Noto cada día como el rostro de mi madre se llena de amargura y dolor, y no puedo hacer nada. Cada vez que le pregunto si está todo bien me contesta reacia, como si le molestara que me preocupara por ella, ¿así pretende que le cuente mi vida?
Y yo tengo que ser la fuerte, tengo que ser la que puede con todo. Yo no lloro, yo no me enojo, yo no me pongo triste, yo nada. Cada vez que tengo un problema tengo que tragarme la angustia para que no me vea llorar, porque yo no tengo razones para llorar. Yo tengo una buena vida, he estudiado de todo, no me falta comida, soy inteligente, ¿por qué voy a llorar yo? ¿Depresión, soledad, pensamientos expremos? ¡Claro que no! Esas son tonterías, yo no tengo motivos para estar triste.
Ay, mamá, si tan solo supieras que tengo que irme a llorar a una plaza porque no puedo llorar en casa, porque no tengo otro lugar a donde ir para poder desahogarme. Si supieras que cada día que pasa me desprecio más. Cada día que pasa me pregunto si realmente me querrías si supieras todo lo que soy en realidad.