Heridas incurables
Las horas pasan rápidamente mientras Chris y Jeison recuerdan sus anécdotas en el instituto de Wellben, antes de que la conversación se pudiera alargar aún más, Sarah se sienta junto a Chris y procede a recostarse sobre su hombro:
—Los mire desde la otra esquina sonriendo como dos enamorados—hablo Sarah bromeando—de verdad que hacen una linda pareja.
Los chicos exclaman al mismo tiempo:
—¡Eso no es gracioso! —contestan entre risas.
—Pero mira que ternura hasta repiten las palabras—Sarah se comienza a reír sin parar.
—No soy celoso Sarah, te lo prestaré el resto de la noche—hablo Jeison mientras bosteza—intenten dormir un poco par de tortolos.
—Descansa Jeison—se despide Chris— me alegró verte de nuevo.
—Buenas noches Jeison— se despide Sarah.
—La gente del bunker te mira con mucho respeto y admiración, si Edward estuviera aquí estaría orgulloso—dice Chris con cariño.
—En estos momentos que soy parte importante del bunker Esperanza, logro comprender un poco mejor porque Edward siempre nos presionaba tanto—Sarah habla mientras se pierde en sus recuerdos—por mucho tiempo detesté el comportamiento frío y calculador de Edward, nunca comprendí toda la responsabilidad que llevaba consigo, fui injusta con él.
—¿Lo extrañas también verdad? — preguntó Chris con nostalgia.
—Sabes que sí, pero Edward es muy fuerte seguro que está bien— responde Sarah animada.
—¿Recuerdas cuando nos escapamos del cuartel 51? — preguntó Chris con alegría.
—Como olvidar ese día, Edward nos buscaba desesperado—Sarah habló sonriendo—también recuerdo que ese día nos colamos en un bar y probamos nuestra primera cerveza.
—Si lo recuerdo muy bien—dice Chris con amor—fue el día de nuestro primer beso.
—Es verdad… después de besarme volviste a repetir tu promesa que juntos tendríamos una vida diferente a la de ser soldados.
—Lamento haber dejado el cuartel sin avisarte—dice Chris con arrepentimiento.
—Me sorprendió escuchar que los generales habían prescindido de los servicios de uno de sus mejores soldados simplemente porque él quería una vida diferente—habló Sarah—pero Wellben fue una de las mejores cosas que te pasó después de todo.
— Te deje sola en aquel lugar que odiabas tanto—Chris agarra la mano de Sarah— siempre termino cagandola de alguna manera y tú siempre estas para apoyarme, nunca podré agradecerte por todo lo que haces.
— Puedes hacerlo—dijo Sarah.
— Dime haré lo que sea—habla Chris.
— Dame un buen beso con eso será suficiente—Sarah mira a Chris con cariño.
Chris besa tiernamente a Sarah y luego la abraza fuertemente.
— Quiero enseñarte algo—habló Sarah.
— Te sigo— dice Chris
Sarah junto con Chris salen del bunker silenciosamente para no alertar a ningún guardia, caminan unos cuantos minutos hasta llegar a una cueva.
— ¿A dónde vamos Sarah? — pregunta Chris.
— Es mi lugar secreto, aquí es donde vengo para alejarme de los soldados y la gente—dice Sarah.
Cuando Chris entra a la cueva mira un lugar bastante cómodo, un sofá pequeño y bastantes dibujos adornaban el lugar.
— Esto es lo que me fascina de este lugar—Sarah enciende una pequeña grabadora y coloca una canción.
— Esa es la canción que sonaba aquel día en el bar—habló Chris sorprendido.
— Me gusta venir a escuchar un poco de música y dibujar las cosas que miro en el día— dice Sarah con melancolía—la guerra también puede contar historias de amor y de tristeza.
Chris se acerca a Sarah y la besa lentamente mientras con sus manos rodea su cintura, los amantes solo frenan sus roces para mirarse con cariño.
— Te amo— dijo Sarah mientras su lengua humecta sus labios.
— También te amo—dijo Chris mientras recuesta a Sarah en el pequeño sofá.
La noche transcurrió entre besos y caricias, el encuentro de los dos amantes perduró toda la noche y solo se vio interrumpido por los primeros rayos de sol.
— Buen día —habló Chris con ternura.
— Buenos días — Sarah lo besa en la frente.
— Sabes después de la guerra deberíamos vivir en una cabaña alejada de todo el mundo, podría ser en un bosque— dijo Chris emocionado.
— ¿Quieres llevarme a vivir en un bosque? —pregunta Sarah mientras suelta una tierna sonrisa.
—¡Es enserio!, tu solo imagínate los pajaritos nos despiertan en la mañana, puede ser un bosque con una cascada entonces así podríamos pasar las tardes bañándonos en ella, llega el anochecer y encendemos una fogata, después te contaría historias hasta que te duermas recostada en mi pecho—dijo Chris con amor.
Editado: 22.05.2022