CAPITULO XII
En pleno auge, las batallas por el poder se definían con el mayor uso de la magia, además de la espada. Era increíble como los humanos habían dominado las artes mágicas, incluyendo la adivinación, las profecías y el adoctrinamiento de estas.
También hubo grandes alianzas entre humanos, gigantes, demonios y muchas criaturas que sobrevivieron luego de la gran inundación, esto hacía que las posibilidades de ganar el duelo aumentaran para aquel que las poseía.
Shemihaza, Artaqof y ´EL, se convirtieron en dioses para los hombres y en las guerras, estos ayudaban a los que les rendían honores y muchos otros adoraban a los líderes de los demonios como Baal, Belial y Belcebú haciendo imágenes en piedra para ellos. Lo que esto generaba grandes batallas y muchas muertes, los demonios se alimentaban de estas acciones.
Para los vigilantes sin embargo, esto no era problema ya que ellos tenían el control total o eso es lo que ellos pensaban…
Los dioses de la guerra también tenían sus seguidores humanos, Asael y Matrael les enseñaban a crear las mejores armas con el fin de que algún día los humanos se mataran entre ello y todos sabían que era cuestión de tiempo.
El sanguinario vigilante pudo hallar dos pequeñas ciudades vecinas en un lugar alejado, así que decidió usarlo de fuente de alimento ya que no podía controlar su sed de sangre. Este acto generó otra vez la propagación de la plaga que convertía a los humanos en caminantes nocturnos, además de sus esclavos y en poco tiempo comenzaron a contaminarse cometiendo crímenes entre ellos y los animales de manera despiadada, esto convirtió a Sodoma y Gomorra en ciudades fantasmas durante el día y un infierno por la noche. Los gritos de los inocentes eran terribles, la desesperación y el miedo se apoderaron de las calles, realmente no quedaba casi ningún humano que no se haya contaminado, excepto un hombre que se había ocultado en su casa junto a su familia desde que esta catástrofe había comenzado.
El hombre salía durante el día para abastecerse de toda clase de alimentos y agua pero por la noche se ocultaban en un lugar que estaba por debajo de su casa y sabiendo que no había otro lugar donde ir, su pesadilla comenzaba cuando el sol se ocultaba. Estas criaturas al salir emitían gritos y sonidos aterradores para cualquier oído, sin embargo no estarían a salvo mucho tiempo, ya que sus cuerpos emitían un olor que atraía a los caminantes nocturnos, haciendo que los buscasen por todas partes sin cesar para matarlos.
Rafael estando con sus amigos, pudo sentir como el miedo y la oración desesperanzada de los humanos llegaba hasta él, alertando a Uriel y Gabriel, se dirigieron inmediatamente a ver que estaba sucediendo. Al llegar, desde las alturas pudieron ver las dos ciudades y podían percibir el fuerte olor a muerte y además las altas temperaturas del día empeoraban la situación ya que descomponían rápidamente los cuerpos putrefactos de humanos y animales que estaban regados por la ciudad.
Una vez descendieron, solo podían ver cadáveres sin señales de alguna persona viva.
- ¿Pero qué ha sucedido aquí? – Se preguntaban
- Tal vez han sido atacados por otros humanos, o los mestizos – Sugirió Gabriel
A esto Uriel responde – Pues no lo creo, estos cuerpos parecen haber sido atacados o comidos por alguna criatura salvaje… tal vez…-
- Tal vez fue ese maldito de Asael, ha vuelto a contaminar a los humanos y estos se han convertido nuevamente en esas malditas criaturas que tanto trabajo nos ha costado eliminar – Interrumpió Rafael
Gabriel les recordó que esas criaturas no pueden vivir en el día por lo que probablemente estén ocultos en la ciudad esperando la noche para salir, por lo que luego los instó… -Es necesario destruir este lugar antes de que esos malditos encuentren la manera de llegar a otro pueblo -
En ese momento Rafael siente algo mientras recorrían una de las ciudades – ¡Esperen! puedo sentir algo en dirección a esa casa… quizá aún quede alguien con vida, vamos a investigar –
Al entrar en la casa, pudieron ver a la familia en muy malas condiciones y todos asustados los miraron, pensando que los iban a atacar, aun así se sorprendieron por el aspecto de los Arcángeles, puesto que nunca antes habían visto a alguien así. Luego Uriel les dijo que debían irse de ese lugar porque iban a destruirlo y los buenos humanos insistían en que tal vez haya otras personas con vida a quien salvar pero ninguno podía sentir nada. Los jóvenes guerreros les advirtieron que solo faltaban unas horas para que llegue la noche, por lo que deberían apresurarse y huir hacia el este, indicándoles que hacia ese lugar había una ciudad de gente pacífica que seguro podrían ayudarles. Y así lo hicieron, mientras tanto Uriel y los otros esperaron que la noche llegase en la puerta de la casa para estar seguros, entonces desde escondites hechos debajo del suelo, los humanos contaminados comenzaron a salir y al ver a los guerreros intentaron atacarlos pero Gabriel los dejó ciegos con un fuerte destello de luz y elevándose al cielo, los tres lanzaron un poderoso ataque haciendo desaparecer ambas ciudades por completo junto a los moradores nocturnos, sin dejar rastro de ellos y así evitar que este mal se propague. Rafael estaba enfurecido por lo que Asael había hecho, así que decidió buscarlo y matarlo.
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Editado: 28.09.2020