Morgan.

capítulo 8.1| Sin dar un paso atrás

Cruzamos el umbral mientras nos adentramos en la casa de Jason, mis ojos ven al instante todo lo que se encontraba a mi alrededor.

—¿Todo bien? —me pregunta Tyler en un murmullo audible, ya que se encontraba a mi lado.

Hago una mueca luego de un asentimiento, enserio no puedo creer que esté pasando esto.

—No entiendo —hablo en el mismo nivel de voz—. ¿Qué hemos hecho para...?

—Solo hay dos habitaciones para invitados —interrumpe sin querer Jason, que está a unos cuantos pasos de nosotros.

—Morgan puede dormir con Estela —habla Shane—. Al fin, y al cabo las dos son mujeres y será menos raro.

—ustedes juntos, ya que son hermanos —hace una pausa—. y yo sólo —termina Jason con una sonrisa.

—Esta bien —hablo tras asentir sin quitar la mirada del piso aún pensativa.

Estela observa todo sin decir palabra alguna para luego asentir también, frunzo el ceño.

Ha estado más callada de lo normal.

Todos nos dirigimos en silencio a nuestras respectivas habitaciones, sin argumentar nada más acerca de lo sucedido hace unos minutos.

—¿Por qué crees qué nos están ayudando? —hablo tras cerrar la puerta.

Estela me observa en silencio.

—No lo sé —murmura, su voz suena afligida.

—No nos debemos dejar fiar de aquellos mellizos —hablo más para mí que para ella.

Esta asiente con la mirada perdida.

—¿Pasa algo? —pregunto.

—No, sólo que... no puedo creer lo que está pasando —desvia la mirada al instante, miente.

—¿Segura?

—Si, además no le pedí permiso a mi madre, me va a soltar una reprimenda.

Esta esboza una sonrisa algo nerviosa, y por más que siento que guarda algo decido dejarlo pasar y no prestarle mucha atención a mi tonta intuición.

***

Mis ojos se abren al instante al escuchar ruidos de donde sea que provengan, frunzo el ceño al momento que siento mi cuerpo cansado tensarse, debido a que siempre he sido de tener el sueño ligero, me debato entre bajar o no, más la curiosidad me gana y decido por ponerme los zapatos para poder emprender camino hacia la primera planta.

Una vez que estoy en pie observo a mi lado, mi mirada cae sobre Estela, la cuál, parece estar en un profundo sueño, por no decir que ni un terremoto la levantaría.

Me restriego los ojos con las manos para luego ir bajando los escalones.

Me dirijo al lugar de donde provienen los sonidos y frunzo el ceño al ver a Jason ahí.

Este tararea una canción mientras veo como saca cosas del frigorífico para luego darle una ojeada a una pequeña libreta.

Se voltea en un milisegundo, y la expresión de su rostro cambia al verme, sus labios se fruncen, sin olvidar que me analiza como esperando que diga algo.

—Oh, lo siento —hablo con una fingida culpabilidad, para luego dramatizar—. Lamento interrumpir aquel bullicio tuyo... que por cierto me ha despertado.

Aquel rueda los ojos para luego sonreír ante  mi tono de voz algo molestoso en las últimas palabras.

—Disculpas aceptadas —murmura.

—¿Qué estás haciendo? —pregunto después de que mi mirada va hacia lo que tiene en manos.

—Mmm creo que panqueques caseros —responde algo dudoso.

Lo observo con una ceja arqueada.

—Bueno... ¿y eso es muy normal en estos momentos? porque prácticamente estamos siendo perseguidos por personas que ni siquiera conocemos y no tenemos ni idea de lo que quieren mientras que tú haces eso.

Este frunce el ceño. Me dedico a observar cada parte de su rostro puro, y limpio, lo que por un momento me causa algo de envidia, ya que, yo tengo unas cuantas pecas en la nariz y alrededor de esta, siendo sincera cuando me miro al espejo aveces siento como si me hubiera explotado algo justo en esa parte del rostro.

Y no es algo que me guste.

—¿Siempre tienes que ser así?

—¿Cómo? —contesto con otra pregunta.

—Así de sarcástica y amargada.

—Gracias Jason, me halagas —murmuro tras rodar los ojos.

—¿Y sabes que me molesta? —pregunta, sus ojos oceánicos me analizan y yo frunzo el ceño sin comprender.

—¿Qué cosa? —pregunto.

—Que eso es lo que más me gusta de ti.

Mi ceño se frunce aun más y analizo sus palabras para luego mirar sus ojos con fijeza.

—Pensé que lo habías... superado —articulo siendo este mensaje más para mi que para el, por el tono bajo de mi voz.

Veo como este deja las cosas que tiene en ambas manos sobre el mesón de granito ubicado justo en el medio de la cocina, para luego caminar a pasos dudosos en mi dirección.

—Morg —dice mi nombre como la mayoría me decía años anteriores, también el nombre por el cuál solo mis padres me llaman, y recordarlos solo me hace sentir vulnerable, por el motivo de qué tal vez no les importo al no haber recibido una llamada por más que ya sepan lo de mi mejor amiga.

Alzo la mirada cuando noto que la he bajado, y quisiera por un momento no sentir este ardor en los ojos, los cuáles solo delatan lo débil que soy.

—¿Si?

—Nadie es lo suficientemente fuerte como para guardar todo lo que siente.

—¿A qué... te refieres? —pregunto, aunque sepa muy bien de que habla.

—me refiero a que dejes de crear barreras en ti que no existen, y que dejes de encerrarte a ti misma dentro de estas, no encierres tu sentimientos o tu forma de ser, Morgan.

—¿Por qué dices eso? —pregunto tan bajo que me parece que no lo ha escuchado.

—Porque sé que no eres así.

Sus ojos oceánicos no dejan ni por un momento los míos.

—¿Y cómo soy entonces?

—No me preguntes algo que tu tienes que descubrir por ti misma —responde, da un paso más en mi dirección.

—Pero... ¿y si no sé cómo?

—Claro que sabes.

Agacho la mirada y noto que tengo los ojos cristalinos cuando una lagrima desciende por mi mejilla.

Mi mente me regaña por ser tan débil al momento que levanto una de mis manos rápidamente para sobarme la mejilla como si así se pudiera eliminar el hecho de que me ha visto.




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