"El dolor puede hacer dos cosas, o nos derrota o nos hace fuertes".
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Capítulo 4:
TIEMPO DE CAMBIO
Nunca en mi vida pensé que vería el cielo cambiar de color en su totalidad; primero morado, luego se transforma en un rosa brillante y después comienza a oscurecerse, pasando por tonos de rojo hasta terminar siendo negro, o transparente, no lo sé.
Estoy por hablar cuando una luz muy brillante se hace presente, y luego muchas más ¡Son las estrellas!
Es como si la gran esfera de cristal en la que estamos estuviera nada más y nada menos que en medio del espacio, porque cada rasgo cósmico es tan claro que siento que podría tocar el cielo.
No veo planetas, solo estrellas y muchas luces, colores y destellos que no alcanzo a describir.
Es simplemente maravilloso.
—¡Estamos en el espacio! —me pongo de pie en un salto mirando a todos lados atónita.
—No exactamente, pero es cerca —ríe levantándose también.
—¡No puedo creerlo!, ¡no es posible! —me siento totalmente eufórica.
—Me alegra que te guste —llega detrás de mí, y pone sus manos en mis hombros.
Siento esa sensación de necesidad que me grita acercarme a la superficie transparente, pero Erick me detiene de un tirón. Yo me afirmo en el suelo y lo veo de costado.
—Recuerda, eso nos protege —dice sonriendo sin quitar sus ojos de mí.
—¡Son muy hermosas! —exclamo mirando los luceros y señalando uno de ellos.
—Ninguna de ellas te supera a ti —dice y siento su mano en mi cabello, así que me doy vuelta.
—Ese es uno de los halagos más gastados del mundo —me muestro bromista y cruzo mis brazos con un tono de diversión.
Un halago super cliché.
—No es un simple halago, es un hecho. Están ahí y brillan tan fuerte porque sienten envidia de tu luz, solo quieren superarte. Cosa que les resulta imposible —expresa mirándome a los ojos.
De la nada, al rededor del cristal se materializan una especie de criatura; una ballena morada brillante como si estuviera hecha de neón y a ella se unen otras más que comienzan una danza en conjunto con estrellas fugaces que pasan realmente cerca, no tanto como para ser ferozmente azotados por estas, pero si como para ver su luz con claridad.
Una de las ballenas desciende y se coloca cerca del cristal frente a mí. Puedo ver sus ojos gracias a que literalmente su aleta toca el vidrio o eso supongo.
Extiendo mi mano y aún cuando no puedo tocar el cristal ella parece imitar mi acción y alinear su aleta como si se tocaran.
Sonrío admirando esto hasta que siento las manos de Erick agarrarse más fuerte y eso me sobresalta.
—Sé que piensas que nadie te quiere y que lloras mucho porque tu vida no es lo que te gustaría —empieza a decir y yo siento un nudo en la garganta.
Mi cabeza baja instintivamente y me abrazo a mi misma para evitar sentirme vulnerable.
—También sé que te culpas por lo que pasó con tu madre, o tu padre; Wendy, sé que tratas de ser fuerte, y lo intentas más de lo que deberías hacerlo…
—Basta, por favor, solo no digas nada más —aprieto los dientes.
Cada palabra, cada recuerdo, casa sensación es como una daga y yo me siento como el blanco. No quiero más dolor, no ahora.
Una fría brisa hace que cada vello de mi cuerpo se erice y el ambiente cambia a uno más lúgubre, como si la belleza del lugar en la noche fuera un poco menos radiante. Como si la noche además del sol se llevara consigo toda la magia.
—No importa nada de eso, ¿sabés? No eres diferente, es más, ni siquiera importa lo que tu tío hizo —su voz se hace más firme.
Siento mi corazón detenerse.
—¿Cómo sabes eso? —lucho por no llorar.
—Todas esas cosas, son parte del pasado que prometiste dejar atrás. Ahora estamos aquí, solo nosotros dos —me hace alzar la mirada y veo su sonrisa.
—No puedo, me es imposible dejarlo y ya. Siempre regresa a torturarme —siento la necesidad de abrazarlo y llorar.
Erick, como si leyera mis expresiones, me abraza y acaricia mi cabello mientras yo solo me aferro a él y suelto algunas lágrimas.
—Solo deja ese pasado atrás —susurra con tranquilidad.
Su voz y sus brazos me hacen sentir segura; el ambiente de nuevo es cálido y tranquilo. Miro de nuevo al cielo y las estrellas brillan como nunca; yo solo lo abrazo más fuerte.
Las ballenas danzan de nuevo y se han unido muchas más luces radiantes. Todo vuelve a ser perfecto, pero algo en mí sabe que sus palabras son ciertas.
—Quiero que sepas algo —siento su mirada y la seriedad de su voz me confunde.
Yo lo miro y asiento para dejarlo continuar.
—Te he visto sufrir y llorar en las noches y no sabes cuánto dolor causa eso en mí; te he visto sentirte insuficiente cuando no logras tus objetivos y aún más, he visto esas veces en las que has intentado acabarlo todo… —se detiene y toma mis manos.
Yo siento mi corazón martillar de nuevo, pero él acaricia mi mano con la suya para darme tranquilidad.
—Pero quiero que sepas que no importa la cantidad de estrellas que puedas ver en el cielo —levanta la mirada y yo lo imito.
Un cielo tan estrellado como ese solo se ve en las películas. Siento un cosquilleo en mi estómago , pero no digo nada, solo lo dejo continuar.
—Cuéntalas, mi amor por ti es más que ellas —confiesa y de nuevo me observa.
—¿Qué? —salto de la impresión al escuchar eso.
—Te amo —dice acercándome un poco hacia él.
CONTINUARÁ...
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¡Gracias por leer!