Mi vida siempre fue miserable.
Sabía que era muy diferente a las demás personas, tanto que me temían. Pero nunca me importó.
Cuando huyes de casa muy joven, no tienes a nadie quien te ayude, no tienes nada.
Cuando la única personas a quien has amado está en peligro, no importa nada, ni siquiera que debes permanecer lejos para no lastimarlo.
Corría rápidamente por las carreteras a una velocidad inhumana, deseando no llegar muy tarde.
Por más de que trates de ocultar tus emociones, hay una persona que al final se da cuenta de todo, y aunque trates de negar lo que sientes, simplemente no puedes engañarlo.
Me congelé en la puerta principal, viendo cómo la luz se iba de sus ojos.
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Editado: 30.05.2018