Morgan.

Capítulo 4| Decisiones

—Leia, no vengas hoy, por favor, es que voy a salir con unas amigas y no voy a estar, ya sabes... —dejo la última palabra en el aire.

Que se la crea, que se la crea.

Está bien, pero ten cuidado, le avisaré al chófer —murmura esta, a través de la linea.

Niego rápidamente con la cabeza cómo si pudiera verme.

—No —hago una pausa, y busco un pretexto en mi cabeza, no es que le vaya a decir pues voy a ir al lugar dónde desapareció mi mejor amiga, sin olvidar que lo han clausurado, ya sabes, lo de todos los días—. Mis amigas me van a llevar —añado rápidamente.

—Bueno... —alarga esta, y sé que no he sonado muy convincente por el tono que usa—. Te llamo entre una hora, quiero escuchar a tus amigas.

Entonces cuelga, así que me regaño mentalmente por no haber buscado algo mejor en mi estúpida cabeza.

Me cambio en un santiamén y tomo una mochila pequeña para meter unas que otras que cosas que vamos a necesitar para poder entrar a la feria del terror Weston Park, la cuál, debe estar algo deshabitada.

Tal vez no estoy completamente en mis cabales para entrar en ese lugar, pero necesito saber qué pasó, y no es sólo eso, también quiero saber si el lugar en donde estuve encerrada pertenecía a la feria.

Catherine y yo habíamos ido porque iba a ver una serie de películas de terror gratis en ese lugar, además de las llamativas atracciones, unas más deslumbrantes que las otras, sin olvidar que Cat prácticamente me arrastró allí, ya que es una fiel seguidora de todo lo que tenga que ver con terror o suspenso.

Termino de amarrarme el cordón de mi zapatilla derecha, después de que escucho el sonido del timbre resonar por mi casa.

Suelto un bufido, agarró la pequeña mochila al momento que meto mi celular en uno de los bolsillos de mi chaqueta rosa.

Abro la puerta con una sensación extraña en el pecho, y me topo con la sorpresa de que todavía no llegan, y en donde se supone que deberían estar, hay una caja mediana negra.

Frunzo el ceño.

Como el guardia no vio a quién supuestamente dejó está caja aquí.

Estamos a plena luz del día, sería muy difícil que alguien entre aquí, las dudas me invaden al instante que tomo aquella caja entre las manos y la abro.

Cierro la puerta detrás mío para ver el contenido, la respiración se me agita un poco, y dejó caer la tapa de la caja forrada de negro en algún lado.

Vivimos en un mundo lleno de monstruos, tu no eres la excepción, Morgan.

Ella... Esperemos que ella no lo sea, te dejo un pequeño regalo...

Leo la nota todas las veces posibles, estupefacta, y meto la mano en la caja, para sacar aquel regalo.

Lo tomo entre mis dedos y noto que es algo pesado cuando lo alzo sin visualizarlo muy bien, mi ceño fruncido desaparece.

Es una de esas esferas que cuando las agitas empieza a caer un tipo de nieve artificial adentro de aquella bola de vidrio.

Pero eso no es lo que acapara mi atención.

Observo más a fondo y veo un mini muñeco de nieve y en vez de que la nieve sea blanca es roja, casi del color vino.

La volteo visualizando la parte de abajo de la esfera y hay otra nota ahí.

Las horas están contadas.

Abro los ojos tanto al momento dejo aquella esfera en un lugar seguro.

¿Por qué me mandan todo esto, si lo puedo entregar a personas con cargos mayores que los policías?

Quien sea que me este mandando estas tontas notas, sin olvidar las cajas, tiene mucha seguridad de que no lo voy a entregar, porque... ¡Vamos! Aparte de que nos ignoran, por razones que ni se, soy sólo una adolescente de más de dieciséis años, sin mis padres soy simplemente una chica con una gran imaginación, necesito más pruebas que esto, además de que se armaría un alboroto entre mi familia.

¿Quien se atrevería a molestar a una hija de la familia Edwards?

Si es que mis padres se llegan a enterar de esto, lo único que harían sería tenermo bajo llaves más de las que ya estoy y tener mucha más seguridad conmigo, en otras palabras, no me dejarían ni respirar.

Y no quiero eso.

Tocan el timbre de nuevo, haciendo que suelte un suspiro cansado, tomo una inhalación profunda y exhalo lentamente para abrir la puerta con mi mejor cara de muérete, que si no te mato.

Esa tonta caja junto a esas notas acaban de llevarse mis ganas de hacer esto y cambiando esas ganas por una  molestia inmensa.

La estúpida pero atractiva cara de Jason aparece en mi campo de visión, y a una distancia prudente y justo detrás de él se encuentra Estela con una sonrisa tímida en el rostro.

Me inclino hacia un lado, para dejar que pasen y estos entran.

—Me acaban de mandar otra nota.

Estos fruncen el ceño, y no se si es por el tono duro de mi voz o porque sus miradas se topan con la pequeña esfera para luego ver la caja negra y regresar su mirada a mí, como si supieran que con eso les entendería perfectamente, me están preguntando qué pasó con sus tontas miradas y gestos confusos.

—Me estaba terminando de alistar cuando tocaron el timbre —empiezo—. Abrí la puerta pensando que eran ustedes, y me llevé con la sorpresa de que no —hago una pausa—. La caja estaba ahí... La abrí, y encontré eso adentro.

Termino de explicar, esperando que con lo poco dicho me hayan entendido, pero sus ceños fruncidos me indicaron que no.

Pego la nota que se encontraba en la esfera la cual tenía un adhesivo en la parte de atrás, la meto en la caja después de alzar esta misma y agarro la nota de color vino un poco más grande que la otra.

—Esto es lo que me mandaron —hablo.

Jason toma la caja y tomo la esfera mientras que Estela la nota de color vino, ambos analizando.

—No van a encontrar algo más, ya bu...

—¿Que es esto? —me interrumpe Jason, frunzo el ceño al igual que Estela y nos acercamos para ver.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.