mis pulmones, ya que siento que no puedo botarlo.

Nadie sabe si uno mismo es un monstruo, sólo cuando estás desesperado puedes averiguarlo, y sabrás de lo que eres capaz de hacer, así que mírate como un desconocido, no sabes lo que eres capaz de hacer hasta que lo haces, Morgan.

Frunzo el ceño mientras después de un tiempo le busco una explicación a lo que dice escrito en ese pedazo de papel.

Sin llegar a nada, lo doy por una absurda broma, pero de todas maneras lo guardo en el bolsillo de mi chaqueta.

La fría brisa me recorre de pies a cabeza haciéndome temblar mientras busco el salón de la clase que seguro ya empezó, es entonces cuando veo a Jason salir de uno de los salones, sin percatarse de mi presencia abre su casillero y un pedazo de papel igual al mío cae de este.




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