El plan perfecto
Al caer la noche Edward espera impacientemente a Elisa, uno a uno los esclavos van llegando a la guarida y se van organizando en una mesa redonda, Edward mira sin comprender qué es lo que está sucediendo; Javier entra a la guarida y a su lado Elisa, ellos se ubican en el centro de la mesa, Elisa con su mano llama a Edward para que se incorpore, saca unos planos y los coloca en la mesa solicitando a los presentes que se acerquen.
Edward mira todos los túneles del reino incluso el lugar donde ellos se encuentran, Elisa empieza:
—Aprovecharemos la ventaja atacando desde abajo ellos no tienen idea de lo que tienen bajo sus pies, moveremos el armamento por los túneles y aprovecharemos estos para rodear el castillo, cuando los esclavistas quieran reaccionar será demasiado tarde, ya estarán rodeados, los superamos en número cuando entren al castillo quiero que quemen y derriben todos los monumentos que construyeron en honor a su horrible tradición—habla Elisa.
Uno de los rebeldes murmura entre la multitud:
—¿Cómo piensa que entremos a un castillo tan custodiado?, moriremos antes de poder pisar el suelo del palacio—dijo el rebelde.
— ¡Cállate no la interrumpas si no quieres vértelas conmigo! —grita Javier enfurecido.
—Tienes toda la razón, entrar no es nada fácil y acabarán con la mayoría de nosotros antes de que podamos entrar—contesta Elisa de manera calmada—por esa razón yo abriré las puertas del castillo desde adentro.
Javier cambia su mirada a una mirada inquieta e interrumpe a Elisa:
—¿Estas loca Elisa? ...morirás antes de que puedas abrir las puertas, el castillo está rodeado de soldados apenas noten tu ausencia o que te diriges a la puerta te asesinaran y no dudaran por un segundo en ello, no arriesgues tu vida de tal manera… debe existir otra manera—habla Javier
—No Javier, esta guerra ha durado demasiado y los únicos que estamos perdiendo somos nosotros si llego a morir por cada uno de ustedes moriré con una sonrisa en el rostro desde que nací siempre le di todo a esta guerra y ahora que tenemos la forma de ganarla no esperare— Elisa se levanta de su silla y con una mirada de gallardía observa el rostro de todos los presentes— tomaremos nuestras armas y pelearemos por todos nuestros seres queridos y no hablo solo por mí, estoy segura que muchos de los presentes darían su vida con gusto simplemente por no ver a nuestros hijos sirviendo a esas ratas despreciables.
De un momento a otro todos los presentes levantan sus manos y empiezan a gritar:
—¡POR LA LIBERTAD!
— ¡POR NUESTROS HIJOS!
— ¡POR EL PLAN PERFECTO!
Edward mira el rostro de Elisa detalladamente y solo pasa por su mente como habla ella como si estuviera presagiando su muerte, de un golpe súbito vuelve a la realidad y se une a la celebración de los otros rebeldes la noche avanza y la juerga continua, la birra casera es la bebida principal de la mesa, Edward se une a la fiesta, los bailes y las risas llenan la guarida de alegría, pero en su cabeza aún se mantiene vivo el pensamiento de que muchos de ellos no regresaran.
—Edward…Edward—habla Elisa interrumpiendo los pensamientos de Edward—deberías descansar te necesito con todos tus sentidos para el día de mañana.
—Podríamos atacar después de unos días, tal vez analizar un poco el plan, incluso podríamos buscar un mejor plan—habla Edward con el ánimo decaído.
—No, este es el plan perfecto Edward—contesta Elisa con una sonrisa en su rostro— invadiremos cuando el amanecer llegue justo antes de que cada esclavo tenga que salir a servir a sus amos.
—¿Entonces la fiesta terminó? —pregunta Edward.
— Por ahora, tendremos una gran fiesta cuando derrotemos a Augusto—habla Elisa.
— ¿Te puedo ayudar a preparar todo? — pregunta Edward.
—Estaría encantada de que me ayudes— responde Elisa con una mirada coqueta.
—Terminaré mi birra y nos veremos en los túneles—dice Edward.
Con un beso en la mejilla Elisa se despide.
—Gracias Edward—dice Elisa.
Después de que se retiró Elisa, Edward disfrutaba dándole los últimos sorbos a su bebida, pero en ese momento es interrumpido por un fuerte golpe en la mesa que hace que su vaso caiga.
—¡Todo esto es tu culpa! —grita Javier con la mirada llena de desprecio—le das falsas esperanzas…ella morirá y todo será tu culpa, vienes y todos te miran como un héroe, es fácil serlo cuando no sabes por todo lo que pasé con Elisa.
—Basta Javier, estás borracho y no pienso continuar esta conversación—habla Edward con seriedad.
—Yo estuve para curar sus heridas, todas mis cicatrices son intentando ayudarla en cada uno de sus ataques contra los esclavistas— Javier observa con una mirada fija a Edward—tu nunca la has mirado llorar de impotencia por cómo cada día muere uno de los nuestros, no eres un héroe, ignoras por todo lo que pasamos cada uno de nosotros y a pesar de que yo estuve desde el comienzo con ella, ella te mira de una manera que nunca me mirara a mí.
Editado: 22.05.2022