Mr. Alpha

Metodos

Antes de que Ivette pudiera abandonar la oficina, Olivia salió corriendo como alma que lleva el diablo. Se detuvo en seco al no saber dónde conseguir un café, pero recordó que todos pedía sus bebidas en la cafetería de su madre, así que salió del edificio con la intención de no volver.

Había sido una tonta al entrar allí, pero su necesidad de regresarle aquel pañuelo pudo más, que carajos ganaba, pero esa estúpida parte honesta de su interior que le pedía ser recta en todo momento.

—Olivia, qué cara tienes —dijo su madre desde el otro lado de la barra —. Pareciera que viste un fantasma, estás pálida.

—No es nada, solamente quiero regresar mis tripas —contestó en voz baja, entrando rápidamente a la bodega.

Su madre dio por terminada esa conversación. Olivia podía llegar a ser muy dramática, prefirió darle su espacio y que fuera ella quien le contara lo que había pasado.

Dos horas después, Olivia regresó al trabajo de la cafetería tranquilamente, y el día pasó sin ninguna eventualidad más. Tuvieron muchos pedidos, así que estuvieron muy ocupadas, justo hasta cuando su madre se fue para acudir a un cumpleaños de una de sus amigas.

La dejó sola para que cerrara la cafetería, por suerte pasaron por su madre, así Olivia se quedaría con el carro. Pensó en pasar a comprarse una pizza, un té frío, y ver una serie nueva para olvidar el estrés del día, junto a ese personaje, el cual tuvo que mantener lejos de su cabeza.

—No creí que un café pudiera tardar tanto.

Aquella voz la hizo alzar su cabeza de golpe, pegar un grito de asombro y lanzar lo que sus manos pudieron tomar. Una taza voló por los aires y golpeó al individuo en la cabeza.

Olivia se quedó pasmada cuando el hombre cayó al suelo por el impacto. La razón volvió a ella cuando reconoció a Derek Alpha.

—¡Oh, Dios mío! ¡Oh, Dios mío! ¿Qué hice, lo maté? —gritó corriendo hacia él para tomarlo del rostro. Derek permanecía con los ojos cerrados —. Por favor, reacciona.

Olivia movió su rostro, un hilo de sangre bajó por su frente y aquello la hizo asustarse más. Pensó en llamar a una ambulancia, estaba frita, las correrían de allí por lastimar al hijo del dueño.

Olivia cerró los ojos y comenzó a llorar, a llorar como si su vida estuviera perdida.

—¿Por qué lloras?

—Maté a alguien —contestó sin ver, pero reaccionó al percatarse de que no estaba hablando sola. Derek la miraba con diversión y curiosidad —. No estás muerto —suspiró Olivia, y lo abrazó con fuerza.

Olivia recobró la cordura y se alejó de él de golpe. Lo había abrazado, no supo cómo pudo pasar, estaba tan confundida.

—Jamás imaginé que tuvieras tan buena puntería —dijo riéndose y sentándose en el suelo.

—Lo siento, lo siento tanto, no quise. Pero es que me asustaste, ¿cómo entraste?

—Por la puerta... —señaló lo obvio y Olivia se sintió tonta, pero recordó que la había cerrado.

—La puerta estaba cerrada, yo misma me cercioré de que así fuera —inquirió viéndolo directamente.

—Puedes ir y verificar mis palabras —dijo Derek, señalando con su mano que fuera a hacerlo.

Olivia arrugó la mirada, no se quedó con las ganas de cerciorarse, para su sorpresa, cuando giró la manija de la puerta, esta se abrió. Aquello comenzó a danzar en su cabeza como un pensamiento negativo; había sido capaz de dejar abierta la puerta y no darse cuenta.

Giró hacia Derek, quien ya recomponía su traje. Olivia apretó los labios cuando notó la sangre en su frente. Dejó de lado el susto, la duda y corrió a buscar el botiquín. El hombre la miró con detenimiento mientras volvía.

—Por favor, ¿me permites limpiar tu herida? —dijo con pesar.

—Me quedé esperando mi café, podría beberlo ahora —contestó Derek sentándose en la barra.

—Es lo mínimo que puedo hacer, señor Alpha —suspiró pasando al otro lado de la barra y dejando frente a él el botiquín.

Derek comenzó a buscar en el botiquín, y él mismo limpió su herida. Olivia lo observaba de reojo por momentos. El hombre era muy atractivo, además de que era poseedor de un aire elegante, sofisticado y sobre todo relajado.

Olivia regresó con el café, como se lo había pedido por la mañana. Se quedó callada. Mientras él bebía el primer sorbo, notó que la herida había sido limpiada y desde esa distancia ya no parecía sangrar. El hombre debía tener una cicatrización muy buena, pensó ella.

—Esperé todo el día por mi café —dijo Derek. Olivia lo miró sin saber qué decir —. Huiras cada vez que te pedía uno, si es así, deberé comprarlo antes de entrar.

—Hubo un error, yo no soy su secretaria. Puede tener alguien más preparado para el puesto.

—¿Qué hacías entonces en mi oficina tan temprano?

—Ayudaba a Lourdes...

—Así que no eres empleada de Alpha Company —dijo meneando su taza y observando el café dentro —. Es una lástima... Lourdes era un excelente elemento.

—¿Era? —cuestionó rápidamente Olivia.

—Sí, era... en su contrato estipula que ninguna persona ajena a la empresa puede entrar o tener contacto con archivos de presidencia. Creo que Lourdes debió aclarártelo antes de que le ayudaras, esto pone en riesgo su trabajo, puede ser despedida inmediatamente.

—Pero... ¡Yo no robé nada! Ni he hecho uso indebido de lo que leí.

—Oh, así que tenías acceso a los archivos —dijo serenamente.

—¡No! —maldijo internamente, había metido la pata aún más.

—Te espero mañana, Olivia... con mi café —agregó Derek, poniéndose de pie.

—Pero...

—No creo que desees meter en aprietos a Lourdes. Su puesto depende de tu decisión.

—Eso es una amenaza, señor Alpha —dijo molesta.

—Puedes cuestionar mis métodos, Olivia. Te veo mañana a las ocho...

Olivia lo observó anonadada de lo que acaba de pasar. Derek Alpha la había amenazado para trabajar con él... ¿Qué clase de hombre era? Y lo peor era que ella debía trabajar para él.




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