Muerte en Versalles

Capitulo 6

—Antoinette eres muy impaciente —dijo entre risas—. Debes de esperarnos

Se encontraba corriendo por los pasillos del palacio llegando hacia el comedor, donde había sido la primera en sentarse ganándole al resto de sus hermanos, sonrió victoriosa pudiendo servirse ella primero la comida más deliciosa que había.

—¡No es justo! —reclamo Fernando—. ¡Hizo trampa!

—¡Llorón! —se burló—. Eres un llorón.

—¡Juana! —lloriqueo—. Dile que no es justo.

Su hermana Juana se acerco a ella, le sonrió dulcemente, y le pico su nariz como castigo, lo cual la hizo molestarse.

—Siempre eres la primera en adelantarte —la regaño—. Debes de esperar al resto de tus hermanos.

—Ustedes son muy lentos —dijo molesta—. No los puedo esperar tanto, yo gane justamente.

—La comida sabe más dulce cuando estamos en familia —dijo sonriente—. Si no tienes piedad por nosotros, ¿no la tendrás con el pequeño Max? Apenas puede caminar, ¿no lo harás correr? ¿verdad?

Antes de poder responder, llego Carolina observando que ellos ya habían llegado.

—¿Antoinette fue la primera en llegar? —se quejó—. ¡Dile algo Juana!

—Carolina debes de tener paciente a tu pequeña hermana —menciono Josefa, llegando en brazos con el pequeño Max—. Lo mismo es para ti Fernando, solo nos tenemos a nosotros, debemos de llevarnos bien todos.

—Si Josefa —dijeron de mala gana.

—¿Madre y padre vendrán a desayunar con nosotros? —preguntó Fernando entusiasmado—.

Juana y Josefa intercambiaron miradas cómplices, que en su momento Antoinette no entendía.

—Nuestros padres son los emperadores de nuestro imperio —respondió Juana cariñosa—. Deben de ver por el bien de nuestro pueblo, tal vez para comer vengan.

—Nunca están —reprocho Carolina—. Pocas veces los vemos, ¡nos abandonaron!

—¿Cómo podrían abandonarnos? —replico Josefa sonriente—. Si ustedes son las criaturas más hermosas que he visto, ¿Quién podría abandonarlos? Es su deber el que les impide estar con nosotros, no podemos ser egoístas, ellos deben de poner primero al pueblo sobre sus propias necesidades, eso nos incluye.

—Debemos ayudar a mamá y a papá con su carga —apoyo Juana—. Este imperio será el que nos heredarán, debemos de entenderlo y nunca dudar de su amor por nosotros.

Todos se habían sentado para desayunar juntos, cuando las miradas de todos sus hermanos recayeron en ella.

—¿Antoinette? —preguntaron—. ¿Antoinette?

Escucho como una voz masculina le susurraba en su oído, comenzando a despertarla suavemente, su voz era cálida y amable, no había duda de que era Adrien. Le dio de manotazos al aire mientras se quejaba que quería seguir durmiendo, sentía que había dormido tan poco, no supo cuando cayo dormida. Tal vez cuando los llantos y gritos de esas criaturas se aplacaron o termino durmiendo mientras lloraba. Sentía que hace un momento que se había dormido, no quería volver a despertarse después de un buen rato, deseaba dormir, aunque sentía todo su cuerpo incomodo.

—Debemos de marcharnos —murmuro Adrien—. Debemos de cruzar la frontera antes del atardecer.

—No quiero —murmuro somnolienta.

Sintió como era obligada a sentarse terminado por levantarse, al abrir sus ojos, observo el verde oliva de los ojos de Adrien, quien la miraba con preocupación y calidez. ¿Por qué seguía a su lado? No lo entendía, si fuera ella, lo hubiera dejado a su suerte, tenía suerte que Adrien era una persona completamente diferente a ella.

—No quiero levantarme —le suplico—. ¿Puedes dejarme durmiendo?

—Antoinette —menciono serio—. Mírame.

Esta negó con su rostro, entonces sintió el suave tacto de la mano de Adrien sobre su rostro, obligándola a que lo mirará.

—Mírame por favor.

—Adrien ¿Qué es lo que quieres de mí?

—Se que el dolor que estas sintiendo en este momento es abrumador —menciono suave—. Perdiste a alguien a quien amabas, esta no es ni de cerca la vida que pensabas que tendrías, ni siquiera yo, hubiera podido imaginarme algo como esto, pero no puedes detenerte, no este momento, si quieres llorar puedes hacerlo por las noches, pero mientras sea de día necesito que todo esa pena y dolor que sientes lo guardes —acaricio suavemente su mejilla reconfortándola—. Debes de sobrevivir si quieres volver a ver a tu hermano, hazlo por él, necesito que te repongas, así que por favor debes de levantarte.

Antoinette lo miro profundamente podía ver sinceridad en su mirada, cerro los ojos inhalando profundamente y cuando soltó todo el aire se obligo asi misma a levantarse del suelo. No se vencería, a pesar de toda la tristeza que sentía, debía volver a pararse. Adrien al ver que ella se paro pudo ver en su rostro una sonrisa de felicidad.

—Ya he hecho el camino que debes recorrer para llegar a la frontera —le menciono—. Será algo pesado alteza…



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En el texto hay: francia, zombie, romance

Editado: 21.06.2024

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