-Buen día, Lord Sládek, que gusto verlo. ¿Hace cuánto no nos vemos?
-Buen día su alteza, disculpe no haber venido antes, pero he estado ocupado.
-Así supe - el rey lo miraba tratando de descifrarlo, como lo hacía siempre - ¿Algo que contarme?
-Nada nuevo. Tengo entendido que quiere expandirse, ¿Es eso verdad?
-Siempre tan directo. Si, por eso lo hice llamar, necesito de su sabiduría.
-Su alteza, llegó el General. ¿Lo hago pasar? - Sládek miró con fastidio hacia la puerta.
-Si.
-Permiso.
Él guardia se retiró para permitir el paso al General.
-Sládek, ¿Qué hace él aquí su alteza?
-Qué falta de modales. ¿Su alteza, es necesario que él esté aquí? Podemos tomar decisiones y luego informarles - miraba sin ganas al rey, esperando que cumpliera su capricho.
-Esta vez no Viktor. Y tú, creo que has olvidado frente a quien estas.
Él hombre, ya mayor, se apresuró a inclinarse.
-Disculpe su majestad. No se volverá a repetir.
-En fin. Los llamé a los dos, porque quiero volver mi reino un imperio, pero para eso debemos crecer.
-En ese caso deberíamos atacar Polonia, tenemos posibilidades.
-Eres realmente idiota.
-Viktor...
-Perdón su alteza, pero es la verdad. Jamás podríamos vencer a un país tan grande. Es más fácil persuadir a varios países chicos y cuando seamos lo suficientemente grandes podremos vencerlos.
-Tú que vas a saber. Sólo eres un niño.
-¿A qué te refieres con persuadir? - preguntó curioso el rey.
-Me refiero a obsequios, ayudas a cambio de ser parte del reino. Le daríamos una pequeña libertad, eso los mantendría contentos, así no molestaría y serían nuestros.
-Eres un psicópata.
-Y la matanza, ¿Te parece mejor idea? Y el psicópata soy yo - reía sin ganas - Sólo busco una manera menos sangrienta de lograr el objetivo que es, que su majestad se convierta en un emperador.
-No te creas tan inteligente niño. No eres más que eso, un chiquillo.
-Siempre es tan divertido ver sus discusiones. Pero deben dejarlas de lado y ponerse a trabajar en lograr mi cometido.
Tu idea me parece interesante Viktor, ¿pero como sabes que lo lograrás?
-Señor, no estará...
-Silencio General.
-Gracias. Señor ¿Sabe por qué funcionan los trucos de magia? Porque las personas pierden el foco cuando algo que llama su atención está frente a ello. Como un conejo, una bella asistente o en este caso, dinero, obsequios. Por eso sé que funcionará.
-Tendré que pensarlo. Para la siguiente semana quiero que me presenten su ideas con todos los detalles de como conquistar Polonia.
-¿Estás preparada para mañana Katerina? - preguntó Lirio a la mujer
-No, estoy asustada. ¿Y si lo hago mal? ¿Y si me salto una nota? - Katerina se comenzó a hiperventilar.
-Tranquila, harás bien. Será como tocar en la plaza.
-Sabes que no es lo mismo - la miró luego de detener su paso - Habrá personas importantes.
-Insito. Tranquila, lo harás bien, eres buena - la miró con un rostro cálido - te dejo para que practiques. Yo también debo hacerlo. Nos vemos linda.
-Hasta luego Lirio.
Quedando sola volvió a pensar en el siguiente día. Ya había pasado una semana desde su ingreso al teatro, una semana de comenzar las clases, una semana de vivir nuevas experiencias.
Estaba empezando a hiperventilar cuando una voz la sacó de su burbuja.
-Te vez linda - el joven Maxmilián estaba en la puerta mirándola con ojos llenos de diversas emociones - ¿Estás lista?
-¿Por qué hoy todos me preguntan eso? - dice tomándose la cabeza dándose vuelta para mirar su acordeón.
-Porque es normal. Y es normal estar nerviosa. ¿Quieres bailar? Eso tal vez te distraiga un momento. ¿Qué dices?
-No tengo ánimo Maxmilián, perdón - se giró a mirarlo.
-Está bien - trato de no mostrar su decepción - ¿Ensayaras?
-Debo mejorar, claro que lo haré.
-¿Puedo ver? Tal vez sirva para acostumbrarte a las miradas.
Ella lo pensó un momento. Quería tener la opinión de una persona así que asintió para luego acomodarse.
Aún no sabía si tocar de pie o sentada, esperaba tomar luego una decisión.
[suena una melodía]
Maxmilián miraba a la joven tocando y comenzó a darse cuenta que sus sentimientos iban más allá de la curiosidad. Ella era ante sus ojos hermosa, dulce y talentosa.
Pero intentó quitarse eso de la cabeza, no podía estar con alguien que no fuera de su estrato social. Su padre jamás se lo permitiría.
-¿Y bien, qué te pareció? - ella mordía su labio por los nervios.
-¿Qué quieres que te diga? - la miraba con una enorme sonrisa - Eso fue estupendo, la gente quedará enamorada de ti, eso es claro.
Katerina se sonrojo por el halago. Se sentía cálido recibirlo de su joven maestro.
-Gracias, espero hacerlo bien mañana. Ahora debo volver a casa.
-Está bien, descansa.
Camino a su casa se dio cuenta que sus sentimientos iban más allá de la administración.