Mujer

Capítulo 15

habla con tanto odio que en sus ojos se denota las ganas de acabar conmigo, trato de empujarlo y me levanto del suelo resbaloso, me quejo del dolor pero lo único que quiero es escapar de Benito, él me persigue como si no hubiera un mañana.
—¿A dónde vas querida?, aun no acabo contigo— amenazante.
De la desesperación comienzo a llorar, sin darme cuenta Benito se lanza hacia mi cayendo los dos al suelo.
—¡Ya!— grito con todas mis fuerzas.
Él comienza a estrangularme sin piedad.
—¡Déjame ya!— susurro apenas y puedo hablar por la falta de aire.
Cada vez más aumentaba la fuerza de sus manos en mi cuello mientras que yo inútilmente lo apartaba con las mías. Desesperada por vivir, le entierro los dedos en sus ojos, el grita de dolor tapándose los ojos y yo de inmediato comiendo a respirar con desespero, levanto del piso y corro los más rápido posible. Bajo una fuerte lluvia con truenos, me encuentro huyendo del tipo que me embaucó, manipuló y humilló en varias ocasiones sin remordimiento alguno, trataba de salvar mi vida. Viridiana llega a casa mojada, Francisco al verla se tranquiliza pero pregunta por Rosaura.
—Hija que alegría que estés bien, ¿Y tú mamá?— preocupado.
—Se quedó con mi amigo el que me marcó por teléfono— responde tranquila.
—¡No!, ¡No puede ser!— asustado sale de la casa casi corriendo.
Viridiana no entendía lo que estaba pasando, va a su habitación y se va a la ducha.
Viendo borroso, Benito se levanta del suelo, a paso lento, tapándose el ojo.
—Desgraciada, de hoy no pasas— murmura enfadado.
Con la respiración agitada, llego a un callejón oscuro, calmándome y viendo si no viene atrás.
—Ayúdame Dios mío, te pido por mi hija y por mí, también por Francisco, por favor ayúdame a salir de ésta— susurro llorando.
—¡Sé que estás ahí Rosaura!, no te escondas de mí, sal de dónde quiera que estés— habla en voz alta con gran tranquilidad como si su objetivo fuera matar a un animal. Mi respiración se agita sin disimulo, arrugo la cara de miedo, cuando volteo atrás veo a Benito con una madera en su mano.
—¡AAAAAAHHHHHH!— grito con todas mis fuerzas que la reacción de Benito fue empujarme para que cayera al piso.
—Nadie te escuchará— habla mientras alza la madera para darme con ella.
Estando en la calle, Francisco mira a los alrededores, asustado con pensamientos negativos.
—¡ROSAURA!, ¡ROSAURA!— sus manos rodeando su boca, grita fuertemente para que Rosaura lo escuche pero todo es en vano, ella se encuentra lejos del punto de inicio —¿Dónde estás mi amor?— se arrodilla mirando al cielo con tristeza y dolor al mismo tiempo que la lluvia cae con fuerza —¡No me hagas esto Dios!, no con ella— solloza amargamente.
Aún con la tabla de madera, Benito la miraba y gozaba de su sufrimiento.
—Después de esto sigue tú hija, que diga, nuestra hija— añade con exitación. Me da el golpe fuerte, yo solo me quejo, mirando de lado, veo una botella de vidrio tirada, la agarro y sin que él se diera cuenta me levanto.
—¡Con mi hija no te metas maldito cerdo!— con todas mis fuerzas le quiebro la botella en la cabeza, él cae al suelo quejándose del dolor, tocándose la herida.
La tabla al estar tirada la levanto, me siento encima de él y comienzo a golpearlo por todo lo que me ha hecho.
—¡Por haber matado a mi madre!— dándole un golpe fuerte en la cabeza —¡Por haber quemado la casa donde vivía con mi familia!— otro golpe en la caja torácica —¡Por haberme acosado todo este tiempo— le doy otro en la cabeza —¡Secuestrarme y tenerme bajo tierra por casi un año!— golpeo sus manos —¡POR METERTE CON MI HIJA!— grito y comienzo a golpearlo sin parar, él sangra pero aún sigue con vida.
—¡¿Por qué no te mueres infeliz?!— menciono desesperada, miro mis manos llenas de sangre, me levanto del suelo caminando con miedo, mojada por la lluvia que aún seguía, cada trueno que había me espantaba, estaba aún más espantada por lo que había hecho. Sin darme cuenta recibo un golpe demasiado fuerte en la cabeza que de inmediato caigo desmayada al suelo, uno tras otro, no logré sentir nada.
Francisco llega a casa con las esperanzas muertas, mira a Viridiana y la abraza con tristeza, llora desconsolado por la ausencia de Rosaura. A la mañana siguiente, la lluvia aún seguía con truenos, mirando en la ventana el río de agua que había en la calle se encuentra Francisco, melancólico y pensativo. Suena el teléfono de la casa a lo que él corre a contestar, le hablaban del hospital para informarle que su mujer había sido encontrada cerca de un callejón a cuatro cuadras de su casa, del impacto cae al piso dejando el teléfono que cayera también. Viridiana al escuchar el golpe, corre a ver lo que pasó y ve a su papá en el suelo llorando, pregunta insistente hasta que con sollozos le responde, ella recibe la noticia como un golpe en el pecho, un vacío que nadie podría llenar. Rápidamente se cambian de vestimenta para ir de urgencia al hospital, llegando ahí preguntan por el estado de salud de Rosaura.
—Lamento informarle Sr. que su esposa al parecer no...— suspira aquí el Doctor —no podrá sobrevivir— dándole palmadas de consolación en el hombro a Francisco.
—Yo sé que tú puedes mi vida, vivirás por nuestra hija, hazlo por ella que más te necesita al igual que yo te necesito conmigo— piensa tristemente pero esperanzado.
—Puede pasar solamente una persona, ¿Quien va?— informa el doctor.
—Ve tú mi vida, entra y habla con tu mamá— da la oportunidad Francisco.
Entra al cuarto donde se encuentra encamada Rosaura, le acaricia el pelo mirándola con tristeza.
—Mamita yo sé que tú puedes, no te rindas, sé que me he portado muy mal pero te prometo que no lo volveré a hacer, papi te necesita. Me dolió al verlo triste por tí y yo sé que todo esto es por mi culpa porque si no me hubiera escapado de casa, nada de esto estaría pasando— solloza sosteniendo la mano de Rosaura.
—Te amo mami— le da un beso en la frente y con la misma, lentamente sale del cuarto.
Le toca el turno de Francisco, llora al verla en la cama, triste con ganas de morirse:
—Desearía estar en tu lugar en este momento, no soporto verte sufrir, necesito que estés aquí mi amor, para nuestra hija y para mí, no te vayas mi amor por favor. Quiero que despiertes y aunque sea me digas algo, vuelve por favor.— habla con impotencia y le da un beso en la boca con mucho amor.
—Nada de esto es fácil, para empezar no sé si lo que haré estará bien, ocultarle la verdad a una niña inocente no está bien, sin embargo, contárselo solo atraería más problemas porque es algo que no me corresponde a mí, sino a su madre. Pero quiero estar libre de toda culpa y aunque también es mi hija, quiero que esté advertida de todo el peligro que representa la gente extraña como lo es el amigo que la llevó a su casa a dormir— piensa en lo que hará Francisco.
Llama a Viridiana y ambos se sientan en los bancos que hay alrededor.
—Hay algo muy importante que tienes que saber— comenta dudosamente.
—Papá, los doctores están corriendo hacia la habitación de mamá— comenta asustada Viridiana.
Se levantan rápido para preguntar.
—Al parecer la paciente está convulsionando— informa la enfermera.
Con las manos en la cabeza, Francisco se pone a rezar...



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En el texto hay: adolescente, drama, violencia

Editado: 04.03.2021

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