Cada vez que visitaba el mar me sucedía lo mismo... Me hacía volar hacia el pasado ahogandome en los recuerdos de lo fue mi vida, con ese fervor empedernido de querer acabar por completo con el poco aire que mis afectados pulmones puedieran llegar a consumir y por consiguiente con mi existencia. A mi mente llegaban los retazos de un recuerdo volaz de esa que fue mi infancia, taposada hasta el topé de carencias atocigantes y dramas de novela. De una adolescencia alocada y desenfrenada en la que solo importaba las fiestas y el disfrute de la vida y no pararle bolas ni a los estudio ni a unos padres que solo añoraban el bién para uno. Eso era cosa de gafos, de ingenuos, de estúpidos... Ese era mi pensando por aquellos días en mi preparación estudiantel. Tantas fallas de las que hoy en día me arrepiento pero de las que desgraciadamente ya no puedo reparar. Me decía a mí mismo que todo aquello fue como ensayo y error. Hoy en día comprendo con más lucidez lo que me dejo cada una de esas fallas. De eso se trata la vida ¿No es así? Ya que voy hacer si no medio aprendir de las metidas de pata que hise. Después de tantos años porque ahora venía con esto ¿Que me estaba pasando?. Y vaya que duele ahora pero que coño. Quizás todo tenía que suceder exactamente como sucedió ¿Porque querer cambiarlo?... Ya no había chance para eso.
Yo seguia en este mar de pesares y angustiosa dejándome estremeser por sus olas que me paseaban como un surfista inexperto en pleno entrenamiento hasta arrastrarme por completo a la orilla de la adultez, de lo que soy ahora ¿Exactamente qué? ¿Que había logrado hasta ahora? . Una satisfacción tajante de haberle cerrado la boca a muchos individuos incapaces de salir a la calle a tratar de cumplir un sueño que por más alto que se veía se ponía alcanzar con esmero y dedicación. Inclusive para muchos de mi familia, que veían en mí un ser parasito incapaz de lograr siquiera ser bachiller de la Republica. Gracias a Dios nunca me deje corrumpir por los comentarios de terceros, siempre tuve la confianza en mi mismo como para no desfallecer en el camino y la suficiente como para mantenerla hasta el día de hoy... O eso creó. Al menos podria decir que habia logrado sacar mi propia vida adelante y que tenía el dinero suficiente en el banco como para mantenerme por un par de años más sin depender del gobierno. Pero ¿Era esto lo que deseaba? ¿Porque tenía que ponerme asi ahora? Justo ahora. Bueno yo me lo habia buscando. Aunque habia sido un gran ejemplar para mis compañeros de la facultad, mis profesores daban potestad de ellos y mis diplomas daban fe de ello. Supongo que entre las subidas y bajadas de la vida en esos fastidiosos altibajos me llego la ahora de saborear el asqueroso sabor de los bajo.
Buscaba en el mar un consuelo que podia brindarme pero que colaba consigo mis recuerdos y mayores temores que me volvían un ocho ¿Tenía miedo de quedarme solo?... Su furia momentanea me sumergía con ferocidad hacia las profundidades de una existencia fructífera y calamitosa tal cuál como sus olas: calmadas e irancundas. Así era mi vida. Cambiante como un repentino oleaje o mal de fondo. Por eso me empañaba en venir. A reconocer, aceptar y dejar ir. Coño realmente necesito dejar ir muchas cosas.
Buscaba la serenidad que incondicionalmente por años me brindaba siempre que la visitaba. A recibir la dosis intravenosa requerida para apaciguar mi ansiedad, la paz y la calma que por dias tremulos deseaba sentir por eso -y más- me decidí a venir a la isla; a la llamada Perla del Caribe y vaya que si lo era. Sin tener que invadiarla nada a ninguna otra este país es una maravilla pero aún con todo y sus riquezas naturales seguía siendo una joya en bruto por los diferentes gobiernos que han llegado a regirla.
Venía a calcinar mi espíritu atribulado de tantas batallas abruptas del día a día y sobretodo para una persona como que he visto tantas cosas incorrepatas ante los ojos de Diós pero que de igual forma seguían sucediendo. Tantos asesinos que he podido poner tras las rejas y los que faltan... Miles diría, a recargarme con el incandescente poder (a veces relajante y cálido) del astro rey. Aquí siempre encontraba lo que necesitaba aunque fuera una buena sacudida hasta los malos recuerdos y era aquí en donde deseaba despedirme de ella. Ella quién fue mi compañera por años. Mi eterno amor. Juntos habiamos observado esta misma escena en este mismo pedazo de mar, pero que ahora me tocaba a mí solo aclamar. Y eso fue lo primero que hise al bajarme del avión. Dirigirme hasta la playa más cercana del aeropuerto. Me tomó unos ocho kilómetros al sur del Aeropuerto Internacional Santiago Mariño exactamente.
Playa el Yaque era un tesoro para los surfistas de todo el mundo y más aun para los turistas. Me quité mis rusticas botas que apretaban mis grandes y larguiduchos dedos, remange un poco mis pantalones tratando de convertirlos en una bermuda -pero que no logre con exito- sentir la suave y fresca arena blanca en mis plantas fue lo mas cálido y relajante que había sentido en años. Me quite la chaqueta de cuero que siempre solía usar y desabotone la camisa que tenia debajo permitiendo que el aire abrasivo se adueñara de mi cuerpo. El pequeño maletín que había escogido para trasladar mis pertenencias en las que solo ocupaba un par de mudas de ropa y mi libreta de apuntes con su respectido bolígrafo lo deje a un lado cerca de mis descalzos pies y me sente en una piedra cerca del malecón.