El despertar de la Raíz

Narrado por Charlotte

Nadie quiso hablar de mis brazos al día siguiente.

Las líneas negras seguían ahí, como raíces bajo la piel, moviéndose levemente cada vez que respiraba. Era como si se alimentaran de mí. Como si estuvieran creciendo con mis pensamientos. Me las cubrí con un suéter largo, pero sabía que no serviría por mucho tiempo.

Mis amigos me miraban diferente. No con miedo, exactamente. Era otra cosa.

Como si estuvieran esperando que hiciera algo... peligroso.

Pasamos la mañana en la biblioteca. Jayden estaba organizando los textos antiguos, Dylan investigaba algo sobre antiguos portales en regiones alejadas del país, y Thomas... simplemente no hablaba.

Estaba en una esquina, observándome. Como si ya no supiera quién era.

Alicia me trajo una taza de té y se sentó a mi lado.

—¿Duermes? —me preguntó.

—Sí. Pero cuando despierto, siento que no lo hice sola.

Me miró en silencio.

—Charlotte... ¿esto va a destruirte?

—No lo sé —le respondí—. Pero siento que si me resisto... será peor.

Ella bajó la mirada. No necesitaba decirlo: estaba preocupada.

Todos lo estaban.

Esa noche, pasó lo inevitable.

Estaba en mi habitación cuando escuché la voz otra vez. No en mi cabeza. Esta vez era real. Como si saliera de las paredes, de la madera, del suelo.

"Tierra. Sangre. Voz. Vuelve a la raíz."

Me puse de pie. Las raíces bajo mi piel comenzaron a brillar con un tenue resplandor violeta. No dolía... pero se sentía como una fiebre interna.

Caminé por el pasillo en trance. Como si algo me arrastrara.

Y entonces, en el salón principal, todo explotó.

El suelo se abrió.

Literalmente.

Un temblor recorrió la mansión. Las lámparas estallaron, los vidrios vibraron y un crujido surgió desde el centro del piso. Una grieta se abrió como si la tierra se estuviera partiendo en dos.

Y del suelo... comenzaron a salir ramas negras, retorcidas, cubiertas de símbolos.

Yo estaba en medio.

—¡Charlotte! —gritó Thomas desde las escaleras.

Me giré hacia él, con las raíces elevándose a mi alrededor como una jaula viva.

—No te acerques —le advertí—. No puedo controlarlo.

Pero lo hizo igual.

Corrió hacia mí. Me tomó de los brazos. Y en ese momento, las raíces se detuvieron.

—¿Qué está pasando? —preguntó, con el rostro lleno de terror.

—No lo sé... —dije con la voz quebrada—. Siento que algo me llama desde abajo. Como si la casa estuviera viva... y yo fuera parte de ella.

—¡Tienes que luchar, Charlotte! No dejes que esto te consuma.

—¿Y si esto soy yo? —pregunté—. ¿Y si ya no hay diferencia?

Las raíces se agitaban como si sintieran mi duda. Como si esperaran una decisión.

Entonces lo vi claro.

No se trataba de resistirme.

Se trataba de comprender lo que querían de mí.

Cerré los ojos. Respiré profundo.

Y en ese instante... lo vi todo.

Vi a la primera Heredera Silente. Una niña de trece años, ofrecida como canal entre mundos.

Vi cómo fue poseída por algo antiguo. Cómo le escribieron símbolos con cuchillos de hueso sobre la espalda. Vi cómo hablaba en lenguas olvidadas. Cómo su voz detenía a los muertos.

Vi su caída.

Vi cómo la encerraron viva bajo tierra... para evitar que se convirtiera en algo peor.

Y vi que llevaba mi cara.

Desperté en el suelo. Las raíces habían desaparecido. Todo estaba en silencio.

Mis amigos estaban reunidos a mi alrededor.

Jayden se arrodilló a mi lado.

—¿Qué viste?

—Mi origen —dije en voz baja—. No soy la primera. Hubo otra antes que yo. Y la encerraron. Pero no destruyeron la Raíz... solo la durmieron.

Thomas me miró con una mezcla de dolor y desesperanza.

—¿Sigues siendo tú?

Lo pensé.

Lo dudé.

Y respondí:

—Estoy empezando a serlo.

Esa noche, escribí todo lo que vi en un cuaderno. Cada símbolo. Cada recuerdo. Cada palabra del susurro ancestral.

Algo se acerca.

Algo que no viene del portal... sino de debajo de nosotros.

Y ya no tengo miedo.

Estoy lista para despertar del todo.