CAPITULO III
Luego de siete días con sus familias, los Arcángeles se reunieron nuevamente pero ahora a las puertas del castillo.
Ninguno de ellos emitía palabra, ya que sabían que lo que estaban por hacer podría costarles la vida. La idea de ser o no dignos de obtener el sello les retumbaba en la cabeza y aun con ese miedo e inseguridad no les quedaba otra opción más que arriesgar sus vidas para comprobarlo…
- Amigos…- Comenzó Miguel
Y antes de que pudiera continuar Uriel lo interrumpió –“Mejor guárdate para ti esa idea estúpida que tienes de pensar que entrarás solo a ese lugar ¿entendiste?”–
- Pero Uriel…- Le dijo el líder al ver su reacción
- Es verdad amigo, todos estamos aquí y todos entraremos sin importar el precio – continuó Sariel
Miguel sintió mucha alegría al saber que no estaba solo.
Uriel agregó además – Sería muy aburrido quedarnos a esperar aquí mientras tú te quemas ahí dentro –
El sarcasmo de la joven guerrera rompió el hielo de tan tensa situación generando risa y aliviándolos por un momento, esto les dio el valor para entrar.
Mientras tanto en Arcan, Shemihaza y los generales estaban a la espera del resultado de su plan…
- ¿Tú crees que funcione? – Le preguntó Artaqof a ´El dudando –Sabes que ese sello ha sido puesto allí desde la antigüedad por poderes desconocidos y tal vez sea una pérdida de tiempo pensar que ellos puedan abrirlo…-
- Quédate tranquilo, que si ellos mueren buscaremos otra manera de salir de aquí pero algo me dice que tendrán éxito– Respondió confiado ´El –Ten en cuenta que ellos tienen además en su poder las armas legendarias y no cualquiera puede…-
Al ver la cara de Shemihaza tan pensativo le preguntó -¿No me digas que tú también tienes dudas?-
- No, solo pienso ¿qué sucederá una vez ese sello sea abierto?…- Comentó el Patriarca con preocupación…
Mientras tanto los jóvenes ya estando dentro, se dispusieron a buscar el misterioso sello, ignorando las consecuencias de esto por completo. Solo sabían lo que el arcaniano les dijo a conveniencia.
El plan se basaba en que los Arcángeles abrieran el sello para encerrar a los Titanes, sin embargo también romperían el pacto de las ciudades de AN y los Arcanianos serían libres de elegir su propio camino. Así como también al mover el sello de su lugar podrían condenar al planeta a un futuro incierto o tal vez a la destrucción.
Dicho sello tenía la forma de una especie de relicario muy antiguo forjado en oro y fuego que cabía perfectamente en la mano y se encontraba en el centro del castillo flotando en medio de dos columnas doradas que lo protegían con una magia muy poderosa y antigua, es por eso que solo alguien digno podía acercarse a ese lugar sin ser aniquilado por completo. El relicario guardaba un misterioso poder en su interior, que según se decía, era la misma fuerza del universo y era capaz de destruir y dar vida.
Ciertamente nadie sabía cuál era el efecto y la consecuencia real de abrirlo. Pero para lograr este fin primero deberían lograr sujetarlo y llevarlo con ellos por ese camino invisible al que los conduciría el Sternentor y una vez estando en su destino, que sería tal vez aquel planeta, debían de buscar a los Titanes y citar frente a ellos el conjuro que estaba escrito en su estructura para que este expulsara tal poder oculto. Algo casi imposible de completar. Ya que los Titanes no eran seres a los que un simple Arcángel podría someter.
- “¡Ahí está! tiene que ser ese”– Al fin los jóvenes habían encontrado el lugar…
Gotas de sudor bajaba por sus rostros al igual que en sus manos y aunque sonreían, en sus caras se veía la tensión inevitable.
- “Y bueno… ¿qué esperamos para ir?”…
Las miradas estaban fijas en aquel objeto antiguo y misterioso mientras se acercaban al círculo de fuego que rodeaba las columnas.
En ese momento las armas legendarias comenzaron a brillar con mucha intensidad y dejándoles se alejaron de sus portadores poniéndose alrededor de aquel círculo llameante. Ahí los guerreros comprendieron lo que sucedía por lo que Rafael dijo… - Tal parece que hasta las mismas armas que nos eligieron quieren saber si somos dignos de hacer esto, así que no nos queda más que hacerlo –
- Así parece – Asintió el resto
Una vez se acercaron al círculo de fuego, éste se abrió para darles paso…
Al ver esto Uriel retomó la confianza y dijo - ¡Excelente! al fin y al cabo nos preocupamos por nada –
Sin embargo estando ya cerca de obtenerlo, Rafael y Sariel tuvieron un mal presentimiento y Gabriel al verlos les preguntó – Amigos ¿Qué sucede?-
– “No puede ser, algo no está bien aquí” –
- ¿Qué dices? – los demás se asustaron
Y Sariel confirmó gritando con desesperación:
– ¡Siento una poderosa energía agresiva en este lugar, debemos salir de aquí ahora! –
Sorpresivamente el halo de fuego se cerró por completo sin darles tiempo a nada y comenzaron a quemarse y a ser abatidos porque además ya no podían ver la salida y el fuego los consumía lentamente y sus gritos de dolor eran aterradores. Miguel, quien era el único que podía usar su barrera protectora, fue el primero en caer y luego el resto comenzó a ceder y a perder el conocimiento. Hasta que Rafael quien era el que podía ver lo oculto, fue capaz de distinguir entre el fuego abrazador, aquellas dos columnas y el relicario que brillaba en su máximo esplendor, así que decidió levantarse y seguir, cuando ya sus amigos parecían muertos…
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Editado: 28.09.2020