La música resonaba por todo el salón, los violines tocaban melodías aguas y los violoncellos melodías graves. Intercalaban sonidos haciendo que el salón pareciera un lugar mágico. Las parejas bailaban al compás, giraban y se movían por todo el salón.
Mientras que el corazón de Viktor palpitaba más rápido de lo usual, sus manos transpiraban y su boca se secaba.
Aún no creía que estaba tan cerca de su amada, sintiendo su aroma, su piel y su respiración.
Viktor temía por su plan, pero su mente era un caos en ese momento.
-Gracias por no rechazarme, hubiera sido vergonzoso - dijo Katerina sin mirarlo.
-No me atrevería, aunque no lo creas.
Él la miraba anhelado que ese tiempo no terminaba.
-Usted es un gran hombre, podría sin duda rechazarme.
Eso detuvo su corazón.
« ¿Piensa que soy un gran hombre? »
Ellos giraban y giraban bajo la atenta mirada de las personas y en particular de Berta, la eterna enamorada de aquel lord.
« No puede estar pasando eso. Mis ojos no están viendo esto.
Mi amado, mi hermoso amado bailando con esa cualquiera, esto es inaudito. No entiendo como aceptó »
-Berta, no vayas a hacer una escena. Muestra dignidad, no eres su prometida - dijo su madre.
-No tienes que recordármelo.
Estaba enojada, ella sólo había podido hablar con él una vez, pero ella tenía la suerte de bailar con él.
Katerina había subido de nivel social al ser cortejada por tantos hombres y aunque él no fue quien se acercó, bailar con un lord estaba muy bien visto.
-Debería ser yo quién esté ahí.
La canción había dejado de sonar para dar paso a otra aún más lenta.
El ambiente había cambiado y sus nervios habían incrementado.
-Bailas muy bien joven Katerina - se dirigió a ella con dulzura.
-Gracias - lo miro a los ojos - ¿Podría saber su nombre?
-Es un secreto, no te puedo revelar eso - una sonrisa se posó en sus labios.
-¿Por qué es eso? - preguntó curiosa .
-Eres curiosa hada de la música.
Eso hizo que Katerina se sonrojara y no levantara la vista. Ese apodo la había puesto más nerviosa de lo que estaba.
-Me parece justo saber quién me mira todos los días.
Eso paralizó a Viktor.
-¿Me has visto?
-Si joven - dijo con inocencia.
-Perdón, necesito retirarme.
Él dejó de bailar y se dirigió a la puerta de la mansión.
Había sido descuidado. Ella lo había visto y eso podría asustarla , no planeaba hacer las cosas tan rápido.
Berta desde la lejanía reía por la situación, ya qué Katerina había sido abandonada en medio de la pista de baile.
Su mirada jamás había abandonado a Viktor hasta que dejó el salón, se sentía triste, pensaba que era un buen señor, no lo veía capaz de dejarla en medio del baile.
Eso bajaba sus puntos en la sociedad; Viktor lo recordó cuando ya había salido de la mansión.
« Todos mis esfuerzos han sido en vano, lo he arruinado »
Él no sabía cómo arreglar su error.
-Debe sentirse menospreciada y confundida. ¿Qué he hecho? - dijo lamentándose.
La tristeza abordó a ambos, pero alegría en algunos invitados de la fiesta, quienes no veían dignos a los Macek.
-Hija, ¿Estás bien? - preguntó su padre molesto - Ese sujeto, que se cree.
Katerina se emocionó por la preocupación de su padre, pero la verdad que a él sólo le preocupaba las apariencias, no los sentimientos de su hija.
-Vámonos - propuso.
-No papá, eso sería injusto para los anfitriones.
La bondad le caracterizaba, a pesar de las circunstancias.
Pero aquella bondad no era apreciada y menos por aquella joven que le deseaba desgracias.
-Se lo merece, no es digna de mi amado. Qué bueno que se dio cuenta a tiempo de que ella lo atrapara.
-Qué sabes tú Berta, él está enamorado de ella, todo Praga lo sabe - dijo una joven que está de pie junto a ella.
-Cállate. Nadie te preguntó.
-Qué vulgar eres, ¿Crees que encontrarás pareja así? El joven Viktor no estará con una joven así de mal hablada - dijo con burla aquella muchacha.
Ella se mantuvo en silencio, la verdad la golpeó fuerte y eso dolía. Llevaba años buscándolo y él jamás le prestó atención.
«¿Qué debo hacer? ¿Imitarla? Eso es caer muy bajo, pero haría todo por él, aunque eso signifique dejar de ser yo. »