En el transcurso de la noche los sueños les impedían dormir. Viktor despertaba por pesadillas recurrentes, el sentimiento de pérdida lo desconsolaba; mientras Katerina estaba tan ansiosa que no podía conciliar el sueño. ¿Podría dar un giro a su vida?
« ¿Qué debo hacer? ¿Debo hacer pronto la oferta? Pero ella aún no está lista »
A Katerina aún le faltaba experiencia en tantos asuntos, musicalmente estaba lista, aunque le faltaba más reconocimiento. Su danza era un deleite, parecía un ángel a los ojos de él hombre, pero sus clases de etiqueta y escritura eran deficiente. ¿Ella era el problema o debía cambiar el profesor? Eso pensaba él director del teatro. Quería hacer un buen trabajo.
« ¿Debería consultarlo con mi señor? Pediré una cita? »
-Katerina despierta ya, niña incompetente - gritó su madre.
La joven había logrado conciliar el sueño en plena madrugada, cuando las primeras aves comenzaban a cantar. Hoy estaría cansada.
-Bajo enseguida madre - habló con una voz suave, su madre no esperaba respuesta, pero ella sentía que debía hacerlo, así que no era necesario levantar la voz. De todos modos elevar la voz era ganar una reprimenda. ¿Un golpe? Era probable, ya los había recibido en el pasado.
-Niña malcriada - los golpes no cesaban y los gritos tampoco.
-¡Mamá, perdóname, por favor, no lo haré nunca más! - su garganta dolía. Ella estaba segura que más tarde le costaría hablar.
Su madre no detenía su mano que azotaba la espalda de la niña. Era la segunda varilla que usaba.
-¡Nunca me vuelvas a contestar así! ¿Me escuchaste? - dijo lanzándola al piso.
-¿Qué sucede aquí? - Su padre preguntó mirando las escena con horror.
Su padre había estado afuera trabajando en una de las empresas de zapatos del país, donde mantenía un puesto lo suficientemente elevado para alguno de sus gastos.
-¡Pregunté qué pasó aquí! - gritó él hombre.
Era la primera vez que su padre gritaba a su madre.
-Tu hija, eso pasó. Osó gritarme. Me levantó la voz y me deseó la muerte. ¿Puedes creerlo? - ella estaba alterada, su mirada estaba fuera de sí y su esposo temió por su seguridad.
-¡Yo no hice eso! - gritó la niña con la voz ronca.
- Cállate, insolente - su madre le dio una cachetada.
Su padre se acercó con pisadas fuertes hasta su hija y tomó su rostro con fuerza.
-Qué sea la última vez que te veo o que me enteró que le levantas la voz a tu madre, porque sino los siguientes golpes vendrán de mi propia mano. ¿Escuchaste? - dijo con una voz grave, Katerina tembló del susto.
Era evidente que los golpes de su padre dolerían tanto que moriría del dolor.
Su padre la soltó y ella cayó de nuevo al piso.
-Ahora ve a bañarte, iremos a una fiesta y se requiere tu presencia - la miró con desprecio.
-Pero cariño, ¿Y si alguien lo nota o si ella dice algo? - habló Ivona.
-No te preocupes, ella sabe que no le conviene- ambos la miraron con una mirada de superioridad.
-Ve - dijo padre.
Katerina odiaba traer recuerdos dolorosos a su presente, usaba toda su fuerza mental para no pensar en ellos, pero a veces no podía evitarlo.
Ella entró al baño y decidió lavar su cabello con esencias especiales. Hoy buscaría la forma de ver a su ex maestro.
Lo buscaría entre las piedras si fuera necesario. Estaba decidida, como nunca lo había estado en su vida.
-¡Katerina! - Su madre interrumpió en su cuarto como lo hacía siempre, sin permiso - un hombre te busca, ¿Se puede saber qué está pasando?
-¿Un hombre?- estaba extrañada.
-Así es - su madre cruzó sus brazos esperando una respuesta.
-¿Dijo como se llamaba? - preguntó colocando uno de sus collares favoritos.
-Lo dijo, pero no le di importancia. Ahora ve, está en el salón.
Despacio por los peldaños de la escalera con su madre por delante, Katerina bajó nerviosa, no sabiendo quién era el hombre que mencionaba su madre.
Ella temía.
Pero cuando lo vio todos sus miedos desaparecieron y olvidando todo protocolo corrió a sus brazos. Él la recibió con gusto.
-Maestro, por fin puedo verlo, ¿Qué hace en mi casa? - preguntó ella sin despegarse de su cuerpo.
-Vine a verte, es difícil vivir sin tu constante presencia.
Ella se emocionó y alejándose lo miró sonrojada.
-No es propio este tipo de comportamiento de dos jóvenes que no están casados - dijo su madre quién había visto toda la escena.
Ambos se distanciaron y las mejillas de los muchachos se tiñeron de un color rojo.
-Perdóneme, mi señora, fue la emoción - habló Maxmilián.
- ¿De dónde conoces a mi querida hija? - preguntó ella.
-Fui su maestro de danza en el teatro - respondió mirando con nostalgia a su ex alumna.
-¿Qué buscas viniendo aquí?
Él no supo qué responder, él sólo siguió su impulso de verla.
-Sólo quería volver a verla - miró a Ivona serio - madame me gustaría que me permitiera seguir viendo a su hija.
Ella pensó lentamente.
-Tu apellido ¿Cuál es?
-Nadina Lichten
La madre de la acordeonista buscaba saber si este joven le sería útil. Si su hija se casara con un hombre de buena cuna sería una gran oportunidad para ellos.
-Tengo que hablar con mi marido antes de tomar cualquier decisión. ¿Lo entiendes verdad? - lo miró con una ceja levantada.
-Sí señora, lo entiendo.
-Ahora vete, es mucho por hoy.
Los jóvenes se miraron con ternura. Él sujetó y besó su mano.
-Hasta luego señorita Katerina.
-Hasta luego - ella fue interrumpida.
-Dime Maxmilián, por favor - él suplicó.
-Está bien, hasta luego joven Maxmilián.
Al otro lado de la ciudad aquel hombre recibía la noticia que su amada había recibido la visita del bailarín.
Su oficina estaba convertida en un desastre. Él había lanzado todos los muebles y papeles.