Mientras caminaba a casa ella pensaba en las posibles consecuencias de ser parte de los espectáculos del teatro, sus padres la obligarán a practicar más. Temía que no pudiera hacer sus presentaciones en la calle, o tal vez tendría que hacer ambas cosas, todo sea por el dinero.
Al llegar a casa sus padres estaban hablando de cuánto dinero debían cobrar por tener a su talentosa hija en el teatro.
-Eso es muy poco, nuestra hija vale más.
-Pero no debemos olvidar que el teatro tendrá su tope y no podemos perder esta oportunidad. Ganaremos mucho más que con sólo los shows callejeros.
-¿Qué haremos con eso? ¿Será correcto que se rebaje a algo tan corriente ahora que será una estrella?
-Piensa, podríamos ganar aún más dinero, podrás comprarte tantas joyas como quieras.
Ellos no habían notado la presencia de su hija, estaban muy concentrados en su planes para notarla. Tampoco quería que la notaran, pero debía hacerlo, no era buena idea estar escuchando a escondidas.
-Hola padres, ya volví.
-Oh querida, ¿cómo te fue? - Caminó hacia ella sonriendo - ¿Te sobró dinero?
La mujer se puso muy nerviosa, debía contarle la verdad.
- Me sobró, pero...
-¿Pero? - la miró seria.
-La dueña de la tienda me hizo un descuento a cambio de tocar en su cumpleaños el siguiente sábado
-Oh - Katerina no sabia que pasaba por la mente de su madre - Bueno, al menos salió más barato. Entrégame el dinero.
Luego de entregarle el dinero mostró su vestido nuevo.
-Wow, es hermoso, podríamos venderlo a mayor precio luego de mañana.
-¿Venderlo?
-¿No pensarás volver a usarlo verdad? Eso no es algo digno de una estrella.
Ella entristeció, realmente le había gustado el vestido.
-Ahora ve a practicar.
-Ahora ve a practicar.
-Pero madre, quiero ir a jugar, practicaré más tarde. Prometo que será un tiempo corto.
-No me interesa que esa niñita te esté esperando; lo único que hace es vagar. Te prohibo juntarte con ella, ahora ve y dile que se vaya. Y después ve a practicar.
Afuera de la casa de los Macek.
-Lo siento Ema, mi madre no me ha dejado salir a jugar, dice que debo practicar.
-Si no quieres jugar conmigo debes decirlo solamente, no tienes porque mentir - La niña salió corriendo.
-Yo si quiero jugar - dijo la pequeña en voz baja.
- ¡Katerina, ya entra a practicar!
La pequeña instrumentista regresó adentro y subió a su habitación. Tomó sus partituras y su acordeón que siempre estaban fuera de sus lugares, ya que a todas horas debía ensayar.
Luego de secar sus lágrimas y respirar profundo comenzó a tocar "O sole mio".
Fa, Mi, Mi, Fa, Sol, La, Mi, Re.
Era la siguiente canción que debía practicar y le genera una sensación extraña en el pecho, ya que la canción era relativamente alegre. Calmaba su corazón triste, pero hacía que deseara algo mejor. La niña pensó que ojalá sus padres murieran, pero enseguida se sintió culpable de su pensamiento, ya que ella era noble de corazón.
-Será mejor que practique.
Caminaba con pasos lentos hasta su habitación, sintiendo pesar. Una lágrima solitaria se deslizó por su mejilla.
-Fa, Mi, Mi, Fa, Sol, La, Mi, Re. Qué nostalgia.
Cuando el sol salió Katerina se sentía ansiosa.
-¿Estás lista hija? - Dijo su padre.
-Así es.
-Mirate, estás hermosa, eres igual a tu madre.
Su padre era más cariñoso y comprensivo, pero igual de avaricioso. Prefería mil veces ser comparada con su padre que con su madre, ya que ella era estricta y caprichosa. Muchas veces en el pasado ella golpeó en sus manos cuando se equivocaba en alguna nota.
-Gracias padre.
-Ahora vamos, no debemos hacer esperar al Señor Dufek.
Camino al gran teatro de la ciudad la muchacha pensaba en su futuro, no solamente su futuro como artista, sino como persona; hasta donde llegaría la ambición de sus padres. Ella pensaba en la soledad que sentía y cómo ansiaba ser liberada.
«¿Acaso mi destino es el sufrimiento? ¿Nací para ser desdichada? Yo simplemente quiero un poco de paz, un día completo durmiendo, o una tarde compartiendo con amigas en una cafetería»
Aguantaba sus lágrimas después de tales pensamientos.
« ¿Y si ellos jamás me sueltan? ¿Y si ellos me ocupan como su moneda de oro toda la vida?»
Ese pensamiento la asustó.
« Quiero un esposo, quiero hijos, ¿Es acaso que no podré cumplir mi sueño?»
En el teatro la esperaba un hombre de unos 50 años quien temía por su vida y su carrera. Esperaba que ella fuera realmente talentosa.
- Quiero que la tengas en tu teatro - dijo él hombre.
- ¿Disculpe?
- No me gusta repetir las cosas.
- Perdón, haré lo posible.
- No, dije que la quiero en el teatro, en el mejor horario, con la mejor paga y tratada como se merece. No quiero una negativa de parte de ella, tú verás qué haces para convencerla.
Con la elegancia que la caracterizaba Katerina y sus padres entraron en el teatro con la cabeza en alto, ya que ellos venían de un estrato social más bajo que los habituales espectadores. Aunque ellos venían por otros motivos, esperaban poder asistir al teatro a costa de su única hija.
- Buenos días familia Macek, es un gusto tenerlos aquí.
- El gusto es nuestro señor Dufek - dice el padre - Nuestra hija nos comentó y no podemos estar más orgullosos.
- Aunque sus padres son unas lacras sociales, ellos son mis futuros suegros, así que trátalos con respeto.
- Sí señor - dijo el director.
- Me alegro que hayan podido venir con su hija, tenía muchas ganas de conocerlos. Pasen por aquí.
- Gracias Señor - dijo la mujer tímidamente.
- No me llames Señor, dime director, estoy muy seguro que eres la indicada para este teatro.