Morgan.

Capítulo 8.2| Sin dar un paso atrás

En otro tipo de circunstancias, yo misma hubiera reaccionado de un modo defensivo y hubiera empezado a soltar lo primero que se me venga a la mente con tal de mantener mi estado emocional a gusto.
Pero en estos momentos, por más raro que suene viniendo de mi, lo único que quiero es esconderme entre sus brazos y poder sentirme libre de mi misma por un momento.

Mientras que mi estúpida cabeza me repite "esto no va a hacer que algo cambie".

Espesas lágrimas caían de mis mejillas mientras me aferraba más a su cuerpo, no le importo a nadie, incluyendo a mis padres.

Por más que no estén conmigo siempre han sido mi ejemplo a seguir, aunque tal vez hayan estado más preocupados de mi hermana Lía, en el transcurso de mi vida.

Aquella chica que al cumplir los dieciocho años dejó nuestro hogar apenas yo tenía catorce, dejándome sola, porque mis padres siempre nos habían dejado bajo el cuidado de empleadas y con la seguridad de un guardia fuera de la casa.

Aquella chica que me dejó, sin importarle como iba a seguir adelante, a pesar de ser mi hermana.

Mi vida ha tenido varios momentos difíciles en el avance de esta, y a pesar de recordar ciertas cosas de aquella, siempre va a ver algo que mi cabeza seguirá ignorando todo el tiempo que pueda ser posible.

El castaño se separa poco a poco de mi, y gracias a eso salgo del pequeño trance en el que estaba, uno en el cuál la tristeza de mis recuerdos me había embriagado por unos instantes.

Una vez que sus brazos abandonaron los míos me recosté un poco en la mesa de mármol detrás mío sin articular palabra alguna, como si... de una manera u otra quisiera que lo que acababa de pasar nunca hubiera pasado.

Porque sigo con el ridículo pensamiento de que es malo demostrarle tus debilidades a alguien, solo es una manera de que sepan tu puntos débiles, y eso para mi, es lo peor de todo. No porque quisiera seguir con el estúpido juego de "Mírame, puedo soportar todo" un juego que, tal vez, me he creado con el paso del tiempo, uno en el que siempre quiero ganar, aunque sé que voy a terminar perdiendo y echa un lío.

De hecho es más porque me siento desprotegida y con una tonta derrota en ese juego.

—¿Estás mejor? —la voz del castaño hace que mis ojos mieles se anclen en los suyos, al momento que siento que todas las partidas del "juego" se reinician, como si nunca hubiera hecho algo para avanzar en este mismo.

—Creo que sí.

El tono de mi voz se repite en mi cabeza, algo así como un CD rayado, acabo de responder en duda y la verdad es que aborrezco cuando contesto así.

Por la razón de que solo genero más curiosidad en el que articula la pregunta.

—¿Segura?

—Estoy bien, no te preocupes —contesto tras forzar una sonrisa sincera en mi rostro y sin desviar la mirada.

Este me observa, y no vuelve a cuestionarme, así que giro sobre mis talones para volver al cuarto.

"No me subestimes, Morgan" escucho de parte del castaño al momento que atravieso la puerta.

Subo rápidamente, mi cabeza sin asimilar que perdí.

"No te dejes llevar por lo que sientes, Morgan, eso sólo te hace más débil"

Me había dicho alguna vez mi madre en un tono sombrío.

Cuando mis padres vivían con mi hermana, y conmigo, ellos se comportaban distantes, cortantes o hasta ignoraban mi presencia en algunos casos, una realidad no me lejana a sus visitas de hoy en día, pero eso sí, siempre nos tuvieron bajo llaves, tal vez preocupados por nuestro bienestar, además de que nos inculcaron que era malo demostrar nuestras debilidades u sentimientos. También había veces en las que discutían, yo tenía nueve años en ese entonces.

Luego de eso tuve que acostumbrarme a vivir con mi hermana, y a las visitas momentáneas de mis padres, mi madre siempre comportándose mejor con ella que conmigo. Al cumplir los catorce prácticamente me respaldé en una niñera que al poco tiempo se tuvo que ir de la ciudad, luego solo me quedaba hablar con aquellas señoras que venían a dejar todo resplandeciente en el hogar según las órdenes de mis padres.

Así que me tuve que acoplar a esa ideología de mis padres, pensando que así tal vez me iban a felicitar por seguir sus palabras, poco a poco pegándome cada vez más a esos pensamientos, teniendo aquella ilusión de que al menos se fijen en mi, aunque nada de eso terminó bien para mi hace menos de un año.

—Morgan, ¿pasa algo? —alzo la mirada, me percato de que me arden los ojos y de la presencia de Estela.

—No es nada —respondo.

Esta me analiza, su mirada demostrando desconfianza con mi respuesta, se queda un rato así para luego soltar un resoplido, y dejarlo pasar, al fin y al cabo no nos conocemos ni un poco.



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En el texto hay: misterios, desaparecida, riesgos

Editado: 19.01.2020

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