Morir por amor o morir de amor

Capítulo 4

- Y dime, ¿desde cuando tocas el acordeón?

Don Dufek le preguntó a la señorita Katerina. Mientras por su mente pasaba una sola pregunta « ¿Por qué es tan importante que ella esté aquí? » Había sido obligado a contratar a una mujer muy joven, debía ser una joven promesa para tener un contrato con el "Teatro Rudolfinum".

- Toco desde los 5 años Señ... digo, director

- ¿Y cuántos años tienes? Si es que puedo saber.

- Oh Don Dufek eso no se pregunta a una señorita - dijo su madre, tapándose la boca con vergüenza.

- No me molesta, director, madre. Tengo 24 años recién cumplidos.

- Vaya, llevas bastante tiempo tocando, toda una década. ¿Y prácticas bastante? Te pregunto porque debes poder llevar el ritmo de hacer shows cada semana.

- Practico todos los días después de los shows en las calles.

- Los show, lo olvidaba. Si trabajas para nosotros deberás dejar de hacer shows en la calle; tendrás un contrato de exclusividad.

Eso la entristeció en gran medida, quería poder seguir con sus presentaciones, tal vez le permitiría hacer unos de vez en cuando.

- Director ¿tampoco podré hacerlos para privados?, verá, hice un trato y el siguiente sábado tendré que tocar en un cumpleaños. No puedo negarme a estas alturas.

El director se iba a negar, pero recordó las palabras de aquel hombre "No quiero una negativa de parte de ella, tú verás qué haces para convencerla."

- Claro, no hay problemas, de todos modos tu primer show será el sub siguiente sábado, necesitas preparación.

- ¿Preparación?

- Ya sabes, todo lo necesario para una buena presentación, apta para el teatro, no la calle.

-Claro.

Luego de escucharla el director entendió porque una persona tan importante influiria en las decisiones del teatro. Aparte de talentosa, era hermosa y elegante; sus cabellos caían por su hombros con gracia y cada palabra que decía era una caricia al alma.

-Excelente, excelente. Será un placer poder trabajar con usted.

- Muchas gracias por la oportunidad, me esforzaré para estar a la altura.

- Eso espero. Mañana debes estar aquí a las 9 de la mañana para la orientación, pero el horario normal es a las 6 am. No debes preocuparte por el vestuario, eso corre por parte del teatro y a los ensayos puedes venir con tu ropa normal. Tus padres tendrán reservado un asiento en el palco, eso ya está costeado. ¿Tienes alguna duda?

- Si, cuando haya eventos externos a las presentaciones, ¿Debo yo costear los atuendos?

- Ah, lo había olvidado, si. Eso cuentas por parte suya, pero no creo que haya problema, ya que tendrá un buen sueldo para que puedas vivir una buena vida señorita, recuerda que ahora serás una celebridad en un mundo exigente.

Eso último Don Dufek lo había dicho con intención, esperaba que sus padres gastarán ese dinero en su hija, en aparentar grandeza, no en sus caprichos tontos.

- Entonces nos vemos mañana, debo atender a otra persona.

- Hasta pronto Don Dufek - dijo el padre.

- Estaremos al habla para ver el tema de la paga - dijo la madre.

- Claro señora - el director no podía creer que el único tema de interés haya sido el dinero; su mala fama no era exageración.

- Nos vemos mañana director, gracias por la oportunidad.

Luego de 10 minutos entró en la oficina del director el hombre detrás de todo, aquel Lord que era reconocido por su belleza. Cabello negro sedoso bien peinado hacía un lado, ojos color avellana y un rostro claro cubierto con un par de pecas.

- Espero que me tengas buenas noticias.

- Sí mi señor, la señorita ha aceptado gustosamente la oferta que se le hizo. Debo decir que tiene buen oído, es realmente talentosa y muy bella, será muy famosa. No habrá lugar en República Checa que no la conozca.

- Bien, me alegro. Recuerda tratarla como se merece.

- Claro, perdón que me entrometa, pero ¿Es su prometida? En nuestra conversación mencionó que ellos serían sus futuros suegros.

- No es tu asunto, y te voy reiterar; nadie debe saber nada de esto.

- Por supuesto, perdón mi falta de tacto, no se volverá a repetir.

- Bien. Me retiro.

- Adelante, lo mantendré informado de cualquier cosa.

- Muy bien.

Luego de escuchar las buenas nuevas Viktor Sládek se retiró a su mansión.

«Todo va bien encaminado, pronto serás mi mujer y nadie lo cuestionará »




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