Moth. Volando entre secretos.

Henning

Tenía tanto tiempo que no escuchaba de ese lugar. Se me hacía tan abrumador como la mención de un ex.

Henning, el pequeño pueblo donde crecí y okey, sí, admito haber pasado los mejores recuerdos de mi infancia ahí, pero es que… ahg, ya son 11 años desde la última vez que estuve ahí y a estas alturas no forma parte de mí vida en lo absoluto.

Volver al lugar que era tu hogar después de mucho es como volver a la dieta después de haber ido a un rico restaurant de pizza, ya no es lo mismo, quieres la sabrosa cuatro quesos en vez de la lechuga opaca y aburrida.

Con si más ahora que la lechuga está podrida, y con podrida me refiero a las recientes noticias que me dejan helada y reafirman más mi decisión de NO ir.

Según, la policía local tiene varios casos abierto sobre asesinatos, suicidios y desapariciones. De curiosa cometí el error de buscar en internet y… no pude dormir. Fotos de los cuerpos sin vidas, algunos descuartizados en trozos disparejos y aberrantes, vacíos y sin carne en los huesos, incluso se han encontrado sin huesos, siendo unos simples sacos de carnes putrefacta. 

Abro la puerta del departamento dejando pasar al hombre de cincuenta años que se sienta en la mesa mientras que Muelas—mi lindo hurón marrón—corre a esconderse; si, eso es lo que debería estar haciendo, esconderme de él en vez de servirle café.

Pasea la mirada juiciosa por mi actual vida en plan: esto no es suficiente para una Moth. 

Es pequeño a comparación a la casa de mis padres pero es cómodo, tiene una excelente vista de la ciudad y es completamente mío. Más que suficiente para alguien de 18 que acaba de quedarse sola.

Mamá.

Papá.

Abuelo.

Son a quienes más extraño. Actualmente ningún Moth existe. Todos dieron su último suspiro el mes pasado. El último en morir fue el abuelo una madrugada de septiembre.

Desde un comienzo mis padres no me dejaron ir a ninguno de los funerales, ni siquiera para despedirme, y cuando les tocó a ellos hice exactamente lo que me pidieron: mudarme.

Y me mudé, una vez culminé mis estudios de preparatoria alquilé un cuarto en el centro de la ciudad cerca de una biblioteca donde empecé a trabajar. El dinero no me hacía falta pero necesitaba distraer mi mente para no pensar en sus muertes.

Me fuí lejos; lista e inestable mentalmente para empezar mi nueva vida acompañada de mi insomnio desde esa tarde de agosto que llegué de clases.

Aún estando en secundaria me preocupaba no poder lograr mis objetivos, ni siquiera estaba lista para empezar a redactar el ensayo que me abriría las puertas a una buena universidad, mucho menos para encontrar los cuerpos de mis padres tiesos y fríos. 

La forense no detectó nada en su sistema como para encontrarle sentido a que los órganos se le pudrieran, parecían haber pasado por un horno industrial ya que las tripas eran como cera derretida. Solo atinó a decirme que su muerte fue rápida y que los intestinos se les descompusieron horas después.

No sufrieron y eso fue un respiro para mis pesadillas.

No como mis demás familiares. La tía Tomey: apuñalada brutalmente. La tía Irene e Yrina: tres tiros en la cabeza y un corte certero en la yugular. El tío Xavier: igual que mis padres, órganos descompuestos sin ningún rastro de toxina. El tío Robert: jamás apareció. Y el tío Noel: se ahogó comiendo chorizo. 

Bueno, ese último tuvo la muerte más bonita.

Pero Mary, pobre tía Mary, ella fue la peor, su verdugo tuvo que tenerle demasiadas ganas o ser demasiado retorcido como para romperle los huesos uno por uno y dejarla morir lentamente.

Llegué a un punto en que ya no tenía lágrimas, las demás muertes ocurrieron eventualmente, la del tío Jesús, tía Andreina, tío Joel, Axel, Samira… en resumen somos (éramos) una familia bastante numerosa. Cada tragedia fue más sangrienta que la anterior hasta volverme fría e indolente ante la muerte.

Que llamarán a casa los de la póliza de seguros o encontrar a mis padres planeando mejorar la seguridad ya no era novedad, más bien, era su forma de decirme que otro Moth le habían cortado, disparado o podrido una pata en vez de estirarla.

Las lágrimas volvieron un año después de la muerta de la tía Anastasia, la primera víctima de nuestro asesino.

— ¿Patrick y Elizabeth Moth?
 


 

— ¿Si? —respondió mamá.
 


 

—Lamentamos informales que la señorita Samantha Moth fue hallada muerta la tarde del viernes. En su testamento deja a Atenas Moth como única heredera, se le solicita en Canadá para la sucesión de bienes.
 


El dinero y todas las propiedades las mande al caño, solo me quedé con su collar de cuarzo. Mis padres se hicieron cargo de todo mientras yo derramaba lo último que me quedaba.

Mi prima. Mi dulce prima con veintidós semanas de embarazo.

Causa de la muerte: una inserción en el abdomen. 

Las autoridades no encontraron nada dentro pero si la habitación de al lado donde yacía un pequeño angelito como muñeco de trapo. Sea el motivo que haya sido, el enfermo psicópata estaba enfocado en el bebe y no en ella.Y

Y aunque no lo quería admitirlo en voz alta, esperaba la muerte de mis padres y la mía con paciencia. Ya estaba resignada a mi destino, solo esperaba morir de forma rápida.

Lo que me sorprendió fue que él me dejará viva, no me mató porque sabía que ver y cargar con la muerte de toda mi familia era un tortura mucho peor.

¿Por qué?

Me cuestioné tantas veces.

« ¡Tu puta humanidad no sirve para nada! Tú no sirves para nada.» Le grité al cielo acabando de una buena vez por todas con mi fe.

Si Dios abandona su creación, yo abandono al creador.

El mismo día en que preparaba los trámites del entierro de mis padres, descubrí los papeles de adopción. La cereza del helado. El colmo de la vaca. La manera en la que el universo me demostró que me puede joder aún más cuando creí que no podía.



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En el texto hay: secreto, romance, sangre

Editado: 06.09.2021

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