Mundos Fantásticos 1 - Lucifer y la Caída de los Guardianes

Capítulo VI

CAPITULO VI

 

 

 

 

Harmoni fue la primera víctima de una conspiración y complot perpetrado por los vigilantes.

Así con el apoyo de Ramael y Asael, Luzbel comenzaba a ver cristalizadas sus ambiciones de revolución y conquista.

Este macabro plan, sin duda alguna, llevaría a sus habitantes a una guerra despiadada pagando un alto precio.

El corazón de Luzbel estaba ansioso y molesto, ya que tenía que rendir cuenta a aquellos dos arcanianos corruptos para lograr su cometido, pero sabía que esa era la única manera de evitar un enfrentamiento directo con Arcan.

—Malditos arcanianos, sigan pensando que pueden controlarme. Mientras tanto yo me aprovecharé de esta situación y de sus servicios — exclamó Luzbel riendo — Esta vez cumpliré con mi más grande anhelo… ¡Soldado! ¡reúne a todas las fuerzas de Querb y prepárense para la guerra!

— ¡Sí, señor! -

De regreso a Arcan, los asesinos de Harmoni trajeron consigo su cuerpo y para evitar que Shemihaza se enterara de esto, decidieron ocultarlo.

—Dime una cosa Asael ¿qué haremos con esto?

— ¿Recuerdas aquel lugar donde habitan esos animales extraños?

— ¿Piensas arrojarlo ahí? Me parece una buena idea… nadie va a ese lugar.

— ¡Exacto! Y no tendremos que preocuparnos…- Luego al mirar a su compañera, notó algo extraño y anormal en ella - ¿Te sucede algo Ramael? ¿Por qué te detienes? -

—No lo sé pero desde que maté a Harmoni he tenido unos sentimientos nuevos en todo mi cuerpo. Además al sostener su cuerpo, lejos de darme asco me pareció deseable y hasta me dio hambre -

— ¿Qué será? Tal vez quieres… Bueno será mejor que nos apresuremos -

—Mira allí abajo, hay un río; bajemos a beber agua, que quiero lavarme las manos también.

—Está bien vamos -

Siguiendo su camino se dieron cuenta de que algo no estaba bien en ellos. La sed no se quitaba y cuanto más tiempo miraban el cuerpo de Harmoni, la sed y el hambre se hacían más fuertes. A lo que Ramael decidió dejarlo caer…

  • ¿Qué haces? —preguntó Asael.

—No quiero cargarlo más, no puedo, no sé qué me pasa, hazlo tú -

—No podemos dejarla allí tirada, iré por ella -

—Lo mejor será ponerlo bajo tierra, no sea que los animales quieran alimentarse de él…-

—Tal vez tengas razón -

Sin embargo sus almas y mentes ya estaban contaminadas y no podían evitar los pensamientos oscuros que los dominaban. Ramael volvió a ver sus manos con la sangre impregnada y con fuerte deseo se las llevó a su boca saboreando la sangre y esto le causó gran éxtasis.

—Pero ¿qué has hecho Ramael?

—No lo sé, solo lo hice y se siente tan bien que hasta la ansiedad que sentía se está yendo -

Entonces como un animal salvaje se acercó al cuerpo muerto y comenzó a alimentarse, lo que provocó que ese deseo despertara también en Asael quien lejos de intentar controlarse, se entregó por completo. Ambos se alimentaron cual bestias hambrientas y bebieron su sangre sin remordimientos.

Sus cuerpos comenzaron a sufrir cambios, les crecieron colmillos y aumentaron sus fuerzas. Con sus cuerpos bañados en sangre se miraron y se entregaron a placeres que jamás habían tenido como comandantes de Arcan; la energía y la maldad que despedían hizo temblar a todos los seres vivos del lugar.

Al terminar ocultaron los restos del cadáver y decidieron que ese sería su lugar de regocijo y placer. Pero eso no fue todo, ya que comenzaron a tener visiones de los recuerdos de Harmoni, pudiendo ver y saber casi todo lo que ella había hecho hasta el momento.

—Puedo sentir cómo se incrementa mi poder —expresó Asael.

—Nuestra querida amiga nos ha dejado un hermoso regalo -

—Conque Daniel ¿eh? -

—Creo que debemos hacerle una visita ¿estás de acuerdo? -

—Totalmente -

Por su parte, Daniel no dejaba de pensar en su compañera y el dolor por su muerte no se iba, aunque ignoraba que el mal se dirigía ahora hacia él.

Los jóvenes aprendices entrenaban duro con la única idea de volverse más y más fuertes y así poder cumplir con su misión.

—Maestro ¿está bien? —preguntó Rafael.

—No te distraigas de tu entrenamiento Rafael.

—Discúlpeme.

Algo preocupaba en gran manera a Daniel, quien sentía que un gran peligro se acercaba.

— ¿Qué es esto que siento? Algo o alguien viene hacia aquí… y eso no es posible -

Al sospechar lo peor, llamó a sus aprendices con la excusa de que era parte del entrenamiento y les encomendó una misión.

—Escuchen, vengan de inmediato los pondré a prueba para ver cuánto han progresado. Si miran bien hacia el norte podrán ver esos árboles a lo lejos. Se llaman bosques ciegos. Necesito que vayan y me traigan una planta llamada lirios celestes que solo crecen en ese lugar.




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