Morgan.

Capítulo 5| Involucrados.

La melancolía que había sentido antes, ya no está de repente, para así dejar que el enojo tome su lugar.

El sol se fue dos días después de la desaparición de Catherine, como si ahora el frío que siento fuera un recordatorio de que ya no está.

Quien lo diría.

Cuando hasta hace poco —un mes y medio para ser más exactos—, ella estaba e iba a todos lados conmigo, entonces es ahora que estoy aquí, que me doy cuenta que debí haber valorado un poco más, de lo que ya hacía, su presencia y amistad.

Entramos a la camioneta de Jason, porque ni loca le diría al chófer que nos lleve a ese lugar, sería como firmar mi propia sentencia de muerte, debido a que mis padres son la reencarnación viviente de todo lo que tenga que ver con drama.

Y aquí es donde me pregunto... ¿Por qué no vienen? Supongo que ya se habrán enterado de lo que pasó.

Lamentablemente mis padres solo vienen cuando terminan sus viajes de negocios.

—Morgan.

Salgo de mis pensamientos al instante y miro hacía atrás.

—¿Si? —respondo girando la cabeza en su dirección, Estela se acomoda en el asiento, inclinándose un poco mientras que Jason no se inmuta y sigue manejando.

—Se que no me debe de importar, pero... —hace una pausa y añade en un susurro—: que pasó el día de... Ya sabes.

Trago en seco, y desvío la mirada para luego agacharla, la verdad es que aún no recuerdo que pasó cuando apagaron todo y luego aparecí en ese cuarto.

Es como si mi cabeza bloqueara ese recuerdo, es muy raro, no creo que...

—Morgan... —me llama Estela, interrumpiendo otra vez mis pensamientos.

—¿Uh? —murmuro alzando la vista.

—Te pregunté algo —habla comprensiva y hace una pausa—. No respondas si quieres.

Asiento.

Siempre he sido una chica de pocas palabras, algo distante a veces según las personas, pero aunque trate de formar una conversación, se me es muy difícil prestar atención por momentos.

Siempre estoy pensando en algo, y por más que me esfuerce no soy capaz de crear amistades fácilmente, pues soy algo inexpresiva aveces y no busco temas de conversación.

Sólo con quienes en realidad conozco me comporto tal y como soy.

Pero de todas formas me pinto una sonrisa todos los días en el rostro, aunque de todas formas escuche los "Agh, mira a esa, se cree mucha cosa" o los "Seguro hasta sus amistades son por conveniencia".

Tragando mis ganas de querer partirles la cara todos.

Porque así no es como la hija de los grandes empresarios Edwards, se debe comportar.

Tomo una inhalación, volteo sobre mi sitio para ver a una Estela algo perdida mirando por la ventana del coche y al castaño conduciendo.

—¿Creen que es seguro hacer esto? —murmura la rubia percatandose de mi atención sobre ellos.

La observo, y suelto un seco y cortante:
—No.

El castaño de ojos tan celestes como el cielo me manda una mirada de reproche y vuelve la mirada a la carretera.

—Cuando será el día en que seas sutil con alguien —suelta aquel.

Lo veo y hago una mueca, ¿Me está diciendo acaso que soy muy directa?

—Llegamos —murmura pasados unos minutos y estaciona en un lugar algo alejado de la feria.

—Por...

—Es una precaución —contesta antes de que Estela formule la pregunta.

—El precavido le dicen —murmuro con ironía.

Este sonríe en mi dirección, y yo alzo ambas cejas para luego bajar del coche, ignorandolo.

Los dos también bajan del coche, caminamos un poco y cuando llegamos observamos al frente, y tomo una profunda respiración para luego comtemplar el llamativo lugar.

En frente de todo el lugar hay unas enormes rejas, que impiden el paso, y un gran cartel que dice:

CLAUSURADO.

Hasta ahora no entiendo la razón por la cual lo han clausurado, ya que, no tiene que ver con la desaparición de Catherine, simplemente sé que de la nada pasó.

Y así es como me doy cuenta de la realidad, no sé absolutamente nada.

Lo único que sé es que mis dudas sobre el lugar donde supuestamente me encerraron aumentan cada vez más.

—¿Como demonios vamos a entrar? —me pregunta Jason—. Además, ¿Qué hacemos aquí, Morgan?

—Sólo quiero asegurarme de algo —murmuro entre dientes.

—¿O sea que estamos aquí sólo porque estás indecisa? —pregunta con ironía.

Trago en seco.

—No estoy indecisa —espeto.

—Chicos... —Estela deja la oración en el aire.

—Ajá. —Murmura, Jason—. Siempre estás indecisa ¿no?

—De que...

—Doce años... —me interrumpe, frunzo el ceño—. Te dije lo que sentía, Morgan, ¿Y que hiciste? Te fuiste sin decirme nada.

Estela observa expectante la escena, mientras que yo me quedo estupefacta mirándolo.

—Sólo teníamos doce, Jason. —Hablo razonablemente.

Este asiente exageradamente, lo miro sin entender el gesto.

—Ajá —murmura después de soltar un resoplido.

—Morgan.

Maldigo por lo bajo, miro a Estela y ésta inclina su cabeza en la dirección de las rejas.

—¿Que tienes planeado? —pregunta.

Mi mirada viaja de Jason a ella, pensando en decirles o no, sobre lo que pasó aquella noche.

—Les tengo que contar algo —hablo en voz baja.

Jason voltea en mi dirección y Estela alza una ceja.

—El día de la desaparición... —empiezo, ambos me toman atención al instante, y Jason cambia la expresión de su rostro, ambos me lanzan una mirada que me motiva a continuar.

Les narro todo con lujo de detalles, lo que sentí en ese momento, el sonido al igual que el contexto, y por último aquellas palabras que escuché.

Estos abren los ojos con sorpresa al escuchar lo último dicho, y empiezan a murmurar cosas, les dejo de prestar atención para luego acercarme a la hilera de rejas.

—Jason, Estela.

—¿Uh? —responden al unísono.

—Cuánto creen que demoremos en abrir esto —hablo, sostengo uno de los grandes candados entre mis manos y hago un ademán con la cabeza hacía el mismo.




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